El guardia nazi que se enamoró de una mujer judía en Auschwitz

16/04/2023

9 min de lectura

Un documental cuenta la historia de un grotesco romance que salvó vidas.

El documental Zot lo haitá ahavá (Eso no era amor) trata sobre un romance irreal y perverso: en Auschwitz, se enamoran una prisionera judía y el guardia de la SS acusado de asesinar a su familia y amigos. Como lo deja claro el título, no fue un amor normal, sino algo parecido a romance y afecto.

Esto no es ficción. En el infierno de Auschwitz, en donde fueron asesinadas 1.100.000 personas (entre ellos 960.000 judíos), una prisionera judía llamada Helena Citronova y el soldado nazi Franz Wunsch desarrollaron sentimientos mutuos. Su relación salvó la vida de Rozinka, la hermana de Helena.

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En 1942, Helena fue una de las 997 adolescentes y mujeres jóvenes judías que fueron enviadas a Auschwitz en el primer transporte oficial de prisioneros judíos al campo de exterminio. Las autoridades eslovacas les dijeron que iban a trabajar al servicio de la nación durante unos cuantos meses. En realidad, cada una de las prisioneras había sido vendida por el gobierno eslovaco a las autoridades nazis por 200 Reichsmarks (unos $500) por prisionera.

Cuando las jóvenes llegaron a Auschwitz de inmediato entendieron que habían sido engañadas. “Éramos adolescentes”, recuerda Edith Grosman, una sobreviviente que estaba entre las mujeres de ese primer transporte. “Éramos suficientemente jóvenes como para tener berrinches, ser perezosas, eludir las obligaciones o dormir hasta tarde. Tan sólo un mes antes nos reíamos y charlábamos sobre las últimas noticias de nuestra comunidad y ahora veíamos morir a niñas… muertas prematuramente. Entonces era inevitable preguntarte: ¿Seré yo la próxima? ¿Yo también estaré muerta muy pronto?” (Las 999 mujeres de Auschwitz: La extraordinaria historia de las jóvenes judías que llegaron en el primer tren a Auschwitz (No Ficción) por Heather Dune Macadam. Roca Editorial, 2020).

Una de las aterradas jovencitas en ese grupo era Helena Citronova, de 20 años, hija de un jazán (cantor) en Eslovaquia. Al llegar a Auschwitz, Helena se convirtió en una esclava para trabajos forzados. Su primer trabajo fue ayudar a demoler un edificio en ruinas en el campo. Los guardias obligaban a las jóvenes a quedarse en el lugar de trabajo incluso cuando caían partes del edificio que estaban demoliendo. “No nos permitían correr, así que cuando la pared se caía, las primeras jovencitas eran aplastadas y morían de forma instantánea”, describió Helena años más tarde.

Helena Citronova

Más adelante, Helena consiguió un trabajo que era muy preciado entre las prisioneras: la tarea más sencilla de clasificar las pertenencias de los judíos asesinados en un enorme depósito al cual las prisioneras llamaban “Canadá”. En su primer día de trabajo en el depósito, le ordenaron a Helena cumplir con otra tarea: ese día, 21 de marzo de 1942, era el cumpleaños de Franz Wunsch, uno de los guardias de la SS a cargo de las cámaras de gas en Auschwitz. Le dijeron a Helena que cantara para él en su fiesta de cumpleaños. Le aseguraron que si daba una buena impresión, podría quedarse en el grupo que trabajaba en el depósito. Helena decidió hacer todo lo posible para causar una buena impresión.

A los 20 años, Wunsch ya era un nazi duro y cruel. Cuando era adolescente se ofreció voluntariamente para ser parte de la despiadada SS. En Auschwitz, fue responsable de una brutalidad inimaginable. Años después de la guerra, fue juzgado en su país natal, Austria, acusado de disparar y asesinar a prisioneros judíos, especialmente a los miembros del Sonderkommando, los trabajadores judíos del campo de concentración que eran obligados a llevar a los judíos dentro de las cámaras de gas, retirar sus cuerpos una vez que habían sido asesinados, quemar los cadáveres en el enorme crematorio de Auschwitz y tirar las cenizas a un río. Wunsch también fue acusado de insertar personalmente las latas de gas letal en las cámaras en donde los judíos eran asesinados.

Él le pidió que por favor cantara nuevamente la canción. Su pedido sorprendió a la aterrada prisionera judía.

En su fiesta de cumpleaños ese día en Auschwitz, Wunsch observó a Helena mientras cantaba canciones de cumpleaños con lágrimas cayendo por sus mejillas. Ella contó posteriormente que en ese momento estaba segura de que pronto iba a morir y cantó con pasión porque pensó que podía ser la última vez que cantaría. Sólo sabía unas pocas canciones en alemán, incluyendo la melancólica canción, Love it Was Not, la cual dio el nombre al documental sobre Helena y Wunsch.

