Purim y por qué el presidente Truman reconoció el estado de Israel

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05/03/2023

6 min de lectura

Al igual que a Eddie Jacobson, Dios nos convoca a cada uno, diciendo que hay algo que sólo nosotros podemos hacer.

Nuestros Sabios formulan una pregunta extraña en el Talmud: "¿Dónde encontramos en la Torá una alusión al Libro de Ester?". El Talmud (Julín 39b), responde con las palabras "veanojí haster astir panai – Yo voy a ocultar mi rostro en ese día". La advertencia más temible de Dios, siempre ha sido que llegaría un momento en el cual habría hester panim, que el 'rostro de Dios estaría oculto', cuando parecería, que Dios no lo permita, que Él dejó de comunicarse con nosotros.

Allí es donde los Sabios encuentran una alusión a Ester. Sabemos que Ester es uno de los únicos dos libros del Tanaj donde no aparece el nombre de Dios. El otro es El Cantar de los Cantares. Pero mientras que El Cantar de los Cantares es un libro sobre el amor de Dios hacia Su pueblo, Ester es un libro que registra el momento en el que se decidió "destruir, asesinar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y viejos, niños y mujeres, en un mismo día". Cuando se emitió el primer decreto de genocidio contra el pueblo judío.

Purim es la única festividad del año judío que tuvo lugar por completo en el exilio. Todas las otras festividades se basan en un evento que ocurrió en Israel o camino hacia Israel. Sólo Purim tuvo lugar en un lugar de hester panim, cuando estábamos fuera de Israel, donde es más difícil sentir la presencia de Dios.

Sin embargo, en la Meguilat Ester hay una frase que me llega a lo más profundo y representa la declaración más fuerte que conozco del judaísmo respecto a que Dios no nos ha abandonado.

Hacia el final del cuarto capítulo, vemos que Ester le dice a su tío Mordejai todos los problemas que puede llegar a tener al tratar de interceder ante el rey Ajashverosh respecto al destino del pueblo judío. Mordejai la escucha y entonces le responde con sus famosas palabras: "Si guardas silencio y no haces nada en este momento, otro salvará al pueblo judío. Pero quién sabe si no fue sólo por este momento que te convertiste en reina, teniendo acceso al rey Ajashverosh en el palacio real".

Para mí, esta es la máxima declaración de hashgajá pratit, 'providencia Divina': que sin importar en dónde estemos, Dios nos pide que entendamos por qué nos puso allí, con esos dones, en esa época, con esos peligros, en ese lugar.

Hashgajá pratit es nuestra creencia fundamental de que Dios nunca nos abandona, que Él nos puso aquí para hacer algo. Incluso si Dios eligió el mejor escondite y no podemos verlo, si escuchas con suficiente atención, puedes oírlo llamándonos como individuos, diciendo: "¿Acaso no fue para este desafío que estás en este lugar en este momento?".

Esta es la esencia de la primera palabra del tercer libro de la Torá, Vaikrá, "Y Dios llamó". Si lo buscas en un Séfer Torá, verás que la palabra está escrita con una alef muy pequeña al final. Al comentar sobre esto, Rashi establece una comparación entre las frases "Vaikrá el Moshé", "Y Él [Dios] llamó a Moshé", y "Vaikar el Bilam", "Y Él [Dios] se apareció ante Bilam". Rashi dice que el idioma hebreo tiene dos palabras que suenan muy parecidas, pero de hecho son completamente diferentes, incluso opuestas: mikrá y mikré. Mikré se usa para describir algo que ocurre accidentalmente, que no involucra ninguna providencia Divina. Mikrá, por otro lado, se usa para describir una llamada de Dios, algo especifico a una persona que involucra una tarea particular.

Entonces, ¿por qué la alef, una letra que no tiene sonido, está escrita pequeña? Para enseñarnos que a veces puede ser muy difícil escuchar el llamado de Dios. Incluso puede ser un llamado silencioso. En hebreo, esto se conoce como "kol demamá daka", una voz que sólo puedes oír si prestas atención. Incluso en medio de los peores momentos de oscuridad, Dios siempre nos convoca para que hagamos algo.

Uno de mis grandes héroes fue un hombre llamado Viktor Frankl. Él fue un psicoterapeuta que trabajó con estudiantes universitarios en Viena y durante la Segunda Guerra Mundial fue llevado a Auschwitz. En toda la historia, nunca hubo un momento de mayor ocultamiento Divino que en el Holocausto. Sin embargo, Viktor Frankl era un hombre de fe, y él supo que Dios lo convocaba a hacer algo incluso allí, aunque estuviera en las puertas del infierno.

Frankl se preguntó: ¿Qué quiere Dios de mí, un psicoterapeuta, en medio de Auschwitz?

Él se preguntó a sí mismo: "Qué quiere Dios de mí, un psicoterapeuta, en medio de Auschwitz. Y concluyó que la respuesta era que Dios quería que les brindara a sus compañeros prisioneros, a los otros judíos, el deseo de vivir, porque sólo si tenían esa voluntad podrían tener fuerzas para sobrevivir. Así fue que comenzó a acercarse a aquellos prisioneros que pensaba que estaban a punto de caer en la desesperanza, y les daba un rol en la vida, uno que todavía tenían que cumplir. Este sentido renovado de propósito ayudó a esos hombres, mujeres y niños a mantenerse vivos, a sobrevivir a Auschwitz, a ser liberados y luego seguir adelante para cumplir con su misión. Eso fue lo que Viktor Frankl escuchó, incluso en Auschwitz, un vaikrá, un 'llamado', con una alef pequeña.

