La dignidad y el profundo significado de Lag BaÓmer

23/05/2024

4 min de lectura

El alma y cómo progresar de un estado materialista, animal, a un reino cada vez más humano de libre albedrío y espiritualidad.

En un pueblo llamado Slabodka había un rabino que nunca les dijo a sus hijos (ni a ninguna otra persona) no hacer algo porque era erróneo, malo o un pecado. Él siempre decía: "No hagas eso, no es digno de ti. Eres mejor que eso".

Este rabino, Rav Eliézer Iehudá Finkel, sostenía que la educación ideal es enseñar a las personas la grandeza del ser humano, la naturaleza elevada y refinada del alma y la idea de la dignidad humana. Él creía que el mayor desafío para los humanos era vivir de acuerdo con su potencial interno, su grandeza y la naturaleza de su alma.

La sensación de dignidad que sientes tiene relación con el origen y la naturaleza Divina de tu alma. Virtualmente todas las personas sienten alguna clase de autorespeto y dignidad. Por eso, por ejemplo, la vasta mayoría de la población del mundo siente la necesidad de usar alguna clase de vestimenta, por mínima que sea. Si a una persona le sacaran toda pizca de dignidad, probablemente se volvería loca o moriría. Creemos que este sentido de la dignidad se debe a que el ser humano posee una esencia espiritual, el alma, que de acuerdo con la tradición judía procede del mundo espiritual infinito que está más allá del tiempo, del espacio y de la materia. Por eso, a diferencia de los animales que se sienten a gusto en el mundo físico finito, el ser humano se siente elevado y por encima de lo puramente físico. Este sentimiento se expresa en la dignidad humana.

A diferencia de los animales que se sienten a gusto en el mundo físico finito, el ser humano se siente elevado y por encima de lo puramente físico. Este sentimiento se expresa en la dignidad humana.

Rav Finkel entendió que la dignidad es la mayor motivación para hacer lo que es bueno y es una de las herramientas más poderosas para lograr la moralidad y la grandeza. Como veremos, el período entre Pésaj y la festividad de Shavuot se enfoca precisamente en esta idea.

Históricamente, la travesía del pueblo judío para convertirse en pueblo comenzó en Pésaj con el Éxodo, cuando fueron redimidos de la esclavitud y la subyugación física. Sin embargo, el pueblo judío, que estuvo esclavizado durante más de 200 años, todavía carecía de un sentimiento de identidad, propósito y dignidad nacional. Habían sido condicionados a verse a sí mismos como inferiores, como bestias de carga. Desde el momento en que los judíos partieron de Egipto hasta que recibieron la Torá en el Monte Sinaí, estuvieron dedicados a rehabilitarse de su mentalidad de esclavos y a restaurar su dignidad. Este período de tiempo, desde el Éxodo hasta el Monte Sinaí, se conoce como el período de la "cuenta del Ómer".

La Torá enfatiza la conexión entre los dos eventos de Pésaj y la festividad de Shavuot, que conmemora la revelación en el Sinaí, dándonos un mandamiento de contar cada uno de estos 49 días. Se nos dice que debemos contar los días y las semanas desde el segundo día de Pésaj hasta la festividad de Shavuot. El mandamiento se conoce como Sefirat HaÓmer, lo que significa "la cuenta del Ómer". El Ómer era una ofrenda de la cebada recién cosechada que se llevaba al Templo de Jerusalem el segundo día de Pésaj. En Shavuot la ofrenda era de pan hecho con harina de trigo. En la antigüedad, la cebada se utilizaba especialmente como forraje para los animales, mientras que el trigo era predominantemente para el consumo humano, y el pan era un alimento exclusivamente humano. De esta manera, al contar, marcamos también nuestra progresión desde la esclavitud y el estado materialista, animal, al reino cada vez más humano del libre albedrío, la dignidad y el apego del alma a Dios.

Para el pueblo judío que salió de Egipto, el período entre el Éxodo y la revelación en el Monte Sinaí fue un continuo despertar espiritual y una época de enorme alegría.

En el siglo I de la era común, el pueblo judío experimentó una enorme tragedia durante el período de la cuenta del Ómer. El mayor sabio de la generación era Rabí Akiva, quien había enseñado a gran cantidad de estudiantes. El Talmud cuenta que los 24.000 estudiantes de Rabí Akiva, que constituían la cadena principal de transmisión de la Torá, murieron como resultado de una epidemia entre Pésaj y Shavuot. El Talmud declara que la razón de este castigo Divino fue que no se trataban entre ellos con el suficiente respeto. En un sentido, sucumbieron a una "tormenta perfecta". Ellos, los principales transmisores de la tradición judía, a quienes les enseñó el más grande de los Sabios, durante el momento preciso en que nos enfocamos en la dignidad humana y el honor, fracasaron en su mandato de tratarse mutuamente con el máximo honor y respeto. La falta del respeto debido a un colega demostró un entendimiento deficiente del potencial intrínseco e infinito del alma humana.

Para conmemorar esta tragedia, muchas comunidades judías aceptaron ciertas costumbres asociadas con el duelo. Durante este período no se celebran matrimonios, la gente no se corta el cabello, los hombres no se afeitan. Entre los judíos de Europa (ashkenazim) este fue también un período de terrible sufrimiento durante las cruzadas, y en consecuencia son más estrictos respecto a las leyes de duelo que los judíos de España, del Medio Oriente y del Norte de África (sefaradim). Para la mayoría de las comunidades el duelo termina el 33° día del Ómer, conocido como Lag BaÓmer. Este fue el día en que terminó la plaga y ya no hubo más muertes. Por eso la naturaleza alegre original de este período puede volver a manifestarse.

Un evento adicional que ocurrió en este día, fue el fallecimiento de Rabí Shimon bar Iojai. Rabí Shimon fue uno de los más grandes eruditos de la Cábala (el misticismo judío). Él murió en Lag BaÓmer, y la tradición dice que en ese día reveló a sus estudiantes muchas de las ideas más profundas de la Cábala, y ellos las registraron en el libro conocido como el Zóhar.

Una antigua costumbre judía es celebrar el día del aniversario de la muerte de un gran erudito con una fiesta en su honor como un medio de inspirar a la gente con sus lecciones y enseñanzas. Durante cientos de años en Lag BaÓmer, la gente fue a la tumba de Rabí Shimon en el Monte Merón, en la región de la Galilea en Israel. Allí celebran encendiendo fogatas, simbolizando la luz de la Torá que Rabí Shimon reveló, y bailando y cantando, así como estudiando las enseñanzas de Rabí Shimon. Esto también se relaciona con la idea del honor y la dignidad. Mientras más uno es capaz de ver las increíbles profundidades ocultas en la Torá, más entiende las profundidades dentro de cada persona y de sí mismo. Esta conciencia resalta la idea de la dignidad y enciende en cada uno un brillante fuego Divino.

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Magda
Magda
22 días hace

Excelente como HaShem eleva al ser humano

Henry
Henry
22 días hace

Especial enseñanza, muy sabia, y que confirma la grandeza de la TORA.

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