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El significado de la matzá y la libertad de la simplicidad.
La matzá, el alimento más importante del Séder, parece sencilla, pero si lo piensas bien, en realidad es algo complicada.
Por un lado, simboliza y celebra la libertad; es el pan sobre el que nos recostamos como aristócratas y contamos la historia de nuestra liberación.
Por otro lado, se le llama lejem oni, el 'pan de la aflicción'. Además, para ser un pan destinado a ser un símbolo de la realeza, es bastante insípido. La receta es harina y agua, punto. Cualquier ingrediente adicional la invalidaría. En las competencias de comida, el sabor es solo una parte de la historia; la presentación, la textura y la apariencia también son importantes. La matzá es asimétrica, imperfecta, básicamente una galleta insípida, aburrida y simple incluso en su presentación y apariencia. ¿Este es el alimento de la realeza y la riqueza?
El Maharal, al responder esta pregunta, explica el tema fundamental de la matzá y cómo en realidad simboliza la libertad, la riqueza y la realeza.
Tendemos a pensar que cuantas más cosas tenemos, cuanto más complejo y complicado es nuestro portafolio, cuanto más intrincadas y sofisticadas nuestras posesiones, cuanto más elaboradas y extravagantes, más refleja eso riqueza, libertad y abundancia. En realidad, dice el Maharal, ocurre lo contrario. Cuanto más dependemos de cosas elegantes, experiencias lujosas e incluso ideas refinadas, más estamos atados a ellas y dependemos de ellas.
Ser verdaderamente libre es abrazar la simplicidad. Cuanto menos dependamos de lo externo, de lo que un objeto o experiencia puede proporcionar, más libres somos de ellos.
Lejem oni, típicamente traducido como 'pan de aflicción', no significa que quienes lo comen están sufriendo. El Maharal lo traduce como pan de oni, de 'vivir sin'. No conduce a la aflicción ni al sufrimiento; conduce a la libertad y la liberación. Cuando dependes de algo —cosas materiales, experiencias superficiales, estimulación emocionante— no eres libre. La libertad es un regreso a la simplicidad. Solo quien puede vivir con oni, 'sin', es libre y rico porque no tiene dependencia.
No comemos matzá todo el año. No hay nada de malo en disfrutar un poco de levadura, algo de fermento, en alimentar ese sourdough. Pero durante una semana declaramos nuestra libertad de esas cosas para que incluso cuando volvamos a ellas, lo hagamos viéndolas como lujos, como algo externo a quienes somos. No son necesidades, no forman parte de nosotros. Son algo de lo que podemos prescindir.
Warren Buffet es un hombre increíblemente rico. La mayoría asumiría que lo digo porque tiene un valor de 139.000 millones de dólares, pero no es por eso. Buffet, de 93 años, ha vivido en la misma casa modesta en Omaha, Nebraska durante 66 años. Cuando le preguntaron por qué nunca se mudó a una mejor, respondió: “Soy feliz ahí. Me mudaría si pensara que sería más feliz en otro lugar. Esta casa está bien. Estoy cálido en el invierno, fresco en el verano, es conveniente para mí. No podría imaginar tener una casa mejor”.
El fundador de Berkshire Hathaway, uno de los hombres más ricos del mundo, recién cambió su teléfono plegable por un smartphone en 2020. Buffet es libre no por su enorme riqueza material, sino porque no depende de ella para ser feliz.
Otros también están deseando esta "riqueza". Hoy en día hay una tendencia de deshacerse de los smartphones y cambiarlos por teléfonos básicos. Esta tendencia no es en las comunidades religiosas en Jerusalem o Lakewood, está por todo el mundo. Las ventas de teléfonos plegables y teléfonos simples están en aumento, con personas anhelando simplicidad, lo llano, lo simple, lo básico. La gente está saturada de 'jametz' y busca más 'matzá' en sus vidas.
La matzá es libertad porque es un regreso a la simplicidad, una ruptura con aquello de lo que nos hemos vuelto dependientes y el descubrimiento de que podemos ser más felices con menos que con más.
Pésaj y la matzá nos recuerdan que las cosas más simples y directas son las más verdaderas y valiosas, nos liberan y nos hacen ricos. Como Warren Buffet, no deberíamos estar apegados ni depender de cosas externas, incluso si podemos costearlas. Ser feliz con lo simple y lo llano nos hará libres.
Y por último, dejemos que la matzá nos inspire a simplificar nuestras relaciones.
Una vez asistí al funeral de una mujer que claramente era complicada. Había una tensión palpable entre sus hijos y nietos y durante sus elogios fúnebres, sutilmente (y a veces no tan sutilmente), mientras ofrecían alabanzas, también comunicaban que ella había introducido muchos conflictos en la familia. El último orador fue su hijo. Se levantó, hizo una pausa y dijo: “Mamá era complicada, mantengamos las cosas simples. Simplemente amémonos unos a otros, simplemente seamos leales unos a otros y simplemente llevémonos bien unos con otros”, y con eso se sentó.
Introduzcamos más matzá en nuestras relaciones. En lugar de hacerlas complicadas, mantengámoslas simples amándonos simplemente unos a otros, siendo leales unos a otros y llevándonos bien unos con otros.
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