El sorprendente impacto de la religión en el éxito académico

17/05/2023

5 min de lectura

Un estudio muestra de forma concluyente los múltiples beneficios de una vida religiosa para los adolescentes de estratos socioeconómicos más bajos.

Cuando era una niña y vivía en la Rusia comunista, Ilana Horwitz no sabía nada de religión. Pero su familia emigró a los Estados Unidos cuando ella tenía siete años, Ilana asistió a una escuela judía y comenzó a enseñarle judaísmo a sus padres. Años después, como graduada en sociología, educación y estudios judaicos de la universidad de Stanford, ella decidió enfocarse en la religión con un interés académico.

Horwitz comprendió que muchas de las madres jóvenes que vivían en la comunidad universitaria educaban a sus hijos como cristianos religiosos. Al estudiar el impacto de la raza, la clase social y el género en los resultados educativos, hablar con estas madres la llevó a preguntarse qué papel juega la educación religiosa sobre los resultados educativos de un niño. Como madre, esto le daba curiosidad.

Sin embargo, no encontró ni un solo libro publicado sobre el tema y había muy pocos estudios al respecto. Entonces Ilana Horwitz, actualmente profesora asistente de estudios judíos y sociología en la universidad Tulane, decidió investigar ella misma este tema.

Utilizando datos de encuestas y entrevistas del National Study of Youth and Religion, hizo un seguimiento de 3.290 adolescentes desde el 2003 al 2012 para ver cómo su educación religiosa impactó sobre sus resultados educativos. El estudio está basado principalmente en estudiantes cristianos, debido a que ellos son la gran mayoría de sujetos encuestados. El resultado de su análisis es su libro, God, Grades and Graduation: Religion’s Surprising Impact in Academic Success (Oxford University Press).

Dada la intensa hostilidad hacia la religión tradicional en la academia, Horwitz esperaba venenosas reacciones ante su evidencia, la cual muestra de forma concluyente que la estructura, la disciplina, el sentido de pertenencia y la fe de un estilo de vida religioso son beneficiosos para los adolescentes. Esto es especialmente cierto para los varones de estratos socioeconómicos más bajos.

Decenas de comentarios odiosos fueron publicados en el New York Times como respuesta a un editorial que escribó Horwitz sobre los resultados de su investigación, pero fuera de eso recibió en su mayoría emails positivos agradeciéndole como académica por tomar la religión tan seriamente.

“Las personas se sienten validadas y agradecidas de que alguien como yo, que no tiene ningún interés en el cristianismo conservador, no lo pinte con una luz negativa. El hecho de pasar de una vida con cero religión en Rusia a una comunidad judía pluralista en los Estados Unidos me ha dado más empatía y entendimiento de la religión. Estoy dispuesta a tomar seriamente la religión como una forma en que las personas organizan sus vidas”.

Horwitz encontró que el impacto de la religión en la educación varía entre las clases sociales. Los hijos de padres profesionales no disfrutan de tantos beneficios educativos de la religión como los niños de familias de clase trabajadora, porque ellos ya tienen muchas otras ventajas, incluyendo una mayor estabilidad familiar y geográfica, lo que significa menos interrupciones en su vida educativa y social. Ellos también se benefician de las redes sociales y profesionales de los padres y de una fuerte estructura social.

Al no tener estas ventajas, los niños de contextos más pobres, particularmente los varones, se benefician enormemente de una vida basada en la religión. La religión enseña autocontrol y disciplina, provee una sensación de pertenencia y apoyo comunitario y un marco moral con el cual tomar decisiones, así como miembros confiables del clero con quienes pueden discutir problemas personales.

Creer y pertenecer

La restricción religiosa también alienta a los niños a escoger mejores amigos y les provee las herramientas de obediencia necesarias para obtener buenas calificaciones. La brújula moral religiosa también los ayuda a evitar problemas, como el alcoholismo, las drogas o caer en una vida de crimen. En consecuencia, los “estudiantes (blancos o negros) que están involucrados de forma regular con su iglesia y que creen firmemente en Dios, tienen el doble de probabilidad de obtener una licenciatura que los varones moderadamente religiosos o no religiosos”, señala Horwitz.

