¿Para qué rezar si Dios igual sabe qué es lo mejor?

18/01/2024

4 min de lectura

Una exploración de la plegaria judía.

Hay una pregunta obvia con respecto a los rezos: Si Dios es omnisciente, entonces Él por cierto sabe qué queremos. Y si Él sabe qué queremos, ¿por qué se lo tenemos que pedir?

La pregunta es todavía más fuerte. Dios no sólo sabe qué 'queremos', sino que Él también sabe qué es lo mejor para nosotros, lo que 'necesitamos'. A menudo, estas dos cosas no son lo mismo. Una persona puede querer ganar una fortuna en la lotería. Pero… ¿cuántos ganadores de lotería descubrieron que el dinero es más una maldición que una bendición? Ya no saben quiénes son sus amigos. Su familia repentinamente tiene toda clase de expectativas financieras. O empiezan a vivir muy por encima de sus medios, sólo para descubrir que el dinero se va rápidamente y, al final, se quedan con menos de lo que tenían en un primer momento.

Que preferirías: ¿Lo que tú piensas que es mejor para ti o lo que Dios sabe que es mejor para ti?

O alguien que está desesperado por casarse con cierta persona, pero está obnubilado y no ve la realidad. Si reza para casarse con ella y Dios lo escucha y le responde, terminaría en una relación dolorosa y eventualmente fallida.

Una vez, alguien me dijo: “¡Ten mucho cuidado con lo que rezas, porque Dios podría dártelo!”. Por lo tanto, sí, es natural que recemos por lo que queremos, porque nos parece que lo que queremos es lo mejor para nosotros. Pero… ¿no nos iría mejor si le dejásemos eso a Dios? Que preferirías: ¿Lo que tú piensas que es mejor para ti o lo que Dios sabe que es mejor para ti?

Con esto en mente, quizás el rezo más prudente sería: “Creador del universo, Tú sabes mejor que yo. Por favor, dame lo que necesito en la vida y no te preocupes por lo que yo pueda pensar que quiero”. O todavía mejor: “Creador del universo, Tú me conoces mejor de lo que yo me conozco a mí mismo. Sería increíblemente arrogante de mi parte pedirte lo que yo quiero, así que no lo haré. Reconozco que Tú siempre tienes en mente lo mejor para mí y sé que Tú siempre harás lo que te parezca mejor. Sólo quiero decirte ‘gracias’ por todo lo que haces”.

Aunque algunas personas abogan por esos rezos, no es la visión judía convencional. El rezo judío es especifico. Pedimos por lo que queremos, no por lo que Dios sabe que es mejor. Creo que hay una fuerte base filosófica para esto.

El rezo como una extensión del libre albedrio

El entendimiento judío es que Dios creó este mundo para que nosotros ejerzamos nuestro libre albedrio. Él nos dio un mundo imperfecto (de hecho, un mundo muy imperfecto), y nos convirtió en sus socios, por así decirlo, para perfeccionarlo. Como tal, se nos pide que asumamos activamente responsabilidad Su mundo, que no sólo dejemos que ÉL lo maneje.

Si Dios hubiese querido manejar el mundo por sí mismo y de acuerdo con Su voluntad, no habría necesitado crearnos. Por supuesto, debe haber un equilibrio entre nuestros esfuerzos y la confianza en Dios, pero, donde sea que esté ese equilibrio, nuestros esfuerzos son una parte de lo que se espera de nosotros en este mundo. Para poder agregar nuestros propios esfuerzos, debemos tener nuestras propias opiniones sobre lo que se necesita hacer. Después de todo, ¿Cuál es la diferencia entre pedirle a Dios que me deje casarme con una mujer en especial y arrodillarme y proponerle matrimonio a ella? De cualquier forma, tengo una opinión sobre con quién debería casarme y sigo activamente esa opinión.

Rezarle a Dios para que haga lo que Él piensa que es mejor, es como ser dueño de un terreno y esperar que Dios haga crecer algo en él.

Nuestra tarea como seres humanos es tener (humildemente, por supuesto) opiniones sobre cómo mejorar nuestras vidas y el mundo en el que vivimos, y trabajar activamente para implementar esas opiniones. Parte de esos esfuerzos activos es el medio de la plegaria. Rezarle a Dios que haga lo que Él piensa que es mejor es como ser dueño de un terreno y esperar que Dios haga crecer algo en él. Aunque Dios controla todo, Él diseñó un mundo en donde los seres humanos son participantes activos responsables por escoger sabiamente.

Con este entendimiento, el rezo es un elemento muy significativo de nuestro rol en el mundo. Estamos aquí para ver el mundo de Dios y preguntarnos cómo podemos mejorarlo. Tenemos que asumir la tarea de hacerlo, y hacerlo con Dios a nuestro lado.

Es un equilibrio delicado que debemos navegar y el rezo es uno de nuestros mejores amigos. Mientras nos involucramos en nuestro mundo y lo cambiamos, el rezo nos mantiene humildes. Cuando lo logramos, nos recuerda de donde viene ese logro.

También nos pone frente a Dios el hecho de reflexionar sobre qué nos importa. Nuestras prioridades son muy diferentes cuando estamos frente a Dios que cuando vivimos nuestras vidas ocupadas sin prestarle atención. El rezo nos mantiene conectados con lo espiritual, incluso si salimos y nos involucramos por completo con el mundo material.

El rezo es un espacio silencioso en nuestras vidas ocupadas, un lugar donde tocamos algo más profundo, algo más poderoso, algo que es más que nuestra verdadera naturaleza. El rezo es un ancla. Y nuestro trabajo es rezar por lo que nos hace sentido.

A través del rezo nos conectamos con uno de los empeños más santo y elevados: ser socios de Dios para crear ese mundo perfecto que Él tenía en mente desde el comienzo mismo de Su creación.


Imagen: Unsplash.com, Denys Nevozhai

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