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Una muerte inesperada enseña lo valiosa y frágil que es la vida.
Este artículo está inspirado en todas las personas que partieron de este mundo demasiado pronto y dejaron un vacío muy grande. Que su memoria traiga fuerza para encontrar el valor para vivir y volver a sonreír.
Hay noticas que tienen el poder de cambiar la vida para siempre. La pérdida de un ser querido desgarra el alma y llena la mente con dudas casi imposibles de responder: ¿Cómo fue? ¿Por qué? ¿Quién decide? ¿Adónde se va? ¿Cómo puedo vivir con mi perdida? etc.
Lo que en un momento pudo ser un problema, un enojo o un resentimento con esa persona, repentinamente pierde todo su valor, la muerte termina con todo lo que fue.
La muerte es y será el tema más amargo, difícil y doloroso que hay. De hecho, no importa si uno recibiera una carta, con una clara explicación de por qué sucedió lo que pasó, el dolor que causa la muerte no desaparecería, ni se podría justificar.
No existe un buen día para morir. No importa cuántos años haya vivido, o que tan enfermo alguien pueda estar, dejarlo ir, siempre será algo doloroso.
Y si la muerte llega de forma repentina y mucho antes de lo que debería haber llegado, ya sea porque se lleva a una persona muy joven, a alguien sano, generoso o alegre que no tenia razón para morir, la pena se vuelve aun más dura, más fría e inconsolable.
La muerte crea un vacío en el alma que nunca se puede volver a llenar. Posiblemente con el tiempo se puede suavizar o adormecer, pero el dolor permanece como una cicatriz que no se cura, ni se olvida.
El encuentro cara a cara con la muerte es sin duda una prueba muy fuerte para todos. Hay que reconocer que uno tiene un fin, que no es eterno y que hay cosas que no se pueden evitar. A pesar de las buenas intenciones y las acciones generosas, habrá mil palabras que queden sin decir, proyectos que no se podrán terminar y lugares que nunca se podrán volver a visitar.
Uno de los misterios mas grandes que existen es el conocer el día exacto en el que llega el fin. A pesar de que nadie niega la idea de la muerte, ésta es una cita que nadie puede cambiar o negociar.
Cada uno nace cuando le toca y de la misma forma también se va.
Si bien uno no sabe cuándo se va a morir, uno sí decide la forma en que quiere vivir. La vida promueve las potencialidades, las oportunidades y las relaciones que cada persona puede desarrollar. La muerte es el testimonio de la vida de la persona que se va. Ésta, marca lo que se aprovechó, lo que se logró, lo que se dio, y recuerda lo rápido que la vida se termina.
Vivir como si cada día fuese el primero y el último, es un compromiso personal muy grande y casi imposible de cumplir. Sin embargo, aprender a celebrar la vida, reconocer la fortuna y el privilegio de estar presentes, diluye el dolor cuando hay que confrontar a la muerte.
Ingredientes
Afirmación positiva para vivir en plenitud:
Yo decido cómo quiero vivir. Reconozco que la vida es un regalo que tengo que aprovechar ya que ésta, se termina. Vivo con alegría, plenitud y con gratitud. Disfruto cada momento que tengo. Amo mi vida y hago lo que debo hacer. Busco lo bueno, encuentro lo positivo y no me limito para elogiar, reconocer y agradecer cuando la gente me ayuda. Correspondo al universo con altruismo, bondad y armonía.
Como disfrutar la vida:
"Vive la vida sin resentimientos, ni reproches, aprovecha cada momento porque lo único seguro que tienes es el hoy, el aquí y el ahora".
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