La definición de 'rezar' según el judaísmo

Cuando algo terrible sucede, ya sea un desastre natural, un tiroteo masivo o algo igual de horrible, casi inmediatamente internet se llena de publicaciones sinceras de "pensamientos y rezos". Mucha gente encuentra esto de mal gusto. Para algunos, ese mal sabor proviene de la percepción de que las personas capaces de hacer cambios hablan rápidamente sobre hacer lo correcto y hacen un gran espectáculo sobre cuánto les importa, pero en realidad, no hacen nada más.

Pero para otros, ese mal sabor podría provenir de algo mucho más profundo, que a su vez delata una mayor angustia existencial.

Piénsalo de esta manera: si Dios realmente existe, ¿dónde estaba antes de que ocurriera el desastre? Es obvio para prácticamente todos que lo que sea que haya sucedido es malo. Dios también debe saberlo. ¿Por qué no lo detuvo? Y dado que Dios no lo detuvo, ¿de qué sirve rezar? ¿Estás rezando para que no empeore, o para que atrapen a los malos, o para que tú y tus seres queridos no se vean afectados o al menos de alguna manera sobrevivan? ¿Para qué exactamente estás rezando? ¿No parece eso una pérdida de tiempo?

Pero quizás rezar se trata de algo más. Quizás tu comprensión del rezo, de qué es y qué hace, está equivocada. Quizás rezar no tiene nada que ver con pedir cosas.

Aproximadamente el ochenta por ciento de las personas dicen rezar al menos una vez al mes, y la mayoría más que eso. Y rezan prácticamente por todo: por tener seguridad, salud, ser ricos, encontrar un trabajo, llegar a tiempo al trabajo, vencer a sus enemigos... la lista es prácticamente interminable. Y eso a pesar del hecho de que rezar no pareciera ayudar. La mayoría de las personas no son ricas. Se lastiman, quedan atrapadas en el tráfico, su internet se cae, su teléfono se pierde, y la persona de la que están enamorados por algún motivo no está enamorada de ellos. Es como si la vida fuera una serie interminable de pequeñas decepciones hasta que llega la muerte.

La mayoría de los rezos parecen quedar sin respuesta. Pero ese no es el enfoque judío. Según el judaísmo, y esto es radical, Dios responde cada rezo, el cien por ciento del tiempo. Ningún rezo queda sin respuesta, nunca. Es solo que a veces la respuesta es "no". Y ahí está el problema. Aceptar "no" como una respuesta posible y legítima cambia todo. Significa que rezar no se trata de pedir cosas. Se trata de algo más.

Conceptualmente hablando, si Dios realmente existe y es tan omnipotente y todopoderoso como decimos que es, obviamente ya sabe lo que quieres. Sabe que quieres que se evite la crisis, que la situación mejore o lo que sea. Conoce tus deseos. También tiene la capacidad de entregar, de darte todo lo que quieres y más. Eso es lo que significa ser omnipotente y todopoderoso. Sin embargo, cuando rezas y Dios dice "no", ¿es porque es insensible, cruel o porque te está ignorando? Tal vez. O tal vez es algo más.

Quizás Dios está tratando de decirte algo. ¿Qué está tratando de decirte? Eso es difícil de decir. Pero descifrarlo, pasar por el proceso de rezar, expresar tus anhelos y deseos, y luego procesar e intentar entender la respuesta de Dios, es finalmente la comprensión judía de del rezo. Dios no es un 'genio de la lámpara' que concede deseos. El rezo es una conversación. Es un ejercicio constante y regular de expresar tus esperanzas y sueños, y luego compararlos con la realidad.

Y si tus sueños no están sincronizados con la realidad debes preguntarte, ¿por qué no? ¿Cuál es el problema? ¿Qué está tratando de decirte Dios? ¿Cuánto estás dispuesto a cambiar, reflexionar, introspeccionar y crecer para convertirte en la persona que eres capaz de ser? La responsabilidad es tuya. ¿Cuánto te conoces a ti mismo y cuánto estás dispuesto a aprender? Esa es la esencia del rezo. Es darle sentido al mundo, hacer compromisos reales, tomar acción. Es aceptar que tu éxito y la persona en la que te conviertes, así como tu respuesta a cualquier crisis que azote a la humanidad, depende finalmente de ti.