Janucá: La batalla espiritual entre la luz y la oscuridad

11/12/2023

6 min de lectura

Los griegos iluminaron el mundo con arte, filosofía y ciencia. Entonces, ¿por qué la Torá los asocia con las fuerzas de la oscuridad?

La historia de Janucá tuvo lugar durante el período del Segundo Templo en la Tierra de Israel. Esta era la época en que los griegos habían ocupado la tierra, alrededor del año 138 AEC. Sin embargo, en fuentes talmúdicas encontramos referencias a que estos eventos ya habían sido aludidos en la historia de la creación que tuvo lugar más de 3.600 años antes:

Rabí Shimon ben Lakish explicó el versículo (de Génesis): …y la oscuridad [sobre el abismo] – Esto se refiere a Grecia, que oscureció los ojos de Israel con sus decretos, en los que dijeron: "escriban sobre el cuerno de un toro que no tienen parte en el Dios de Israel…" (Midrash Bereshit Rabá 2:4)

Esta primera referencia a los griegos y a la historia de Janucá es curiosa. En primer lugar: ¿Por qué precisamente la palabra "oscuridad" es lo que caracteriza a los griegos? ¿Acaso ellos no "iluminaron" al mundo con su ciencia, su filosofía y su arte?

En segundo lugar, sabemos que los griegos, además de profanar el Templo emitieron otros duros decretos. Por ejemplo, prohibieron la circuncisión, las ceremonias del nuevo mes, el estudio de la Torá y la observancia del Shabat. ¿Por qué un decreto relativamente menos grave (escribir una declaración en el cuerno de un toro) se toma como el epítome de la oscuridad que provocaron?

Ambivalencia básica

En las fuentes judías existe una ambivalencia básica respecto a los griegos.

Rabí Shimon ben Gamliel dice: "Los Sifrei Torá no se pueden escribir en ningún idioma (fuera de hebreo) excepto en griego". Rabí Abahu dice: "¿Cuál es la razón de esto? La declaración: La belleza de Iefet adorna las tiendas de Shem" (Génesis 9:27) (Meguilá 9b)

Iefet, el hijo de Nóaj, es conocido cono el ancestro de los griegos, tal como Shem es el padre de los semitas, Israel. Grecia tuvo el don de la 'belleza', en hebreo iofi, de la misma raíz que Iefet.

Que no tiene defecto alguno – este es el reino de Grecia que está cerca del camino de la emuná (Zóhar Shemot 237)

Hay algo sobre Grecia que es bello y positivo. Ellos están cerca del camino de la 'fe', la emuná, y nuestros libros sagrados pueden escribirse en su idioma.

Winston Churchill comentó sobre la sociedad de Israel con Grecia:

No hay dos ciudades que hayan sido más importantes para la humanidad que Atenas y Jerusalem. Sus mensajes en religión, filosofía y arte han sido la principal luz que guió la fe y la cultura moderna. Personalmente, yo siempre estuve del lado de ambos… (Historia de la Segunda Guerra Mundial, capítulo 13)

Sin embargo, debe haber algo más. ¿Por qué son llamados "oscuridad"? ¿De qué se trata esa lucha terrible?

La cultura griega

Los griegos son famosos por su sabiduría y su avance en muchas áreas: filosofía, atletismo, teatro, mitología, ciencia y arquitectura.

Hay un patrón que se vuelve aparente en todas estas disciplinas:

  • La filosofía de Aristóteles presuponía un Primer Motor que creó el mundo pero permaneció completamente separado de él, sin ninguna relación.
  • La ciencia estudió cómo el mundo funcionaba a través de las leyes de la naturaleza. Estas leyes eran supremas, estáticas e incambiables, y ellas gobernaban el mundo.
  • Los dioses de la mitología griega eran semejantes a los humanos y estaban limitados por las leyes de la naturaleza.
  • Las Olimpíadas glorificaban el cuerpo como lo más importante.
  • El arte griego parece carecer de un componente espiritual desarrollado. Will Durant escribió: "En el arte griego echamos de menos el estudio del carácter y la representación del alma, y su enamoramiento por la belleza física y la salud lo hacen menos maduro". (La vida de Grecia)
  • Incluso la búsqueda griega de la sabiduría está limitada. La razón humana es la clave de toda la sabiduría y la experiencia humana es el factor determinante de la realidad. Aristóteles escribió:

La operación del intelecto… no apunta a ningún fin más allá de sí mismo y encuentra en sí mismo el placer que lo estimula para seguir operando…

Esto se debe a que la cultura griega dejó afuera al alma, el elemento interno, metafísico, la fuerza de la santidad en este mundo.

La cultura judía

Los judíos, en cambio, aunque valoran la sabiduría en todas sus formas, como "el pueblo del Libro", eran diametralmente lo opuesto de los griegos. Las semejanza entre ellos (entonces y ahora) son sólo superficiales.

