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Con toda la violencia que hubo hacia los judíos durante miles de años, ¿no deberíamos dejar de convertirnos en un blanco?
Por favor, ayúdeme a entender por qué los judíos se siguen identificando públicamente. Con toda la violencia que hubo hacia los judíos durante miles de años, ¿no deberíamos dejar de convertirnos en un blanco?
Gracias por formular esta importante pregunta. En verdad es una pregunta interesante si los judíos estamos o no obligados a vestirnos de forma diferente que nuestros vecinos no judíos. Comenzando con la fuente más antigua conocida sobre el tema, el Midrash dice que el pueblo judío fue redimido de Egipto porque, entre otros méritos, no cambiaron sus nombres, su idioma ni su vestimenta. (Debemos señalar que la versión más antigua de este Midrash (Shir HaShirim Rabá 4:24) sólo menciona los nombres y el idioma, no la vestimenta, pero muchos comentaristas posteriores así como otras compilaciones del Midrash mencionan también la ropa). Por lo tanto, parece que debemos vestirnos de forma diferente de los no judíos, para no mezclarnos con ellos y seguir sus costumbres.
Sin embargo, en la práctica la mayoría de las autoridades no nos obligan a vestirnos diferente de los no judíos. Hay una obligación general de la Torá de no seguir las costumbres de los gentiles: "Y no seguirás sus caminos" (Levítico 18:3, ver también 20:23 y Deuteronomio 12:30). Esto se extendería a practicas tales como imitar el estilo de vestimenta y peinado de los no judíos. Sin embargo, de acuerdo con la regla aceptada, esto se aplica sólo a prendas que de alguna manera tengan relación con la idolatría, la inmoralidad o que por alguna otra razón no tengan sentido (Ver Ramó sobre Shulján Aruj, Ioré Deá 178:1). Por lo tanto, no debemos seguir los hábitos de vestimenta inmorales de los no judíos, pero no hay problema en usar prendas que sean sensibles y respetables.
(Debemos señalar que incluso los jasidim, quienes en la actualidad se visten completamente diferente a otros grupos, de hecho usan las prendas que eran aceptadas para la clase alta de Europa Oriental hace algunos siglos. Esto se convirtió en la vestimenta prevalente en esos círculos, pero por lo menos desde un punto de vista histórico, no hay nada especialmente "judío" en esas prendas).
Aunque la práctica aceptada es que los judíos deben usar ropa respetable y no relacionada con la idolatría de los gentiles, a lo largo de la historia su apariencia siempre fue un poco diferente. Maimónides (Hiljot Avodá Zará 11:1) escribió:
No debemos seguir las prácticas aceptadas de los idólatras y no debemos asemejarnos a ellos, no en nuestra ropa, no en nuestro estilo de peinados, ni nada similar, como está escrito: "No seguirán los caminos de las naciones"… Esto nos advierte que no debemos parecernos a ellos. Por el contrario, el judío debe ser diferente y reconocible por su vestimenta y por sus actos, tal como se diferencia en sus creencias y su entendimiento.
Por lo tanto, aunque no hay una obligación de vestirse de una forma inusualmente rara o antagónica, se entiende que los judíos se diferencien en cierto grado y que no se mezclen con sus vecinos. Como explica Maimónides, esta es en parte la intención de la obligación de no seguir las costumbres de las naciones.
Esto se vio reforzado por ciertas prácticas como la de usar una prenda de cuatro esquinas con tzitzit, no afeitarse con una navaja, y la costumbre universal de que los hombres se cubran siempre la cabeza (así como la ley de que las mujeres casadas deben cubrirse el cabello). Especialmente en tiempos modernos, los judíos religiosos a menudo se destacan por su vestimenta más recatada.
Además, hubo muchos momentos de la historia en los que las autoridades no judías obligaron a los judíos a usar una prenda o un distintivo, como los peculiares sombreros cónicos de la Edad Media (a veces llamados "sombreros judíos"), para diferenciarlos de los gentiles. (La idea de que los judíos usaran una estrella amarilla o algo similar fue previa a los nazis).
Aparte de todo esto, los judíos por lo general vivían separados de sus vecinos no judíos (a menudo esto era impuesto por el estado), formando sus propias estructuras sociales y comunidades.
Por lo tanto, aunque a lo largo de la historia en general los judíos no trataron de verse a propósito diferentes de sus vecinos, mantuvieron cierta separación y casi siempre fueron identificables como judíos. A pesar de que los Sabios nos obligan a mantener relaciones positivas con nuestros vecinos, por ejemplo dando caridad a los no judíos (Talmud Guitin 61a), cumpliendo las leyes de la tierra (Talmud Baba Kama 113a) y rezando por el bienestar del estado (Pirkei Avot 3:2), no ocultamos nuestra identidad. (De hecho, aunque está permitido disfrazarse como un no judío para salvarse en una situación de peligro, como muchos hicieron durante el Holocausto, si a una persona le preguntan si es o no judía, no tiene permitido negar su judaísmo, ya que eso parecería una renuncia a su fe (Ver Shulján Aruj, Ioré Deá 157:2).
Es importante ver este tema bajo una perspectiva más amplia. La misión judía en el mundo es ser una "luz para las naciones" (Isaías 42:6, 49:6). Esto se logra enseñándole al mundo que Dios existe a través de nuestro comportamiento ético y espiritual (y no tratar de convencerlos abiertamente, lo cual puede ser contraproducente). Por lo tanto, nuestro objetivo no es escondernos y dedicarnos a Dios en privado, sin dejar que nadie sepa que existimos y que somos judíos. En cambio, debemos defender con orgullo nuestras creencias, dejando que el mundo sepa quiénes somos y qué representamos, y hasta qué grado la devoción a Dios y a la humanidad santifica a un ser humano.
En consecuencia, es importante que la gente sepa que somos judíos. Por supuesto que esto no implica antagonizar con nuestros vecinos con comportamientos extraños o ser visiblemente judíos cuando eso puede ser físicamente peligroso para nosotros. Pero en forma general, no debemos ocultar nuestro judaísmo. Debemos actuar de forma tal que santifiquemos el nombre de Dios, permitiendo que los demás vean que somos nobles siervos de Dios. Una vez más, podemos ocultar nuestro judaísmo en países, barrios o momentos del día específicos si es peligroso. Pero no debemos hacerlo sólo porque nos avergonzamos de vernos diferentes o de sobresalir. Sólo cuando está en riesgo nuestra seguridad personal. Nuestra misión con el mundo nos obliga a defender claramente algo, y dejar que el mundo sepa cuán glorioso es ese algo.
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