Superar los desafíos de vivir con padres adictos

01/07/2024

4 min de lectura

Margalit Romano sabe por propia experiencia que no existe una solución rápida.

Hubo una época en la que Margalit Romano estaba obsesionada por los recuerdos de haber crecido con padres alcohólicos y drogadictos. Ella recuerda que corrió con sus padres cuando era niña. No sabe adónde iban, pero recuerda que huían de la policía.

Y la policía llegaba a menudo. Margalit recuerda que su padre le estaba leyendo un cuento en la cama cuando llegó la policía y se lo llevó. Entonces tenía seis años y vivía en Brooklyn, Nueva York.

Margalit siempre fue una luchadora. "Mis días de luchadora comenzaron en el útero", dice. A comienzos del embarazo de su madre, varios médicos dijeron que el feto no sobreviviría. Si de casualidad el bebé llegaba a vivir, no tendría una vida normal. A la madre de Margalit le aconsejaron poner fin al embarazo, pero ella estaba decidida a tener el bebé. Estuvo en reposo y Margalit nació en contra de todas las probabilidades.

Margalit creció en la pobreza y tuvo lo que ella describe como "una infancia loca". Sus padres tenían una intensa relación de amor y odio. Había peleas y caos. Margalit nunca quiso provocar molestias ni aumentar los problemas. "No quería ocupar espacio y no quería que fuera mi culpa. No podía arreglarlo, pero por lo menos no quería agregar nada". Margalit encontraba pequeños espacios para esconderse y trató de volverse invisible.

El abuso de sustancias de sus padres comenzó como una forma de recreación y se transformó en una grave adicción. "Ambos tenían profundas heridas, y una vez que comienzas a consumir sustancias para llenar un vacío, terminas necesitando cada vez más".

Un día en la escuela, Margalit tuvo un examen de ortografía y le pidieron que escribiera una oración con la palabra "comida". Ella escribió: "No tengo comida en mi…" Margalit no recordó cómo se escribía "casa", así que lo reemplazó por "hogar". Estaba preocupada por la ortografía y la elección de las palabras, por lo que no prestó atención a lo que su maestra podría pensar sobre el significado de la oración. La maestra la elogió por su trabajo.

Unos pocos días más tarde, Margalit ganó "mágicamente" un concurso en el cual nunca había participado, recibiendo una cena completa para el día de Acción de Gracias y una alacena bien surtida.

Después de eso las cosas comenzaron a cambiar y los Servicios de Protección Infantil comenzaron a estar más involucrados.

Su padre se fue a otro estado y su madre trabajó para lograr estar sobria. Margalit recuerda haber asistido a reuniones de Alcohólicos Anónimos cuando era pequeña. "Mi madre estaba decidida a recuperarse. Pero fue un proceso largo que llevó más tiempo de lo que la gente imagina. Incluso si puedes superar rápidamente la adicción inicial, lleva mucho tiempo poder curarse y quebrar las tendencias adictivas y los patrones de conducta destructivos".

En vez de ir a una familia de crianza, Margalit se fue a vivir con sus abuelos y vivió con ellos ocho años. Mientras tanto, su madre trataba de recuperarse.

Su abuela era una sobreviviente del Holocausto que tenía mucho resentimiento hacia la religión. Pero los sentimientos de su abuelo eran diferentes, y él hizo todo lo que pudo para asegurar que Margalit permaneciera en una escuela judía.

Cuando estaba en la escuela secundaria, Margalit regresó a vivir con su madre.

"En esta clase de circunstancias, muchas personas piensan que una vez que superas la adicción es 'y vivieron siempre felices'. La gente tiende a minimizar dónde están las raíces de la adicción (generalmente en un trauma no resuelto), y en cambio se enfocan en la adicción misma. Pero no se trata sólo del abuso de sustancias. La adicción de mi madre comenzó debido a su propia infancia traumática. Su madre era una sobreviviente del Holocausto, y de niña mi madre experimentó las consecuencias de las atrocidades de Hitler. Como sobreviviente, ella tenía mucha carga sin resolver, abuso emocional y comportamientos aprendidos poco sanos.

"Hoy en día tengo una buena relación con mi madre. Es importante establecer límites sanos. Fue un proceso largo y durante muchos años no hablé con ella. No siento enojo hacia mis padres. Entiendo ese dolor. La gente no hace esas cosas porque es mala. Simplemente tratan de pasar el día y sobrevivir".

Las experiencias de Margalit le dieron forma, tanto negativa como positivamente.

"Durante mucho tiempo luché con la idea de qué era lo 'normal'. Tenía mucho miedo de casarme y formar una familia porque no tenía modelos ni un esquema de lo que era una familia normal. Fui a S.A.F.E., una organización que trata con las adicciones y ayuda a los miembros de las familias de los adictos. Ellos me dijeron que soy una hija adulta de un alcohólico. Describieron características típicas y me ayudaron a reconocer y reparar el comportamiento aprendido, los patrones de pensamiento y las tendencias de codependencia. Tuve que desgarrar la palabra 'normal' y volver a definirla".

Margalit aprendió que incluso cuando el trauma ha terminado, nunca desaparece por completo.

 A través de mucho trabajo e introspección, le enseñaron a Margalit a utilizar los aspectos positivos de esas cualidades y a la vez tratar de mitigar lo negativo. "La sanación es un proceso de toda la vida y yo sigo trabajando y luchando contra el perfeccionismo y la inseguridad".

Margalit aprendió que incluso cuando el trauma ha terminado, nunca desaparece por completo. "Aprendemos a crecer y elevarnos por encima de él, pero siempre está presente. Es parte de lo que soy, mi historia. Y estoy orgullosa de haber trabajado para enfrentar mis dificultades y tratar de superarlas.

"La gente busca una solución rápida. Sólo dime la respuesta, quiero que esto desaparezca. Pero no es algo realista. La sanación requiere un tiempo en el que debes sentarte en la oscuridad. Uno puede pasar de un estado de dolor a un estado de paz cuando se sienta con él. Es necesario dedicarle tiempo".

Margalit desea poder decirles a los hijos de adictos que: "no es tu culpa. Fuiste puesto en esta posición porque tienes en tu interior las semillas para poder superarlo. Necesitas nutrir esas semillas. Está bien pedir ayuda. No puedes hacerlo solo. Sigue adelante y no te rindas".

A quienes se encuentran en las garras de la adicción, ella les dice: "¡Pidan ayuda! A menudo, la gente no quiere pedir ayuda porque no quiere enfrentar el problema. La adicción se trata de alejar el problema. Los adictos por lo general llenan un vacío conectado con una falta de autoestima o un dolor profundo. No hay ningún problema si caemos, lo importante es seguir levantándonos".

En hebreo, el nombre Margalit significa perla, un apodo perfecto para esta mujer guerrera. Las perlas se originan a partir de un grano de arena, a través de la presión y la irritación. Con el tiempo, se transforma en algo especial.

Hoy en día, Margalit está casada y tiene tres hijos hermosos. Ella es una artista autodidacta y cree que su arte es una expresión de su trauma. Margalit es un coach de arte terapéutico y se dedica a ayudar a otros a superar sus propias luchas a través de la creatividad, el color y el arte.

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