Al verla cantar, Wunsch deseó conectarse con Helena. Él le pidió que por favor cantara nuevamente la canción. Su pedido sorprendió a la aterrada prisionera judía. “De repente escuché la voz de un ser humano, no un rugido animal. Escuché la palabra ‘por favor. Levanté la vista con lágrimas en mis ojos, vi un uniforme y pensé: ‘Dios, ¿dónde están los ojos del asesino? Estos son los ojos de un ser humano’”.

Amor y odio

Helena regresó a trabajar en el depósito “Canadá”, clasificando los bienes de los judíos asesinados y Wunsch la fue a visitar y le aventó una carta que había escrito. “Cuando vino a las barracas donde yo estaba trabajando, me arrojó una nota. La destruí en ese mismo instante, pero sí vi que decía ‘me enamoré de ti’”, recordó Helena años más tarde en su casa en Israel. “Pensé que preferiría estar muerta antes que tener una relación con un hombre de la SS. Durante mucho tiempo sólo hubo odio. Ni siquiera podía mirarlo”, dijo.

Pensé que preferiría estar muerta antes que tener una relación con un hombre de la SS. Durante mucho tiempo sólo hubo odio. Ni siquiera podía mirarlo.

Wunsch siguió persiguiendo a Helena, perdidamente enamorado de ella. Su afecto no llegó a tanto como para tratar de ayudarla a escapar, pero sí le pasaba de contrabando comida y ropa más allá de las raciones mínimas y los delgados uniformes de prisión que contribuían a los tormentos y a la muerte de los prisioneros de Auschwitz. Posteriormente, Helena dijo que ayudarla de esta forma ponía en riesgo la vida de Wunsch ante sus superiores de la SS. Él le dio sábanas y mantas extras y le entregaba sus propias raciones de comida. Incluso le dio a Helena los alimentos que su madre mandaba para él.

“Él me amaba al punto de la locura”. Helena compartía la comida que Wunsch le daba con otras prisioneras, ayudando a salvar sus vidas. A veces, Helena le pedía a Wunsch que la ayudara a salvar la vida de sus compañeras de prisión. Hubo momentos en los que ella misma agarró la mano de Wunsch cuando él golpeaba a un judío para pedirle que parara.

Las hermanas Helena y Roza, con la hija de Roza, Aviva, quien murió en Auschwitz con tan sólo nueve años.

Algunas de sus compañeras de prisión estaban agradecidas, pero muchas otras estaban muy celosas de los regalos y la seguridad que tenía Helena mientras ellas enfrentaban la muerte cada día. “Todas estaban celosas, profundamente, porque ella tenía esa oportunidad y nosotras iríamos como ovejas al matadero”, cuenta en el documental una de las compañeras de Helena en Auschwitz.

Salvar a la hermana de Helena

Un momento clave fue cuando Wunsch pudo ayudar a la hermana de Helena. Su hermana Rozinka y sus dos hijos pequeños (una niña de nueve años y un bebé recién nacido) llegaron a Auschwitz y fueron seleccionados para ser enviados de inmediato a las cámaras de gas. Al escuchar la noticia, Helena corrió a las cámaras de gas y les rogó a los guardias de la SS que les perdonaran la vida. Cuando ellos se negaron, Helena les rogó que la mataran también a ella.

Los guardias estaban a punto de hacerlo, cuando Wunsch llegó corriendo y comenzó a golpear violentamente a Helena por el crimen de transgredir el toque de queda. Mientras la golpeaba, le susurró en secreto que le dijera el nombre de su hermana.

“Él me dijo: ‘Rápido, dime el nombre de tu hermana antes de que sea demasiado tarde’. Yo le dije: ‘No vas a poder. Ella vino con dos niños pequeños’. Me respondió: ‘Niños, eso es diferente. Los niños no pueden vivir aquí’. Entonces corrió al crematorio y encontró a mi hermana’”. La hermana de Helena sobrevivió, pero sus hijos fueron asesinados.

Para nosotros es imposible pensar en esa época y entender por completo lo que vivió una prisionera como Helena Citronova. Durante años su familia, amigos y otros judíos fueron asesinados a su lado noche y día, vio cómo asesinaban a sus amados sobrinos… En esa situación, cualquier bondad o ayuda debe haber parecido abrumadora.

En esta foto tomada en Auschwitz, Helena se ve contenta, sana y “casi gordita”, en agudo contraste con el resto de los prisioneros.

