Mi hijo, el fanático

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Mi hijo se estaba haciendo religioso, y yo me preguntaba, ¿qué hice mal?

Estaba dando vueltas en mi habitación en el Hotel Hyatt en Jerusalem, esperando ansiosamente la llegada de mi hijo de 19 años, Richard, al cual no había visto en seis meses. Él estaba pasando su tercer año de secundaria en la Universidad Hebrea de Jerusalem, como yo lo había hecho 30 años antes. Era sábado por la mañana, así que las cosas estaban bastante aburridas para una judía secular como yo. Yo contaba con que Richard proveería algo de diversión. Quizás visitaríamos el shuk (mercado) árabe o algo así.

Finalmente, escuché un golpe en la puerta y abrí para encontrar a mi adorable hijo. Después de abrazarnos calidamente, él dijo, "Mamá, estamos invitados a la casa del rabino para almorzar".

"¿¡Qué rabino!?", pregunté yo, tan perpleja como alarmada.

"¡Ya verás, solamente ven conmigo!", fue la no muy tranquilizadora respuesta de Richard. Esta no era la diversión que yo tenía en mente.

Luego de una caminata de 15 minutos, llegamos a un edificio de apartamentos relativamente nuevo, y Richard me condujo confiadamente hacia la puerta de la derecha. Obviamente esta no era su primera visita. Un rabino canadiense muy joven y su esposa de Vancouver (nuestra ciudad natal) nos saludaron cuando entramos al limpio pero poco amoblado apartamento. Sentados alrededor de su mesa de comedor había unos diez estudiantes norteamericanos, tanto hombres como mujeres, los cuales estaban pasando el año en la Universidad Hebrea.

La impresión que me formé inmediatamente es que aquí estaban un grupo de jovencitos, sintiéndose solos y aislados, lejos de casa quizás por primera vez en la vida, listos para ser convertidos por fanáticos religiosos, y mi hijo estaba entre ellos. Recuerdo claramente haber querido salir de ahí lo más rápido posible, sin ser descortés.

Cuando finalmente se acabó el almuerzo y estuvimos nosotros dos solos nuevamente, confronté a Richard. "¿Qué fue eso?", le pregunté, apenas disfrazando mi molestia.

"Mamá, es mejor que te diga. Me estoy acercando al judaísmo ortodoxo. Siento que es lo correcto para mí. Creo que contiene mucha verdad".

"¿¡Qué verdad!?", le rebatí. "Tú eres joven y vulnerable, ¡te van a lavar el cerebro!".

Me fui de Israel esperando que esta fuera solamente una fase rebelde, que él entraría en razón una vez que yo regresara a Canadá, y que nuevamente se convertiría en un buen judío secular.

La discusión/pelea continuó por unos minutos más. Pronto resolví dejarlo pasar, sabiendo que no llegaría a ninguna parte y que persistir haría más daño que bien.

El resto de mi tiempo en Israel con Richard pasó placenteramente, y pienso que ambos silenciosamente resolvimos que sería mejor no sacar el tema nuevamente. Me fui de Israel esperando que esta fuera solamente una fase rebelde, que él entraría en razón una vez que yo regresara a Canadá, y que nuevamente se convertiría en un buen judío secular.

Otro Planeta

Este no fue el caso. A su regreso a Canadá, Richard obstinadamente se aferró a la ortodoxia. Él dejó las noches de tomar cerveza y fiestas con sus amigos. Él ya no comía en restaurantes no casher. Él iba a la sinagoga regularmente. Él se unió a un grupo de estudio. Él me hizo la vida difícil con reglas de cashrut. Él regresó a Israel por un año para estudiar en una Ieshivá.

"¿¡Qué me ha ocurrido!?", me lamenté con mi mejor amiga, Morley. "¿Qué hice mal? Es como que tuviera un hijo de otro planeta".

"Podría ser peor, Brenda", me dijo Morley tratando de consolarme. "Richard podría haberse unido a un culto".

