Guía paso a paso
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Por tres milenios, Shabat ha sido un oasis judío en el tiempo. Descubre que hay detrás de este "día libre".
Shabat es el nombre hebreo del séptimo día de la semana. La Torá dice, "Seis días trabajarás, y el séptimo día es Shabat, para el Eterno tu Dios." (Deuteronomio 5:13)
En el judaísmo, los otros días de la semana (domingo, lunes, etc.) no tienen nombres propios especiales. Más bien, nos referimos a estos días como "el primer día hacia el Shabat," etc. Cada día es conocido solamente por su relación con el Shabat. De esta manera, recordamos diariamente la centralidad del Shabat.
Esperamos con ansías su llegada, apartamos a un costado ropa y comida especial para él. Shabat está en el centro mismo de la conciencia judía. Es repetido más veces que cualquier otra mitzvá en la Torá, siendo la única observancia ritual que es parte de los Diez Mandamientos.
Los judíos observantes te dirán que Shabat es una de las más grandes fuentes de inspiración. Y, paradójicamente, Shabat suele ser el más grande obstáculo para aquellos que están acercándose al judaísmo.
¿Qué es lo que tiene el Shabat que lo hace tan importante para los judíos? ¿Tan poderoso para algunos y aun así tan desconcertante para aquellos que no lo han experimentado?
El Midrash dice: Cuando los judíos estaban reunidos en el Monte Sinai para recibir la Torá, Dios les dijo que el paraíso sería su recompensa por cumplir los mandamientos. Ellos Le preguntaron, "¿Cómo sabemos que el paraíso es tan bueno? ¿Qué tal una muestra gratis para ver si vale la pena?" (Aparentemente los judíos siempre hemos sido astutos negociantes).
Dios no se enojó. Él sabía que el paraíso es donde experimentamos el puro y auténtico placer de Su infinidad. Así que dijo, "No hay problema. Les mandaré una muestra. El Shabat."
Por lo tanto los sabios dicen: Shabat es "una muestra del paraíso en la tierra." Si el paraíso es pura espiritualidad, entonces Shabat es una muestra de esa experiencia.
Hay dos preceptos centrales que nos enseñan como cuidar Shabat.
El primer precepto es no trabajar en Shabat. La Torá dice: "Seis días trabajarás, y el séptimo día es Shabat, para el Eterno tu Dios. [En ese día] no harás ninguna melajá" (Éxodo 20:9). (Melajá es un tipo de trabajo que definiremos más adelante).
El segundo es un precepto positivo de descansar en Shabat: "Y en el séptimo día descansarás" (Éxodo 23:12).
Un precepto es no hacer ninguna melajá y el segundo precepto es descansar. Pero, ¿Por qué necesitamos a ambos? Si la Torá nos dice "no trabajar", obviamente vamos a descansar y relajarnos mucho. ¿Por qué necesitaríamos un segundo precepto que nos ordene descansar?
Si la Torá nos tiene que dar dos preceptos separados, entonces claramente, uno no es el resultado automático e instantáneo del otro. El hecho que abstenerse de trabajar no es suficiente para automáticamente incluir descanso, implica que el "descanso" que hacemos en Shabat debe ser algo extra, algo que va más allá del resultado natural de no trabajar. Aparentemente el objetivo de Shabat no es simplemente poner nuestros pies para arriba, broncearse y tomar cócteles.
Entonces, ¿Cuál es la verdadera finalidad de estos preceptos?
En "Desayuno de Campeones," una novela de Kart Vonnegut, el personaje principal de la historia está una tarde en un bar tomando un trago lentamente. De la nada, se ve envuelto por la preocupación. Alguien a quien él tiene ansias de ver, y que, sin embargo, está de alguna manera amenazándolo, acaba de entrar al bar y está acercándose a su mesa. Se da vuelta para esconder su rostro. De repente, siente un golpecito en su hombro. Al darse vuelta, queda cara-a-cara con el autor del libro del cual él es el personaje principal.
Sus miedos más profundos se acaban de hacer realidad. Habiendo abrigado la esperanza de ser amo de su propio destino, debe ahora enfrentarse al hecho de que vive y muere por un trazo del lápiz del autor.
La historia de Vonnegut representa el conflicto enfrentado por todo ser humano.
Por un lado, todos anhelamos tener conciencia de la existencia de Dios, para estar cerca de este Ser Todopoderoso que creó todo y nos sustenta diariamente.
Por otro lado, todos vivimos con el miedo constante a confrontar el hecho que no somos capitanes de nuestros barcos. Cada uno de nosotros querría ser el número uno. Nuestro ego preferiría vernos como el centro del universo, en total control de nuestras vidas, nuestro destino, y el mundo. Entonces tratamos de convencernos que tenemos todo bajo control y en el proceso sacamos a Dios de nuestras vidas.
