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¿Acaso la Torá comenzó con un grupo de leyes barbáricas que sólo posteriormente los rabinos trataron de suavizar?
Hace poco escuché una charla en la que explicaron la idea de “ojo por ojo” de acuerdo con la Torá. Como la sociedad se volvió menos barbárica, los rabinos interpretaron que el versículo implica que uno debe pagar los daños causados al ojo, en lugar de quitar el ojo del perpetrador, como se acostumbraba en la antigüedad.
Tengo un gran problema con el hecho de que originalmente la Torá haya dictado el castigo de quitarle el ojo a una persona. ¿Acaso la Torá comenzó con un grupo de leyes barbáricas que sólo posteriormente los rabinos trataron de suavizar?
El versículo al que te refieres habla de una pelea entre dos judíos y, dice lo siguiente: “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie; quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión” (Éxodo 21:24-25).
Este versículo, entendido literalmente, realmente parece decir que una persona debe ser castigada como tú dijiste, quitando el ojo o el diente, cortando la mano, etc. Sin embargo, yo me opongo vehementemente a la idea de que en algún momento de la historia este versículo haya sido entendido de forma literal. No hay ninguna evidencia, ni literaria ni arqueológica, de que “ojo por ojo” alguna vez haya sido una práctica judía. Tampoco se encuentra la menor alusión en el Talmud —el cuerpo principal de ley judía— de que este versículo haya sido alguna vez entendido de forma literal.
De hecho, el Talmud registra una larga discusión sobre este versículo (Baba Kama 83b-84a). Los sabios talmúdicos traen muchas pruebas convincentes, tanto lógicas como deducciones de otros versículos, que muestran que uno ni siquiera debería contemplar la idea de que “ojo por ojo” deba ser entendido literalmente. Maimónides, el famoso sabio del siglo XII, cita versículos de Éxodo 21:18-19 que hablan abiertamente sobre los daños en términos de pagos monetarios. Unos pocos versículos después, cuando la Torá habla de “ojo por ojo”, es obvio que se refiere a la misma clase de pago. Otros sabios antiguos traen más pruebas: si lo entendiéramos de forma literal, y el perpetrador lastimara a otra persona disminuyendo su visión en un tercio o en la mitad, ¿cómo sería posible castigarlo en la misma medida, ni más ni menos?
La clave principal es que la Torá no puede, y no debe, ser entendida literalmente. Sólo con la Tradición Oral que fue entregada junto con la Torá escrita, se la puede entender correcta y precisamente.
Aún nos queda una gran pregunta: si la Torá implicó pagos monetarios para resarcir daños, ¿por qué expresó la idea como lo hizo, de forma aparentemente engañosa?
La respuesta ofrecida por Maimónides y por el Maharal (siglo XVI, Praga) se basa en un profundo sentido de responsabilidad por los propios actos. La Torá, al expresar el pago de esta manera, brinda una lección importante y crucial. Si la Torá hubiera simplemente ordenado al trasgresor que pagara los daños, este podría haber pensado que es suficiente con entregar un simple cheque a la víctima.
La Torá enseña que si uno le causa a su prójimo la pérdida de un miembro, realmente merece que le ocurra lo mismo a él. Debería contemplar el profundo daño que provocó a la calidad de vida de su prójimo, el dolor que sufre y que deberá soportar durante el resto de su vida. Hizo algo terrible que no se arregla tan sólo pagando. El dañador debe implorar el perdón de la persona herida y hacer teshuvá, arrepentirse, además de algunos cambios serios en su vida que aseguren que no repetirá un acto similar.
Si interpretamos y entendemos nuestra sagrada Torá apropiadamente, podremos obtener de ella lecciones fascinantes y profundas.
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