Con el tiempo, parece que también Helena comenzó a desarrollar cierto afecto por Wunsch. En el documental, los contemporáneos de Helena enfatizan que Helena y Wunsch nunca tuvieron intimidad física. Eso hubiera sido imposible en el ambiente estrictamente controlado de Auschwitz. Pero los muchos regalos y favores de Wunsch hacia Helena eran visibles para todos.

Antes de su muerte en el año 2005, Helena le dijo al cineasta británico Laurence Rees: “Aquí él hizo algo grandioso. Hubo momentos en los que olvidé que yo era judía y que él no era judío y, honestamente, finalmente lo amé”.

Un enamoramiento eterno

Wunsch sacó una foto de Helena con su uniforme a rayas y la llevaba con él todo el tiempo. Es una imagen disonante: parada en el infierno de Auschwitz, vistiendo su degradante uniforme, Helena sonríe radiante. Se la ve casi feliz y sana. De acuerdo con su hija Dagmar, Wunsch estaba obsesionado con esa foto. Él hizo muchas copias de la foto, cortaba el rostro de Helena y la colocaba sobre otras fotografías, dando la ilusión de que Helena estaba a salvo en otro lugar lejos de Auschwitz.

Esto se convirtió en un motivo en la película "Zot lo haitá ahavá". La directora israelí utilizó esto como una técnica a lo largo de la película para presentar a Helena en diferentes escenarios: en las barracas de Auschwitz, en el crematorio, y eventualmente en el juicio de Wunsch muchos años más tarde.

Cuando terminó la guerra, Helena y su hermana Rozinka regresaron a su hogar en Eslovaquia. (El último gesto de ayuda a Helena, fue entregarle a ella y a Rozinka botas forradas de piel para el viaje). Ellas encontraron que la comunidad judía a la que pertenecían había sido completamente destruida.

Wunsch buscó a Helena durante muchos años después de la guerra y le escribió una y otra vez. "Entonces estaremos juntos y cumpliremos todas las promesas que nos hemos hecho", le escribió. "Todo hubiera sido completamente diferente si nosotros hubiéramos ganado la guerra".

Un año después de haber sido liberada de Auschwitz, Helena se casó con un activista sionista y se fueron a vivir a Israel.

Helena esquivó esas cartas. Un año después de haber sido liberada de Auschwitz, ella se casó con un activista sionista y se fueron a vivir a Israel. Una pariente de Helena le escribió a Wunsch exigiéndole que dejara de escribirle a Helena. Ella le dijo que no era posible que Helena tuviera contacto con "criminales nazis", y agregó que la sangre de los pequeños sobrinos de Helena que él había permitido que fueran asesinados "nunca se lavaría de sus manos".

Wunsch regresó a Austria, se casó y formó su propia familia. En 1972, fue juzgado por crímenes de guerra. Los testigos que habían visto su brutalidad describieron el sadismo de Wunsch. Él golpeó viciosamente a los prisioneros y personalmente mató a muchos judíos. Él seleccionaba qué judíos iban a morir en las cámaras de gas y cuáles vivirían para trabajar como esclavos.

Al parecer, Wunsch no mantuvo en secreto su amor por Helena ante la familia que formó después de la guerra, y su esposa le escribió a Helena rogándole que fuera a testificar en beneficio de Wunsch. Helena lo hizo: viajó a Viena y describió en la corte cómo Wunsch había sido amable con ella, y también contó cómo lo había visto ser brutal con otros judíos. Finalmente Wunsch fue absuelto. El juez resaltó que Wunsch no era inocente, pero el estatuto que limitaba los crímenes de guerra en Austria en ese momento evitó que fuera condenado.

Construir un hogar en Israel

Después de la liberación de Auschwitz en 1945, Helena comenzó una nueva vida en Tel Aviv, Israel.

Helena regresó a su hogar en Israel. La fugaz amistad y el romance que había compartido con Wunsch había muerto mucho tiempo antes. Ella nunca superó el trauma de sus experiencias durante el Holocausto. En el documental, sus tres hijos describen las dificultades que Helena siempre tuvo como consecuencia. A menudo se enojaba mucho, y a veces se sentía muy infeliz.

Después del juicio, Wunsch insistió que su enamoramiento de Helena lo cambió para bien. "El deseo cambió mi comportamiento brutal. Me enamoré de Helena Citronova y eso me hizo cambiar. Me volví otra persona por su influencia", declaró.

Años atrás, en el infierno de Auschwitz, Helena Citronova usó todos los medios que tuvo a su disposición para sobrevivir y ayudar a su amada hermana y a sus compañeras. No fue fácil, y nos resulta imposible captar lo que ella vivió y juzgar sus decisiones. Helena estaba decidida a sobrevivir, y la familia que ella construyó en Israel hoy es un testimonio de su fuerza y resiliencia.

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