3 min de lectura
3 min de lectura
2 min de lectura
8 min de lectura
6 min de lectura
Cómo honrar a un padre que ya no está vivo.
El domingo me encontré de nuevo junto a la tumba de mi padre. Era el yortzait (aniversario de muerte) de mi padre y la costumbre es volver una vez más al lugar de descanso del ser querido. Mientras estábamos allí mi madre, mi hermana y yo, comenzó a caer una lluvia helada. Gotitas duras empezaron a caer con fuerza sobre nosotras. No nos cambiamos de lugar. Las palabras en nuestros libros de rezo se volvieron húmedas y borrosas, pero no nos movimos. Sentí como si los cielos estuvieran llorando con nosotras otra vez, sintiendo nuestra dolorosa pérdida.
¿Puede ser que pasaron años y el dolor sigue consumiendo?
Sin embargo, más allá de dolor, está la conexión con el hombre que me quiso durante toda mi vida. Sin importar lo difícil que haya sido su día, mi padre nunca perdió los estribos conmigo. No puedo recordar que haya alzado la voz en un enojo agudo o en un ataque de furia. Cuando yo era pequeña, sentía que él siempre trataba de escuchar mis palabras. Me llamaba tiernamente ‘sheifale’, querida, y curaba mis pequeñas heridas. Cuando crecí, fue su sonrisa bella y radiante la que me acompañó a través de mis años de adolescencia y más allá. Cuando no quedaba nada más por decir, sus ojos cálidos y brillantes lo decían todo. “Todo estará bien – eres amada más allá de todo”. No había carga que fuera demasiado pesada, ni hora que fuera demasiado tarde si significaba estar ahí para alguno de nosotros, sus hijos. Pasaron años, y entonces fueron sus nietos quienes descubrieron el mundo mágico del amor absoluto de un Zeide.
Nuestra vida juntos trajo momentos en los que aún pienso y que sigo apreciando. Quiero reír con él otra vez, que compartamos sueños de nuevo, que hablemos de nuevo, y que mis hijos escuchen la sabiduría de mi padre. Quisiera que mis hijos y nietos pudieran escuchar su Shemá tranquilizador en la cama, antes de irse a dormir, o atesorar los momentos simples que nos enseñó a disfrutar. Alimentar a los patos con jalá, pintar arcoíris con marcadores aromatizados, y sonreír juntos ante las maravillas de la vida.
Desearía poder una vez más sujetar su mano y caminar con él a la sinagoga, prepararle una comida deliciosa, o ayudarlo con su sombrero y su chaqueta. Adoraría tener una oportunidad de honrar a mi padre, aunque fuera por sólo un momento. Cuando leo las palabras de personas que crecieron con ira o resentimiento por los terribles errores que cometieron sus padres, extraño a mi padre aún más.
Incluso después de la muerte es posible mantener la conexión de toda la vida.
Si uno ha sido bendecido con el amor de los padres y luego sus padres se han ido de este mundo, ¿es posible seguir manteniendo la conexión? Por supuesto, todos estamos obligados a respetar y honrar a nuestros padres, es uno de los Diez Mandamientos. Pero, ¿cómo puedo honrar a mi padre si no está aquí?
Más y Más alto
Recuerdo una visita de shivá que hice recientemente a una estudiante mía que había perdido a su padre. Cuando me senté me contó que sólo tenía una pregunta.
“Quise mucho a mi padre, ¿cómo puedo seguir honrándolo ahora que ya no está?”.
Le expliqué que hay formas mediante las que no sólo podemos honrar a nuestros padres, sino que también podemos ayudarlos para que puedan entrar al Mundo Venidero. Después de que un alma deja este mundo, ya no hay más oportunidades para que logre cosas y cumpla mitzvot. Nuestros Sabios nos enseñan que el alma se siente apenada y con remordimiento por la idea de que es muy tarde para rectificar cualquier falta o para hacer mitzvot. Cuando enfrenta el juicio, el alma clama, “si sólo tuviera la oportunidad de corregir mis acciones”.
Quienes quedamos en este mundo podemos hacer un enorme acto de bondad y honorar a nuestros padres una vez más (Si bien estoy hablando sobre un padre, todos estos conceptos se aplican a cualquier ser amado que ha partido de este mundo). Cada vez que hacemos una mitzvá en mérito del difunto, ayudamos a su alma a elevarse más y más alto en el Cielo.
Nuestras mitzvot se convierten en el lazo salvavidas de nuestros padres, porque conectamos nuestras buenas acciones con sus almas y sus almas se benefician de ellas. Podemos crear la máxima conexión. Es como si estuviésemos enviando al Cielo un paquete de primeros auxilios.
¿Qué Puedo Hacer?
Nuestros Sabios nos enseñaron modos específicos con los que, en nuestra vida diaria, podemos ayudar a nuestros seres queridos a ganar mérito. Podemos dedicar nuestras acciones para la elevación del alma por medio de las siguientes sugerencias:
La fecha del yortzait también nos da oportunidades adicionales para ayudar al alma a ascender más alto en el Cielo porque el yortzait es el día del juicio para el alma. Es una costumbre reunirse y tener una comida, una seudá, donde hablamos sobre el buen carácter de nuestro ser amado. Contamos historias personales que transmiten su bondad, su buen corazón y su integridad. Visitar la tumba, dar caridad, y estudiar Torá son formas suplementarias para sumar a nuestro ‘Paquete de Asistencia para el Cielo’.
Una Invitación
Cuando terminamos nuestros salmos, mi hermana abrió su bolso y sacó un papel blanco plegado.
Esta semana se va a casar la hija de mi hermana, y mi hermana trajo la invitación de la boda al cementerio. Sonrojándose, la puso sobre el lugar de descanso de mi padre y la cubrió con las piedritas que puso sobre su sepultura.
“Aba, por favor, ven a nuestra boda, y trae a todos nuestros Zeides y Bobes contigo”, lloró.
Entonces mi madre invitó personalmente a mi padre, y a mi zeide y a mi abuelita, quienes descansan junto a él. Les sollozó a las almas en idish, y les rogó que se unieran a nosotros y nos concedieran sus bendiciones. Mi hermana puso invitaciones en sus sepulturas y susurró una oración privada. Nuestras lágrimas fluyeron y se mezclaron con la lluvia que estaba cayendo.
Es una costumbre invitar a las almas de nuestros padres y abuelos a la boda.
Cuando hay una boda en la tierra, y se está por establecer un nuevo hogar judío, son dados permisos a las almas para asistir a la Jupá y regocijarse con la novia y el novio. Es una costumbre invitar a las almas de nuestros padres y abuelos a la boda.
Recordé 25 años antes, estaba por entrar a la Jupá, y mi padre se dirigió a mí por un momento.
“Shefale”, dijo, “estás por entrar a la Jupá. Estás empezando una nueva vida, edificando tu propio hogar. Nunca tengas miedo. Todos tus sagrados Zeides y Bobes, que están en el Cielo, esta noche están aquí contigo. No estás caminando sola. Nunca olvides este momento”.
Entonces tomó mi mano y, junto con mi madre y todas las almas preciadas, caminamos a lo largo del pasillo.
Estoy esperando la Jupá de mi sobrina esta semana para tener otra vez un momento con mi querido padre y con todas las demás sagradas almas de arriba.
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.