Yogui Laser, el contorsionista y maestro de luz

29/07/2022

3 min de lectura

La increíble lección espiritual que aprendí de un contorsionista callejero.

Ahí estaba él, de pie, vestido con pantalones y polera de lycra que delineaban dramáticamente todos sus músculos. "Soy Yogui Laser, maestro de luz y contorsionista", dijo.

Me llamó la atención y me detuve en el muelle de madera de South Street Seaport. Allí son bastante comunes los artistas callejeros, pero nunca antes había visto a un contorsionista y, por alguna razón, me pregunté si sería capaz de imitar algunas de sus acrobacias en las bodas.

Comenzó a sonar la música. Yogui Laser comenzó a plegar su cuerpo hasta verse increíblemente pequeño, moviendo la cabeza de un lado a otro entre sus hombros encorvados mientras abría la boca de oreja a oreja. Luego agitó los pies en el aire mientras caminaba sobre las palmas de las manos. Esa fue su imagen de la araña.

La música fue más fuerte y Yogui Laser se convirtió en una tabla. No me pregunten dónde desaparecieron sus órganos internos cuando hizo ese truco, pero su abdomen se pegó contra su columna. Yogui colocó sus piernas detrás de su cuello, con tanta facilidad como tú o yo nos cruzamos de brazos. Esto estaba mucho más allá de lo que yo podía llegar a estirar mis extremidades y mis músculos.

Para el gran final, Yogui Laser sacó una pequeña caja transparente de lucita, se plegó y se guardó allí adentro. Cuando su último miembro (una pierna) finalmente entró a la caja, Yogui cerró la caja sobre sí mismo. No parecía posible, pero él logró meter 1,80 metros de músculos ondulados y contorsionarlos dentro de los parámetros de una pequeña caja.

¿Cómo lo hizo?, me pregunté. Debe haber pasado años de práctica y entrenamiento. ¿Acaso alguna vez podría llegar a tener un dominio tan radical sobre mis miembros? Pero entonces entendí que hay maestros contorsionistas todavía más maravillosos que se entrenan para tomar sus egos, sus personalidades, 1,80 metros de sus deseos y plegar todo cuando debe encajar en la forma y el diámetro del bien y del mal.

Contorsionistas espirituales

Empecé a pensar en personas que conozco que aprendieron a contorsionarse más allá de los límites normales. Si alguna vez quiero aprender a contorsionar mi ser espiritual, debo aprender de ellos. Cada uno de ellos puede ser mi "Yogui" para ese crecimiento.

Por ejemplo, una pareja de Brooklyn que conozco recibe a huéspedes del exterior, pacientes enfermos que viajan para recibir atención médica, rabinos que llegan a recaudar fondos, un adolescente confundido que busca un hogar cálido... Esta pareja ha dominado el arte del "contorsionismo espiritual" al dar más allá de los límites normales.

En una ocasión, los vuelos de sus invitados resultaron estar programados de forma escalonada, por lo que cada uno llegó aproximadamente una hora después del otro. El primer huésped llegó a la hora de la cena. "Bienvenido. Llegaste en el momento perfecto", le dijo la anfitriona, "justo para la cena". Ella sirvió la comida al huésped y a su esposo y comieron. El invitado se retiró a su habitación, ella limpió la mesa y entonces llamaron a la puerta. Llegó el segundo huésped. La anfitriona rápidamente preparó la mesa mientras su esposo abrió la puerta. "Bienvenido, llegaste en el momento perfecto. Justo para la cena", le dijo. Se sentaron a la mesa, ella sirvió la cena y comieron. Una hora después la escena se repitió. Yo llegué una hora más tarde con el cuarto invitado y nos encontramos con el mismo escenario. Cuatro veces, los anfitriones repitieron la misma escena. El hombre cenó cuatro veces. Su esposa sirvió la cena en cuatro ocasiones, como si fuera la primera vez. A ellos les concedo el título de "Yoguis de paciencia y sensibilidad".

Un especialista de corazón de Boston llegó a Israel para descansar un poco. Dado que en su ciudad natal a menudo su tiempo libre no es tan libre, estar en un lugar tan alejado le aseguraba un tiempo separado de todo lo relativo a la medicina. Sin embargo, un nudnik se enteró dónde estaba y le notificó sobre un bebé que estaba muy grave y sus padres deseaban consultar con médicos de Boston. Sin dudarlo y sin esperar que se lo pidieran dos veces, tomó el teléfono y llamó a la familia del bebé. De él puedo aprender a ir más allá de mis necesidades personales para satisfacer las necesidades de los demás.

Todos tenemos necesidades. Todos pensamos que tenemos límites. ¿Cuántas veces me encuentro murmurando: "Suficiente. Llegué a mi límite"? Yogui Laser, al contorsionar sus músculos ese día en la calle, me permitió entender que mis propias capacidades para llegar a dominar mis miembros emocionales y espirituales, están mucho más allá de lo que yo pensé que eran mis límites.

Desde hoy, aspiro a convertirme en la máxima contorsionista, una verdadera maestra de luz.

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