Discutir por amor al Cielo

24/06/2024

7 min de lectura

Koraj (Números 16-18 )

La rebelión de Kóraj no fue tan sólo la peor de las revueltas en los años que el pueblo pasó en el desierto. También fue una rebelión de otra clase porque fue un ataque directo a Moshé y a Aharón. Kóraj y sus seguidores en esencia acusaron a Moshé de nepotismo, de fracaso y, sobre todo, de ser un fraude, de atribuirle a Dios las decisiones y las leyes que Moshé mismo había inventado para lograr sus propios fines. El ataque fue tan grave que se convirtió, en opinión de los Sabios, en un paradigma de la peor clase de desacuerdo:

¿Qué discusión es por amor al Cielo? La discusión entre Hilel y Shamai. ¿Qué discusión no es por amor al Cielo? La discusión de Kóraj y sus seguidores (Mishná Avot 5:17)

Menajem Meiri (Cataluña 1249-1306) explica esta enseñanza en los siguientes términos:

La discusión entre Hilel y Shamai: En sus debates, uno tomaba una decisión y el otro argumentaba en contra por su deseo de descubrir la verdad, no por acritud o para prevalecer sobre su compañero. Una discusión que no fue por amor al Cielo fue la de Kóraj y sus seguidores, porque ellos quisieron socavar a Moshé por envidia y con la ambición de lograr la victoria.(1)

Los Sabios explican aquí una diferencia fundamental entre dos clases de conflicto: la discusión por amor a la verdad y la discusión para lograr la victoria.

El pasaje debe leerse de esta manera, por la enorme discrepancia entre lo que los rebeldes dijeron y lo que pensaban. Dijeron que el pueblo no necesitaba líderes. Todos eran santos. Todos habían oído la palabra de Dios. No debía haber distinción de rango, ni jerarquías de santidad dentro de Israel. "¿Por qué ustedes se exaltan por encima de la congregación del Eterno?" (Números 16:3). Sin embargo, de la respuesta de Moshé queda claro que él oyó algo diferente detrás de sus palabras:

Y Moshé dijo a Kóraj: "¡Oigan, por favor, hijos de Levi! ¿Es poco para ustedes que el Dios de Israel los haya distinguido de la asamblea de Israel a fin de acercarlos a Él para desempeñar el servicio del Tabernáculo del Eterno y estar parados delante de la asamblea para ministrar ante ellos? Él te ha acercado, así como a todos tus hermanos, los hijos de Levi junto contigo, ¿pero ahora también han de pedir el sacerdocio? (Números 16:8-10)

No se trataba de que quisieran una comunidad sin líderes. Más bien, querían ser ellos los líderes. La retórica de los rebeldes no tiene nada que ver con la búsqueda de la verdad y todo con la búsqueda de honor, estatus y (tal como ellos lo veían) poder. No querían aprender sino ganar. No buscaban la verdad sino la victoria.

Podemos ver el impacto de esto en términos de la secuencia de eventos que siguieron. Primero, Moshé les propuso una prueba simple. Dejar que los rebeldes llevaran al día siguiente una ofrenda de incienso y que Dios demostrara si aceptaba o rechazaba su ofrenda. Esta es una respuesta racional. Dado que lo que juzgaban era qué quería Dios, había que dejar que Dios decidiera. Era un experimento controlado, una prueba empírica. Dios dejaría saber al pueblo, de una forma clara, quién tenía razón. Eso establecería de una vez y para siempre la verdad.

Pero Moshé no se detuvo allí, como lo hubiera hecho si la verdad fuera el único tema involucrado. Tal como vimos en la cita previa, Moshé trató de sacar a Kóraj de su disenso, no refiriéndose a su argumento sino hablándole al resentimiento subyacente. Moshé le dijo que había recibido un puesto de honor. No era un sacerdote, pero era un levita, y los levitas tenían un estatus sagrado especial que no compartían las otras tribus. Le estaba diciendo que debía estar satisfecho con el honor que tenía y no permitir que su ambición lo superara.

