Ya no quiero hacerme pasar por no judía

11/09/2024

3 min de lectura

Antes me parecía divertido que la gente pensara que yo no era judía. Esto cambió el 7 de octubre.

"No te ofendas" a menudo es un precursor de algo que probablemente resultará ofensivo. Como si estas tres palabras te dieran permiso para vomitar odio.

"Sin ánimo de ofender, pero…" es la frase que escucho cuando alguien dice que no eres quien creía que eras, o más específicamente, el estereotipo o la casilla en la que pensaba que estabas. Siempre pensé que era un cumplido, hasta ahora.

La presentación de Vanessa Hidary, alias "the Hebrew Mamita", parece que está haciendo de las suyas nuevamente en las redes sociales. (Búscala en Google, pero te advierto que hay improperios). Sonreí ante nuestra similitud. Dos poetisas judías sin pelos en la lengua que la gente erróneamente suele considerar que son shikses. No en el sentido de cabello rubio y ojos azules, sino quizás más latina, pero en realidad no puedes ser judía.

Puedo pasar por no judía, pensaba. Disfrutaba de ese privilegio.

Las identidades ocultas te juegan malas pasadas. Eso es lo que ocurre cuando tienes secretos. Al principio, parecen preciosos, algo a lo que te aferras, pero al cabo de un tiempo comienzan a desgastarse de a poco.

Pasar por no judío puede ser útil. Eso salvó a mi abuela durante el régimen nazi y me permitió entrar a ciertos círculos durante un tiempo. Pero todo se quiebra cuando me piden que deletree mi apellido. Que lo pronuncie. No fue acortado ni disfrazado. Es completamente semita. Pero la gente mira mi piel aceitunada, mis colores, y piensan: ella no es judía.

Solía pensar que esto era divertido. Para mí, ser judía siempre era como ser un poco nerd.

Pero esto cambió el 7 de octubre. Muchas cosas han cambiado.

Ya no quiero pasar por otra cosa ni mezclarme, aunque sea más fácil y cómodo. Como pueblo lo hemos hecho durante demasiado tiempo. Haciendo la vista gorda, aceptando las bromas, los comentarios y muchas cosas peores.

En cambio, quiero que la gente sepa que soy judía.

Hago cosas pequeñas. Encargué de Israel cadenas de plata con mi nombre escrito en hebreo, saqué del cajón un viejo jai que compré cuando visité Jerusalem y lo uso colgado de mi cuello bronceado. A veces sorprendo a la gente mirándolo, pensando, pero nunca dicen nada.

Hace unas semanas entré orgullosa a un vestuario del norte de Nueva York. Llevaba el cabello recogido en un rodete y grandes pendientes. Estaba muy bronceada y libre. Cuando entré al vestuario, oí a dos chicas jóvenes riéndose y hablando en español, o por lo menos intentándolo. En sus palabras y gestos era claro que trataban de burlarse de mi por ser latina. No eran las primeras que pensaban que lo era. Pero no percibí de inmediato su odio. Olvido que la gente piensa que soy algo que no soy, aunque no lo acepten.

Ojalá lo hubiera registrado a tiempo, para decir las cosas que debía haber dicho. Porque no defender a una minoría es lo mismo que ser cómplice. Ojalá hubiera tenido mi gran estrella judía y la jutzpá que heredé para hablar claro.  Tal como me gustaría que todos hablaran por mí, por mi pueblo, en lugar de tolerar chistes racistas, de permitir el odio, de ignorar nuestro dolor.

Ha pasado casi un año desde los brutales ataques en Israel. Más de 1.200 personas asesinadas, mujeres y niños, hombres jóvenes y ancianos. Los rehenes que no podemos proteger.

Cuando tenía veintipocos años, me gradué de la universidad y me ofrecieron un trabajo en el competitivo campo de la publicidad. Estaba a punto de emprender mi camino cuando algo me alejó. Elegí Israel. Quería conocer la Tierra Santa. Tenía casi la misma edad que Hersh Goldberg y viví en un kibutz. No tengo ninguna duda de que habría estado en el festival de música de haber podido arreglarlo. Cada vida arrebatada hubiera podido ser la mía. Todavía puede serlo.

Sin embargo, sigo encontrando formas para que la gente sepa realmente quién soy. Soy judía. Y ya no me preocupa que eso me convierta en una extraña, o que les incomode.

Porque para mí, decirme "no te ofendas" es ofensivo. Soy judía. Sigo aquí. Y no me voy a ninguna parte.

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Deborah Shlomit
Deborah Shlomit
4 meses hace

Yo estaba segura que el/la judía no pertenecen a un color, fenotipo. Que estés orgullosa de ser judía es bueno, kol Tov!!

Daniel
Daniel
4 meses hace

Si el odio antisemita te recordó que eres judía, procura que tus hijos también sean educados en los valores y las tradiciones judías. No cortes la cadena que lleva hilvanandose desde hace más de 3000 años

Alberto Aronis
Alberto Aronis
4 meses hace

Aceptar que eres y saber de donde vienes es el primer paso del camino que te lleva a ser lo que quieres

Raquel C. Reich
Raquel C. Reich
4 meses hace

Te felicito por por fin comprender que primero eres judía, luego eros todo lo demás, lo que quieras ser. O lo que de dejen ser. Espero que siempre puedas hacer y decir lo que sientas desde el inmenso privilegio de ser judía.

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