Cuando pensé en eso por un minuto, empecé a ver que él apoyo de Richard a la Ortodoxia no era una desviación tan radical. Él siempre había tenido una inclinación espiritual. Incluso cuando niño, él pensaba en grandes preguntas, las cuales a menudo me hacía a mí. "Si Dios está en todas partes, ¿por qué no puedo verlo?". "¿Qué pasa con el espíritu de una persona después de que muere?".

Recuerdo que cuando él estaba en tercer año de Talmud Torá en Vancouver, trajo a casa un reporte lleno de malas calificaciones en estudios de hebreo. Sus maestros sabían que él podía rendir mejor y no les divertía su rol auto-impuesto de payaso de la clase. Le dije que si él no rendía mejor en el siguiente trimestre lo cambiaría a una escuela pública. El siguiente trimestre él obtuvo calificaciones excelentes. asombrada por este cambio, le pedí una explicación. "No quería tener que dejar de estudiar Torá", dijo él "es divertido".

Comencé a ver que sin lugar a dudas, él se estaba convirtiendo en una persona más feliz y más realizada.

Sin embargo, a pesar de las evidencias preliminares, yo como madre estaba preocupada por la felicidad y el bienestar de mi hijo. ¿Estaba siendo este nuevo camino una buena influencia para la vida de mi hijo? Comencé a ver que sin lugar a dudas, él se estaba convirtiendo en una persona más feliz y más realizada. Una pasión por la discusión, avivada por su carácter fuerte, dio paso a un intercambio de ideas bien razonado y respetuoso. La culpa y la acusación se transformaron en entendimiento y aceptación. La opinión impaciente y dogmática fue reemplazada por compasión y tolerancia. Y no menos importante, las personas en su comunidad compartían las mismas actitudes y valores. ¿Cómo podía no estar complacida con las elecciones de mi hijo?

La "conversión religiosa" de mi hijo también ha tenido una influencia enorme en nuestra relación. Motivado inicialmente quizás por el deseo de cumplir el mandamiento de honrar a su madre, a través de los años, Richard ha creado una relación conmigo basada en el respeto mutuo y la devoción. Ha abierto la puerta para que lleguemos a conocernos el uno al otro de una forma muy autentica, y descubramos cuán similares somos en humor, perspectiva y sensibilidades generales. Aunque vivimos a más de 5.000 kilómetros de distancia, hemos desarrollado una cercanía y un cariño genuino. Tenemos una amistad maravillosa de la cual estoy muy orgullosa. Honestamente no pienso que esto hubiese llegado al grado al que ha llegado si él no se hubiese acercado a la ortodoxia.

La Mujer Correcta

No obstante, yo tenía una gran área de queja. A pesar de muchas citas, él parecía no encontrar a la mujer correcta. Yo estaba preocupada.

Y luego la encontró, su bashert (alma gemela), ortodoxa por supuesto, y un reflejo de sus propios excelentes valores.

Me da mucho najat (orgullo) ver qué maravilloso esposo es mi hijo, tanto desde el punto de vista judaico, como una medida de quién es él como persona. Cuando le pregunté donde aprendió a ser tan buen esposo, él contestó, "No estoy seguro, ya sea de ver a mi rabino con su esposa, o de mis días de TV viendo a Bill Cosby con su esposa".

Me ha sorprendido darme cuenta que a través del camino de descubrimiento de mi hijo, mi propia conexión con el judaísmo se ha fortalecido de maneras sutiles. Tengo una mayor conciencia de las tradiciones de Shabat y de las fiestas. He comenzado a encender velas de Shabat. Hice un Seder de Pesaj en mi casa. Richard y yo a menudo tenemos estimulantes discusiones acerca de costumbres y ley judía. Aunque aun me veo a mí misma como una judía secular, estoy muy orgullosa de tener un hijo que es mi mentor y me inspira a tener una conexión más profunda con mi herencia.

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