Luego se dirigió a Datán y Aviram, los rubenitas. De haber tenido la oportunidad, les hubiera dicho algo diferente ya que la fuente de su descontento era diferente a la de Kóraj. Pero ellos se negaron a reunirse con Moshé, otra señal de que no tenían ningún interés en la verdad. Ellos se rebelaron por una profunda sensación de que la tribu de Reubén había sido pasado por alto. Reubén era el primogénito de Iaakov, y por lo tanto parecía que lo habían dejado afuera en la distribución de honores.

En ese punto, el enfrentamiento se volvió todavía más intenso. Por única vez en su vida, Moshé hizo depender su liderazgo en que ocurriera un milagro:

Moshé dijo: "En esto sabrán que el Eterno me envió para realizar todos estos actos, que no fue de mi propio corazón: Si como mueren todos los seres humanos ellos mueren, y el destino de todo ser humano es aplicado a ellos, entonces el Eterno no me ha enviado. Pero si el Eterno crea una creación completamente nueva, y la tierra abre su boca y los traga a ellos y a todo lo que es suyo, y ellos descienden vivos al inframundo, entonces sabrán que estos hombres han provocado a ira al Eterno" (Números 16:28-30)

Puede que tengas razón, implicaron, y que Kóraj estuviera equivocado. ¿Pero es esta la forma de ganar una discusión? Hacer que tus oponentes sean tragados vivos? Esta vez, Dios sugirió una forma totalmente diferente de resolver la disputa. Le dijo a Moshé que cada una de las tribus tomara un bastón, escribiera en él su nombre, y lo colocara en la Tienda del Encuentro. En el bastón de la tribu de Levi debían escribir el nombre de Aharón. Uno de los bastones brotaría, y eso sería señal de que Dios lo había elegido. Así lo hicieron las tribus, y a la mañana siguiente volvieron y encontraron que el bastón de Aharón había brotado, florecido y producido almendras. Esto, finalmente, puso fin a la discusión (Números 17:16-24).

En otras palabras, lo que resolvió la disputa no fue una muestra de poder sino algo completamente diferente. No podemos estar seguros, porque el texto no lo dice, pero el hecho de que el bastón de Aharón floreciera parece tener un rico simbolismo. En el Medio Oriente, el almendro es el primer árbol en florecer. Sus flores blancas señalan el fin del invierno y el surgimiento de nueva vida. En su visión profética, Jeremías vio una rama de un árbol de almendro (shaked)y Dios le dijo que esa era una señal de que Él, Dios, estaba "observando" (shoked) para ver que Su mundo se llenara (Jeremías 1:11-12).(2) Las flores del almendro recuerdan las flores de oro de la Menorá (Éxodo 25:31, 31:17), que Aharón encendía cada día en el Santuario. La palabra hebrea tzitz, usada aquí con el significado de "flor" recuerda al tzitz, la placa de oro puro que formaba parte del tocado de Aharón, donde estaban inscriptas las palabras "Santo para Hashem" (Éxodo 28:36).(3) La rama de almendro florecida era más que una señal. Era un símbolo polifacético de la vida, la luz, la santidad y la presencia vigilante de Dios.

Casi podríamos decir que la rama de almendro simbolizaba la voluntad sacerdotal de vida contra el deseo de poder de los rebeldes.(4). El sacerdote no gobierna al pueblo, lo bendice. Es el conducto a través del cual fluyen las energías vitales de Dios.(5) Él conecta a la nación con la Presencia Divina. Moshé le respondió a Kóraj en los términos de Kóraj, mediante una demostración de fuerza. Dios respondió de una manera muy diferente, mostrando que el liderazgo no es una autoafirmación, sino una forma de desdibujarse a uno mismo.

Lo que nos muestra todo el episodio es la naturaleza destructiva de la discusión que no es por amor al Cielo; es decir la discusión buscando la victoria. En ese conflicto, lo que está en juego no es la verdad sino el poder, y el resultado es que ambas partes sufren. Si tú ganas, yo pierdo. Pero si yo gano, también pierdo, porque al disminuirte a ti, también me disminuyo a mí mismo. Incluso Moshé se rebaja, exponiéndose a la acusación de haber "matado al pueblo de Hashem". Discutir en aras del poder es una situación en la que todos pierden.