Shabat es la herramienta judía que nos asegura el no malentender nuestro lugar en el universo. Abstenerse de trabajar es el primer paso hacia lograr este objetivo. Dios le dio al hombre el poder de manipular y cambiar el mundo. Por esto, fácilmente nos auto-engañamos con el pensamiento de que controlamos el mundo.
Entonces llega Shabat. Cada séptimo día, nos "retiramos" del mundo y declaramos que no estamos a cargo de este mundo. Detenemos todo el trabajo de creación y reconocemos que el mundo es de Dios, no nuestro. Podemos manipular el mundo, pero no somos sus dueños. Dios nos da claras pautas para como podemos moldear el mundo, pero no es nuestro para hacer con él como estimemos conveniente todo el tiempo.
Cuando nos abstenemos de trabajar en Shabat, recuperamos la claridad y el entendimiento acerca de quien es el verdadero Creador.
Una vez que salimos de las ilusiones de nuestro propio poder e importancia (es decir, una vez que nos damos cuenta que no somos Dios), nos liberamos para alcanzar y experimentar el objetivo primordial de Shabat: ponerse en contacto con Dios. A pesar de que es verdad que podemos estar en contacto con Dios y la espiritualidad durante la semana, sólo ocurre si hacemos un particular esfuerzo para tomar parte de estas experiencias. Debemos luchar contra las influencias banales del día de trabajo para poder acercarnos a lo espiritual.
En Shabat, sin embargo, el nivel espiritual del mundo es intensificado. Dios nos sumerge en un ambiente espiritual, y nuestra percepción de su cercanía es elevada. Es como si fuese aumentada la estática.
En Shabat, cuando dejo de crear, ya no siento la necesidad de competir con el mundo que me rodea. No manejo mi auto, no hago trabajar a mis animales, ni siquiera arranco una hoja de pasto. En vez de imponer nuestra voluntad sobre el mundo, estamos en armonía con él.
En Shabat, todos somos reyes. Aprovechamos la espiritualidad extra infundida en Shabat para centrarnos en nuestras metas espirituales, las cuáles expresamos a través de los servicios de rezo, el estudio de Torá, las comidas festivas y el tiempo que pasamos con la familia y amigos. Por un día, no hay competencia. Hay sólo abundancia.
A esto se refiere el segundo precepto como "descansar". En Shabat, el duro esfuerzo que implica el ponerse en contacto con Dios viene naturalmente. El alma tiene lo que está buscando. Está descansando.
Shabat es nuestro recreo. Nos fortalece, no para desechar nuestro mundo diario, sino que para conservar nuestra capacidad de ser independientes de él. Shabat nos da equilibrio y perspectiva para nuestras vidas y para nuestra semana. Un cubo, que tiene seis lados, recibe su forma y sustancia desde su centro sólido. De la misma manera, los seis días de la semana están equilibrados con Shabat – la dimensión interna.
Si vamos a abstenernos de trabajar en Shabat, necesitamos saber como la Torá define "trabajo". Las reglas pueden sorprenderte: Arrastrar un saco de papas de 25 kilos de un cuarto a otro en Shabat esta técnicamente permitido, mientras que apretar el interruptor de una lámpara esta prohibido.
No es el "trabajo" lo que está prohibido en Shabat; Más bien es la categoría especial de trabajo llamada melajá. Éste termino se refiere a los 39 tipos de actividades creativas que fueron usadas para construir el Tabernáculo, el santuario portátil usado por los judíos durante el tiempo de Moshé y Yehoshúa. Estas 39 actividades incluyen, por ejemplo, plantar, cocinar y escribir.
El tabernáculo era el lugar físico donde la experiencia de Dios era más directamente tangible que en cualquier otro lugar en la tierra. Similarmente, Shabat es el período de tiempo en el cual la presencia de Dios es sentida más intensamente que en cualquier otro momento durante la semana. En otras palabras, así como el Tabernáculo es santidad en el "espacio", Shabat es santidad en el "tiempo".
En Shabat, por lo tanto, las actividades usadas para construir el Tabernáculo son completamente innecesarias, puesto que Shabat ya es un "santuario en el tiempo". El Shabat tiene una estabilidad y una permanencia que trascienden las limitaciones del espacio. Es una vacación gratis en cualquier parte del mundo – sin necesidad de agente de viajes. La presencia de Dios esta con nosotros simplemente a causa de la atmósfera que trae Shabat.
Esto explica por que en Shabat no nos debemos preocupar de ningún asunto que haya quedado sin terminar de la semana. En cambio, debemos sentir que todo esta completo. Shabat mismo marca una conclusión de nuestras metas.