La palabra para judíos es iehudim, de la raíz hod, que significa "gloria". La gloria, a diferencia de la belleza, es la clase de experiencia en donde lo espiritual brilla a través de lo físico, al grado de llegar a abrumarlo.

Cuando Moshé bajó de la montaña después de haber recibido las Tablas con los Diez Mandamientos, el pueblo judío no pudo mirarlo porque de su rostro salían rayos de gloria. La santidad impregnaba la superficie externa de modo tal que cegaba a quienes lo miraban.

La misión del pueblo judío es infundir el mundo con santidad. De acuerdo con la creencia judía, existe una corriente subyacente de espiritualidad dentro del mundo físico que lo sostiene y le da vida: la "Mano" de Dios que sustenta toda la creación.

Nuestro desafío es descubrir esa corriente, revelarla y vivir con ella. Comemos y bebemos con un propósito, estudiamos la sabiduría para desarrollar una relación con el Todopoderoso. Maimónides, el gran racionalista, comenzó su obra monumental, Mishné Torá, diciendo:

El fundamento de todos los fundamentos y el pilar de toda sabiduría es saber que hay un Ser Primigenio… (Maimónides, Hiljot Iesodei HaTorá 1:1)

Más allá de la razón humana

La razón no es nada si no se basa en el entendimiento de que hay un Dios, Quien define la moralidad, una verdad absoluta más allá del razonamiento humano.

Los dioses griegos tenían debilidades humanas porque los habían creado los hombres, y por lo tanto para los griegos no había moralidad ni ninguna fuerza por encima del ser humano. El judaísmo, en cambio, se subyuga a una autoridad superior infinita.

Sólo cuando esta es la premisa subyacente, la belleza, la sabiduría y lo material tienen el lugar que les corresponde.

Si agregamos la letra hebrea tzadik (que significa "recto") a las letras iud, vav, nun, que forman la palabra Iaván (Grecia), obtenemos Tzion, Zion o Israel. Combinar la rectitud y la moralidad con todo lo que brilla, nos da la gloria verdadera: la raíz de los iehudim, los judíos.

Pero es muy fácil confundirse por todo lo que brilla.

La ambivalencia actual

La ambivalencia sobre Grecia que hemos mencionado, explica la forma en que nos relacionamos con la cultura dominante en la actualidad, cuando nos encontramos sumergidos en la celebración de diciembre. También nosotros nos hemos involucrado con las "tradiciones" no judías (regalos de Janucá, fiestas, etc.), simplemente implantando las observancias típicas de la estación a nuestra propia festividad.

¿Pero qué es realmente lo que nos enseña Janucá? ¿Qué fue lo que defendíamos cuando luchamos contra los griegos y volvimos a dedicar el Templo? ¿Qué significan las velas que encendemos durante ocho noches? ¿Cómo se aplica hoy esa antigua lucha para seguir siendo judíos en un mundo no judío con los desafíos del mes de diciembre?

La principal oposición de los griegos a la creencia judía quedó expresada en la declaración: "No tienen parte en el Dios de Israel". No comparten nada de esa relación, ninguna espiritualidad ni santidad. No pueden influir espiritualmente ni participar en la creación.

Y "escríbanlo en el cuerno de un toro". ¿Por qué el toro? Porque el pecado del Becerro de Oro fue la instancia en la que exhibimos nuestra falta de creencia en este principio, cuando insistimos en una representación material de Dios en vez de tener una relación directa con un Ser espiritual.

El epítome del conflicto

Este fue el epítome del conflicto.

Los griegos querían que nos asimiláramos, que elimináramos las diferencias y repudiáramos esa conexión especial que compartimos con el Dios de la creación. El propósito judío es encontrar lo Divino dentro de lo físico y relacionarnos con Dios a través de todas las vías que Él pone a nuestra disposición en este mundo. De esta manera participamos en llevar a la creación a cumplir su propósito.

En el Talmud, Rabí Sheshet formula una pregunta respecto al encendido de la menorá en el Templo:

¿Acaso Él necesita su luz? ¡Durante los cuarenta años en el desierto el pueblo viajó sólo por Su luz! Pero esto es un testimonio para la humanidad de que la Presencia Divina reposa en Israel. (Shabat 22b)

Obviamente que Dios no necesita nuestra luz, pero sin embargo Él quiere nuestra participación en la creación; que nos involucremos en lo físico y lo mundano y permitamos que lo espiritual se abra paso y se convierta en conductos para la gloria de Dios.

Esto es lo que demostraron los macabeos al volver a dedicar el Templo y encender la menorá. Dimos testimonio de que "la Presencia Divina reposa en Israel". Compartimos una "parte" con el Dios de Israel. No nos asimilaremos ni nos perderemos en la cultura que nos rodea.

Qué irónico es, entonces, que cuando llega Janucá, la mayoría de las veces en el mes de intensa celebración cristiana, perdamos de vista la esencia de la festividad por el brillo de los árboles decorados.

Con estas lecciones, podemos transformar la belleza en gloria y la oscuridad de Grecia en la luz de Janucá.

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