La falta de religión tuvo efectos catastróficos para millones de hombres estadounidenses, que en los últimos años han abandonado la universidad, convirtiéndose en subempleados o desempleados, carecen de relaciones estables y no tienen modelos masculinos a seguir. Como escribió Horwitz en su ensayo para el New York Times, esto llevó a un “drástico aumento en el número de hombres de clase trabajadora que sufren 'muertes por desesperanza' a causa de opioides, intoxicación por alcohol y suicidio. Pero aún más trágico es que la desesperación no muere, se transmite a los niños. La mayoría de los niños de clase trabajadora en mi estudio —especialmente los varones— parecen mirar el mundo y sentir desesperación física, cognitiva y emocional”.

Hoy, sólo el 20% de los varones de clase trabajadora termina la universidad y las tasas de matrimonio dentro de este grupo demográfico caen en picada. En contraste, los hijos de familias de clase trabajadora que viven una vida de fe activa, tienen el doble de probabilidades de obtener un título universitario que jóvenes moderadamente religiosos o no religiosos. Los jóvenes cuyas vidas están organizadas alrededor de la fe y de actividades de la iglesia como grupos juveniles y una relación con un pastor, gozan de un “sistema de apoyo que los protege de la desesperanza que tantos de sus pares describen”.

“Los adolescentes deben creer y pertenecer para estar protegidos de la desesperanza emocional, cognitiva y de comportamiento”, agrega Horwitz. La religión promueve el buen comportamiento entre los niños “porque creen que Dios los alienta y los evalúa”.

Los beneficios de la religión para las niñas no son tan marcados porque ellas son socializadas para tener una buena conducta, “les es más fácil desarrollar lazos sociales con miembros de la familia y pares, y son menos propensas a caer en comportamientos de riesgo”, señaló Horwitz. De hecho, ya hace varios años que las mujeres superan a los hombres obteniendo títulos universitarios, incluyendo a mujeres de familias de clase media y clase alta.

Cuestionamiento y pensamiento crítico

En otro estudio que Horwitz realizó sobre el éxito académico entre niñas judías, se mantiene esta tendencia. De una manera que no tiene precedentes, hoy en día las mujeres judías superan a los hombres judíos obteniendo títulos universitarios por un margen significativo, más sorprendentemente entre las edades de 30 y 49 años. Horwitz supone que esta tendencia puede llegar a explicarse considerando que el judaísmo tiende a ser una religión más igualitaria que otras y que en la imagen personal de niñas y mujeres se ha arraigado más la idea de tener una carrera prestigiosa.

El estudio también reveló que los estudiantes judíos eran mucho más propensos a cuestionar las enseñanzas religiosas que los estudiantes cristianos. El énfasis histórico que los judíos han puesto en debatir textos y exponer diferentes perspectivas lleva a que los estudiantes judíos naturalmente formulen preguntas, una práctica que perfecciona el pensamiento crítico.

Horwitz se sorprendió ante algunos de sus hallazgos, en particular la tendencia entre jóvenes religiosos, tanto como mujeres jóvenes que provienen de todo tipo de contextos, de considerar sus valores y metas personales al escoger universidades. Esto lleva a que los estudiantes opten no estar en las universidades más competitivas para las cuales califican, prefiriendo una universidad que esté más cerca de casa y/o ofrezca un ambiente de campus universitario que creen que será más respetuoso de sus valores religiosos y morales.

Como socióloga, Horwitz espera que sus resultados alienten a la gente a tener más empatía por las personas religiosas, especialmente en esta época de fuerte polarización política y religiosa. “Quiero que las personas escalen el muro de la empatía y entiendan por qué otros piensan de la forma que piensan… Uno puede estar de acuerdo con la crítica liberal del conservadorismo moral y sus metas políticas y al mismo tiempo reconocer que la religión ordena las vidas de millones de personas… y eso ofrece beneficios sociales”.

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