Miriam, la amiga de Moshé

19/06/2023

6 min de lectura

Jukat (Números 19:1-22:1 )

Este es uno de los grandes misterios de la Torá. Al llegar a Kadesh el pueblo se quedó sin agua y se quejó ante Moshé y Aharón. Los dos líderes fueron a la Tienda del Encuentro y Dios les dijo que llevaran la vara y le hablaran a la roca, entonces saldría agua.

El subsecuente comportamiento de Moshé es extraordinario. Él tomó la vara. Moshé y Aharón reunieron al pueblo y Moshé les dijo: "¡Escuchen ahora, rebeldes! ¿Acaso de esta roca nosotros extraeremos agua para ustedes? Entonces Moshé alzó la mano y golpeó la roca con su vara dos veces". (Números 20:10-11)

Este fue el comportamiento que les costó a Moshé y a Aharón su oportunidad de liderar al pueblo para cruzar el Jordán y llegar a la Tierra Prometida. "Porque ustedes no hicieron que se confiara en Mí, para santificarme a la vista de los Hijos de Israel, por ello ustedes no llevarán a esta congregación a la tierra que Yo les he entregado" (Números 20:12)

Los comentaristas no llegan a ponerse de acuerdo respecto a cuál aspecto del comportamiento de Moshé fue incorrecto: ¿Su enojo? ¿El hecho de golpear la roca en vez de hablarle? ¿La insinuación de que él y Aharón, y no Dios, serían quienes sacarían agua de la roca? En otro artículo ya he dicho que Moshé no pecó ni fue castigado. Él simplemente actuó como lo había hecho casi cuarenta años antes, cuando Dios le dijo que golpeara la roca (Éxodo 17:6), y de esta forma demostró que a pesar de haber sido el líder correcto para aquellos que habían sido esclavos en Egipto, no era el líder adecuado para sus hijos, quienes habían nacido libres y llegarían a conquistar la tierra.

Pero esta vez quiero presentar una pregunta diferente. ¿Por qué Moshé fracasó precisamente en esta prueba? Después de todo, ya había estado dos veces en una situación similar. Al salir del Mar Rojo, el pueblo viajó durante tres días sin encontrar agua. Entonces encontraron agua, pero era amarga y el pueblo se quejó. Dios le mostró a Moshé cómo hacer para endulzar el agua (Éxodo 15:22-26)

Al llegar a Refidim, nuevamente no encontraron agua y se quejaron. Desesperado, Moshé le dijo a Dios: "¿Qué haré con este pueblo? Un poco más y me apedrean". Entonces Dios le instruyó pacientemente a Moshé lo que debía hacer y brotó agua de la roca (Éxodo 17:1-7)

Por lo tanto, en el pasado Moshé había superado con éxito dos desafíos similares. ¿Por qué en esta tercera ocasión perdió el control emocional? ¿Cuál fue la diferencia?

La respuesta aparece explícitamente en el texto, pero de una manera tan discreta que es posible no captar su significado. Aquí está:

"Los hijos de Israel, toda la asamblea, llegaron al desierto de Tzin en el primer mes, y el pueblo se asentó en Kadesh. Ahí murió Miriam y ahí fue sepultada" (Números 20:1)

Inmediatamente después de esto leemos: "Y no había agua para la asamblea, y se reunieron contra Moshé y contra Aharón". Un famoso pasaje talmúdico(1) explica que fue por mérito de Miriam que los israelitas tuvieron la fuente de agua que milagrosamente los acompañó por sus viajes en el desierto. Cuando Miriam falleció, el agua se acabó. Esta interpretación se entiende a partir de la secuencia de eventos, simple y sobrenaturalmente. Miriam murió. Y no había agua. De esto podemos inferir que hasta entonces hubo agua porque Miriam estaba viva. Era un milagro en su mérito.

Sin embargo, hay otra forma natural y psicológica de leer el pasaje. La conexión entre la muerte de Miriam y los eventos que ocurrieron a continuación tienen menos que ver con una fuente milagrosa y más con la respuesta de Moshé a la queja de los israelitas.

Esta fue la primera prueba que Moshé tuvo que enfrentar como líder del pueblo sin la presencia de su hermana. Recordemos quién era Miriam para Moshé. Ella era su hermana mayor. Ella lo había supervisado cuando flotaba sobre el Nilo en una canasta. Ella tuvo la audacia de hablar con la hija del faraón y arreglar que el bebé fuera amamantado por una mujer israelita, es decir por la misma madre de Moshé, Iojeved. Sin Miriam, Moshé hubiera crecido sin saber quién era y a qué pueblo pertenecía.