Eddie Jacobson y Harry S. Truman

Hay otra historia de un hombre llamado Eddie Jacobson. Eddie era un judío común y corriente del Lower East Side de Nueva York. Cuando Eddie era un niño, sus padres se mudaron a la ciudad de Kansas, donde conoció a otro niño de su misma edad. Muy pronto se volvieron amigos y compañeros de escuela, hicieron juntos el servicio militar durante la Primera Guerra Mundial, y decidieron que cuando terminara la guerra se dedicarían juntos a los negocios. Ellos abrieron una tienda de ropa en Kansas, pero el negocio no tuvo mucho éxito y poco después se separaron. Eddie Jacobson comenzó a viajar vendiendo ropa. Su amigo, Harry S. Truman, tomó un camino un poco diferente y terminó siendo presidente de los Estados Unidos.

El departamento de estado le aconsejó al presidente no apoyar la creación del estado de Israel. Pero hubo una persona que se comunicó con él.

En 1947-48, los judíos del mundo necesitaban el apoyo de los Estados Unidos de Norteamérica para que el estado de Israel pudiera ser proclamado y reconocido. El departamento de estado norteamericano estaba en contra y aconsejó al presidente que no apoyara la creación del estado de Israel. Los judíos y las organizaciones judías trataron de llegar al presidente en la Casa Blanca, pero cada intento era rechazado. Incluso al líder del movimiento sionista, Jaim Weizmann, el hombre que se convertiría en el primer presidente del estado de Israel, le rechazaron su pedido de reunirse con el presidente.

En un momento de desesperación, alguien recordó que Harry S. Truman tenía un amigo de infancia llamado Eddie Jacobson. Así fue que buscaron a Eddie y le preguntaron si podía llegar al presidente de los estados Unidos para convencerlo de que se encontrara con Jaim Weizmann. Eddie llamó al presidente Truman y le dijo que tenía que ir a verlo. Los oficiales de Truman intentaron impedir el encuentro, pero Truman dijo: "Este es mi viejo amigo Eddie, de la escuela, Eddie, del ejército; Eddie, con quien tuve un negocio. ¿Cómo puedo no recibirlo?".

Cuando Eddie llegó a la Casa Blanca, Truman le dijo:

—Eddie, puedes hablarme de cualquier cosa, excepto de Israel.

—Muy bien —respondió Eddie, y allí, parado en la Oficina Oval, frente al presidente de los Estados Unidos, comenzó a llorar.

—Eddie, ¿por qué lloras? —le preguntó el presidente.

Eddie señaló una estatua de mármol que había en la sala y le dijo:

—Harry, ¿quién es ese?

—Es mi héroe, Andrew Jackson —respondió Truman.

—¿Realmente admiras a este hombre?

—Sí.

—¿Y él influye sobre ti?

—Sí —dijo Truman,

—Yo también tengo un héroe. Su nombre es Jaim Weizmann. Harry, por mí, te pido que te encuentres con esta persona.

Harry miró a Eddie y supo que no podía decirle que no a su viejo amigo. De esta forma Jaim Wezman llegó a encontrarse con el presidente Harry S. Truman, y así fue como los Estados Unidos votaron en favor de la creación del estado de Israel. Si ellos no hubieran votado. Israel no hubiese cobrado existencia. Todavía más, Harry S. Truman convirtió a los Estados Unidos en el primer país del mundo que reconoció al estado de Israel cuando David Ben Gurión pronunció su independencia.

Yo no sé cómo Dios escribe el guion de la historia, pero si le pudo ocurrir a Eddie Jacobson, nos puede suceder a todos. "¿Quién sabe si no fue sólo para este momento que te convertiste en reina, con acceso al palacio real?". Dios nos convoca a cada uno, diciéndonos que hay una razón por la cual estamos aquí, porque Él tiene algo que cada uno debe hacer, algo que sólo nosotros podemos hacer.

Podemos escuchar la voz de Dios incluso cuando parece que Él está oculto, incluso cuando ese llamado, vaikrá, está escrito con una alef muy pequeña que apenas podemos ver y apenas podemor oír.

¿Acaso Ester supo que un día, todo el futuro del pueblo judío estaría en sus manos?

Nunca sabemos cuándo uno de nuestros actos tendrá consecuencias. ¿Acaso Ester, al crecer con Mordejai, supo que un día, todo el futuro del pueblo judío estaría en sus manos? Nunca sabemos qué significado puede tener una amistad o un pequeño momento para nosotros o para otra persona, y cómo eso puede cambiar el mundo.

Debemos preguntarnos a nosotros mismos qué es lo que Dios quiere de nosotros en este lugar y en este momento. Porque siempre hay algo que Dios quiere de nosotros, y no tenemos que ser nadie especial para tener una tarea sagrada. Podemos ser simplemente una mujer judía llamada Ester o un hombre judío llamado Eddie. Sin embargo, de una u otra manera, nuestros actos pueden tener consecuencias que ni siquiera podemos llegar a imaginar. Incluso si a veces sientes que este es un mundo y una época en la cual hay hester panim, donde buscamos a Dios pero no podemos encontrarlo, Él sigue diciéndonos: "¿Acaso no fue para este momento que te puse en la tierra?".

Y cuando Dios nos llame, tengamos el coraje de decir "hineni", aquí estoy Dios, dime qué hacer y lo haré. Que vayamos por el mundo, caminando erguidos como judíos, sin miedo de ser judíos, que seamos auténticos con nuestra fe y que seamos una bendición para los demás, sin importar cuál sea su fe. Que escuchemos el llamado de Dios y lo respondamos. Que podamos traer bendición al mundo.

¡Jag Purim sameaj!

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