¿Cuál es la experiencia de Shabat, y cómo nos conectamos con ella?
Imagina que estas en un cuarto con alguien que dice, "Quiero poder decir si esta claro u oscuro en este cuarto. ¿Cómo debo hacerlo?". Tú le dices, "Eso es fácil. Sólo abre tus ojos y ve si esta claro u oscuro." Él dice, "Tú no entiendes. Cualquiera puede hacer eso. Yo quiero poder oler la diferencia entre claro y oscuro." Tú le dices, "No puedes oler la diferencia entre claro y oscuro." Él dice, "¿Qué te parece probarlo?" "No puedes probar la diferencia. Para saber la diferencia entre claro y oscuro tienes que usar tus ojos."
Ése es exactamente el problema con Shabat. Es una experiencia distinta a lo que podemos estar acostumbrados. Para conectarse con Shabat, tienes que ponerte en contacto con tu sexto sentido. Con tu alma.
Al final de Shabat, tenemos una ceremonia llamada Havdalá, que significa "separación". Hacemos una bendición para agradecer a Dios por separar entre lo sagrado y lo mundano, y entre la luz y la oscuridad.
La diferencia entre lo sagrado y lo mundano es tan clara como el día y la noche. "Mundano" es lo inmóvil y las distracciones de las actividades diarias – comprar, viajar, computar. "Sagrado" es el alma anhelando contactarse con su creador. Tu alma no quiere comer o dormir. Tu alma es alimentada a través de la espiritualidad, y no se sentirá satisfecha hasta conseguirla.
Shabat está diseñado para facilitar el contacto del alma con la espiritualidad – con Dios. Liberamos nuestras mentes de las presiones del trabajo y nos concentramos en nuestras metas espirituales, las cuales son construidas en la estructura del día a través de los servicios de rezo, las comidas festivas, el estudio de Torá y el tiempo que pasamos con familia y amigos.
Shabat no es solamente la mejor herramienta espiritual del judaísmo, sino que históricamente también ha sido una prueba decisiva de si un individuo o una familia seguirán siendo una vibrante parte del pueblo judío. La famosa máxima dice:
"Más de lo que el judío ha cuidado el Shabat, el Shabat ha cuidado al judío."
Una historia real:
Bnei Brak es una ciudad en Israel con una gran población religiosa. Una vez había un hombre viviendo ahí que no era religioso, pero ya que vivía en la zona, mandó a su hija a una midrashá (centro de estudio de Torá para mujeres). Después de estudiar unos años en la midrashá, la hija decidió que quería cuidar Shabat. Dado que la familia no quería cuidar Shabat, cada semana se desataban peleas entre los padres y la hija.
Un viernes por la tarde, la hija fue a la tienda del barrio a comprar velas para Shabat. El dueño de la tienda, que sabía que la familia no cuidaba Shabat, asumió que la chica quería velas de yahrtzeit y le dio dos. (Las velas de yahrtzeit son prendidas en memoria de los fallecidos en la fecha de su muerte).
Aquella noche, mientras sus padres estaban en el piso inferior de la casa, la hija fue silenciosamente a su cuarto para prender las velas. Poco después, sus padres fueron a ver como estaba. Mientras abrían la puerta, vieron las velas de yahrtzeit prendidas. "¿Por quién son?" preguntaron.
"Una es por papá," dijo,"y una por mamá."
La ironía de las palabras de su hija dio en el blanco. Sin Shabat, se dieron cuenta, era solamente una cosa de tiempo antes que su conexión con la continuidad judía se muriera para siempre. Lentamente los padres empezaron a volver a un estilo de vida judía más fuerte y vibrante.
Si Shabat parece un proyecto desalentador, recuerda que en el judaísmo no es "todo o nada." Incluso un momento de abstinencia consciente de hacer una melajá en Shabat es una poderosa oportunidad para estar en contacto contigo mismo y con Dios.
¿Cómo empezar? Invita a tus amigos a comer el viernes en la noche. Prende las velas, haz kidush, canta algunas canciones, y comparte unas palabras de Torá. (Puedes hablar de la parashá de la semana, o elige un tema como "libre albedrío" o "vida después de la muerte")
Pero haz una regla: no habrá entretenimiento externo. Sin radio, sin televisión, sin teléfono, sin Internet. Pruébalo por algunas horas, y aumenta la cantidad de tiempo a medida que te vayas sintiendo más cómodo. La clave es poner a un lado el control del universo y estar en contacto con el Todopoderoso.
Finalmente, aquí hay un ejercicio que puede realmente darte ganas. Al anochecer este viernes, tómate un minuto y haz lo siguiente: aprieta tus puños por 60 segundos. Luego suéltalos.
Eso, amigos míos, es Shabat.
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