Nacimiento
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Una guía sobre cómo reconfortar a un doliente.
Cuando uno visita a un doliente, el foco debe ser puesto en reconfortar a la persona de duelo en su momento de máxima tristeza. Tradicionalmente, uno entra a una casa de dolientes en silencio con un suave golpe en la puerta para no sobresaltar a quienes están dentro. Nadie necesita dar la bienvenida a los visitantes, ellos simplemente entran por sí solos.
No se sirven comidas o bebidas para los visitantes, porque los dolientes no son anfitriones. Ellos no dan la bienvenida a los visitantes, no se ponen de pie, ni los acompañan hacia afuera.
Cuando entras a la casa, no debes saludar a los dolientes. De hecho, lo mejor es llegar en silencio y sentarse cerca de ellos. Busca pistas del estado de ánimo de los dolientes. Si tienen ganas de hablar, deja que lo indiquen hablando primero. Deja que ellos lideren y que hablen sobre lo que quieran hablar. Es mejor hablar sobre la persona que ha muerto, y si tienes historias o recuerdos para compartir con el doliente, éste es el momento para hacerlo.
No es momento de distraerlos de su duelo. Por nerviosismo, a menudo comenzamos conversaciones triviales porque no sabemos lo que decir. No llenes el tiempo hablando sobre temas felices o puntos inconsecuentes como política o negocios.
Muchas veces lo mejor es no decir nada. Una visita a un doliente a veces puede ser completamente silente. Si el doliente no tiene ganas de hablar en el momento, que así sea. Tu objetivo no es hacerlos hablar, es confortarlos. Tu sola presencia ya está haciendo eso. Al sentarte allí en silencio, estás diciendo más palabras que lo que las palabras pueden decir. Estás diciendo: “Estoy aquí para ti, siento tu dolor. No hay palabras”.
Y a veces no las hay. Aquí hay un ejemplo de cosas que no hay que decir:
Recuerda que hablar sobre la persona amada que perdieron es confortante. Está bien si lloran: están de duelo. Todo es parte del importante proceso de asumir la pérdida.
No deberías prolongar tu visita más de lo necesario. Veinte minutos será suficiente. Cuando otros visitantes lleguen y haya poco espacio, con certeza es momento de irse.
Antes de irse, uno se para, se acerca al doliente y recita: “HaMakom Yenajem etjem betoj shear avelei Tzíon veYerushalaim” - Que Dios te conforte entre aquellos que hacen duelo por Zión y Jerusalem. Uno puede leer esta frase de una hoja de papel.
Al irse de la casa de un doliente, es costumbre dar caridad en memoria de la persona que falleció, para que su alma sea elevada.
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