Lo contrario ocurre cuando se discute para llegar a la verdad. Si gano, gano. Pero si pierdo también gano, porque ser derrotado por la verdad es la única forma de derrota que también es una victoria.

En un pasaje famoso, el Talmud explica por qué la ley judía tiende a seguir el punto de vista de la Escuela de Hilel antes que la de su oponente, la Escuela de Shamai:

[La ley es acorde con la Escuela de Hilel] porque ellos eran amables y modestos, porque estudiaban no sólo sus propias normas sino también las de la Escuela de Shamai, y porque enseñaban las palabras de la Escuela de Shamai antes que las propias (Eruvín 13b)

Buscaban la verdad, no la victoria. Por eso escuchaban la opinión de su oponente y la enseñaban antes de enseñar sus propias tradiciones. En las elocuentes palabras de un científico contemporáneo, Timothy Ferris:

Todos los que buscan genuinamente aprender, ya sean ateos o creyentes, científicos o místicos, están unidos no por una fe, sino por la fe misma. Su señal es la reverencia, su hábito respetar la elocuencia del silencio. Porque la mano de Dios puede ser una mano humana si la extiendes con amorosa bondad, y la voz de Dios puede ser tu voz, si dices la verdad.(6)

 A veces han dicho que el judaísmo es una "cultura de la argumentación".(7). Se trata de la única literatura religiosa que conozco cuyos textos claves (la Biblia hebrea, el Midrash, al Mishná, el Talmud, los códigos de la ley judía y los compendios de interpretación bíblica) son antologías de discusiones. Esa es la gloria del judaísmo. La Presencia Divina se encuentra no en una voz frente a la otra, sino en la totalidad de la conversación.(8)

En una discusión en busca de la verdad, ambas partes ganan, ya que cada una está dispuesta a escuchar las opininones de sus oponentes y, de este modo, se amplía. En la discusión como una búsqueda colaborativa de la verdad, los participantes usan la razón, la lógica, los textos compartidos y la reverencia compartida por los textos. No usan la discusión ad hominem, abusos, desprecio ni apelaciones poco sinceras de emoción. Cada uno está dispuesto, si se le refuta, a decir: "Estaba equivocado". No hay triunfalismo en la victoria, ni hay ira ni angustia en la derrota.

La historia de Kóraj sigue siendo el ejemplo clásico de cómo se puede deshonrar una discusión. Las Escuelas de Hilel y Shamai nos recuerdan que hay otro camino. "Discutir por amor al Cielo" es uno de los ideales más nobles del judaísmo: la resolución de conflictos honrando a ambas partes y siendo humildes en la búsqueda de la verdad.

Shabat Shalom


NOTAS

  1. Meiri, Beit HaBejirá ad loc
  2. Ver L. Yarden, The Tree of Light (London: East and West Library, 1971), 40-42.
  3. También puede haber una alusión al tzitzit, los flecos con hilo azul, que de acuerdo con el Midrash fueron uno de los argumentos utilizados por Kóraj para rebelarse.
  4. Sobre la relevancia contemporánea de esto, ver Jonathan Sacks, Not in God's Name (New York: Schocken, 2015), 252-268.
  5. La frase que me viene a la mente es la de Dylan Thomas: "La fuerza que a través de la mecha verde impulsa la flor" (del poema del mismo nombre). Así como la vida fluye a través del árbol para producir flores y frutos, hay una fuerza vital Divina que fluye a través del Sacerdote para producir las bendiciones entre el pueblo.
  6. Timothy Ferris, The Whole Shebang (London: Weidenfeld & Nicolson, 1997), 312.
  7. David Dishon, The Culture of Argument in Judaism [en hebreo] (Jerusalem: Schocken, 1984).
  8. He escrito más extensamente sobre esto en Jonathan Sacks, Future Tense (London: Hodder and Stoughton, 2009), 181-206.
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