Miriam es una presencia de fondo a lo largo de gran parte de la narrativa. Vemos que ella fue quien lideró a las mujeres en cánticos en el Mar Rojo, por lo que queda claro que ella, al igual que Aharón, tenía un rol de liderazgo. Volvemos a sentir cuán importante ella era para Moshé, cuando en un pasaje oscuro ella y Aharón "comenzaron a hablar de Moshé con respecto a la mujer cushit que él había tomado, pues él había tomado una mujer cushit" (Números 12:1). No sabemos exactamente cuál fue el problema, pero sabemos que Miriam se enfermó de lepra. Aharón acudió impotente a Moshé y le pidió que interviniera en su favor, lo cual Moshé hizo con simple elocuencia en la plegaria más breve registrada: "Por favor, Dios, sánala ahora". Moshé sigue profundamente preocupado por Miriam, a pesar de sus palabras negativas.

Sólo en la parashá de esta semana comenzamos a tener una idea completa de la influencia de Miriam, y no sólo de forma implícita. Por primera vez Moshé enfrenta un desafío sin ella, y por primera vez Moshé pierde el control emocional ante el pueblo. Este es uno de los efectos del duelo, y quienes lo han sufrido suelen decir que la pérdida de un hermano es más difícil de sobrellevar que la pérdida de un padre. La pérdida de un padre es parte del orden natural de la vida. La pérdida de un hermano puede ser menos esperada y profundamente desorientadora. Moshé le debía a Miriam toda su relación con su familia biológica, así como su identidad como parte de los hijos de Israel.

Es un cliché decir que el liderazgo es una empresa solitaria. Pero al mismo tiempo, ningún líder puede sobrevivir completamente por su propia cuenta. Itró le dijo a Moshé eso muchos años antes. Al verlo dirigir solo al pueblo, le dijo: "Ciertamente te desgastarás tanto tú como este pueblo que está contigo, pues la tarea es demasiado pesada para ti, no podrás hacerla tú solo" (Éxodo 18:18). Un líder necesita tres clases de apoyo: (1) aliados que luchen junto a él; (2) tropas o un equipo en quienes pueda delegar, y (3) un alma o almas gemelas en quienes pueda confiar sus dudas y temores, quienes lo escuchen sin otra agenda más que brindarle apoyo con su presencia, y quienes le den el coraje, la confianza y la resiliencia para seguir adelante.

Al haber conocido y ser amigo personal de muchos líderes en diversos campos, puedo decir con certeza que es falso suponer que las personas que ocupan cargos de liderazgo tienen la piel dura. La mayoría de las personas que yo he conocido eran intensamente vulnerables. Podían sufrir profundamente de dudas e incertidumbres. Saben que un líder a menudo debe elegir entre dos males, y nunca se sabe de antemano cómo resultará una decisión. Los líderes pueden verse lastimados por las críticas y la traición de personas que una vez consideraron sus amigos. Debido a que son líderes, rara vez muestran en público señales de vulnerabilidad. Tienen que proyectar una seguridad y confianza que no sienten. Pero Ronald Heifetz y Marty Linsky, expertos de liderazgo de Harvard, tuvieron razón al decir: "La dura verdad es que no es posible experimentar las recompensas y la alegría del liderazgo sin experimentar también el dolor".(2)

Los líderes necesitan confidentes, personas que "te dirán lo que no quieres escuchar y lo que no puedes escuchar de nadie más, personas en las que puedes confiar sin que sus revelaciones se derramen en el ámbito laboral". Un confidente se preocupa más por ti que por los problemas. Te ayuda a levantarte cuando estás deprimido, y suavemente te lleva de regreso a la realidad cuando corres peligro de caer en la autocomplacencia. Heifetz y Linsky escribieron: "Casi todas las personas que conocemos con experiencias difíciles de liderazgo confiaron en un confidente para ayudarlos a salir adelante".(3)

Maimónides, en su Comentario a la Mishná cuenta esto como una de las cuatro clases de amistades.(4) Él lo llama "amistad de confianza" (javer habitajón) y lo describe como tener a alguien en quien "tienes absoluta confianza y con quien estas completamente abierto y desprevenido", sin esconder las buenas ni las malas noticias, sabiendo que la otra persona no se aprovechará de las confidencias compartidas, ni las compartirá con otros.

Una lectura cuidadosa de este famoso episodio en el contexto de los primeros años de vida de Moshé sugiere que Miriam era su "amiga de confianza", su confidente, la fuente de su estabilidad emocional, y que cuando ella ya no estaba a su lado, él ya no pudo hacer frente a la crisis como lo había hecho hasta ese momento.

Aquellos que son una fuente de fortaleza para los demás necesitan su propia fuente de fuerzas. La Torá nos dice explícitamente que con frecuencia para Moshé esa fuente era Dios mismo. Pero incluso Moshé precisaba un amigo humano, y al parecer su amiga era Miriam. Ella era una líder por propio derecho, pero también una de las fuentes de fortaleza de su hermano.

Ni siquiera la persona más elevada puede liderar sola.

Shabat Shalom

NOTAS

  1. Taanit 9a
  2. Ronald Heifetz y Marty Linsky, Leadership on the Line, Boston, Harvard Business School Press, 2002, 227.
  3. Ibid., 200.
  4. Maimónides, Comentario sobre la Mishná Avot 1:6
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