El judaísmo y la privacidad

27/04/2023

3 min de lectura

Mientras más valioso es algo, más lo mantenemos privado y protegido.

A pesar de lo que puedan haberte dicho cuando eras pequeño, compartir no siempre es bueno.

Vivimos en una generación transparente, donde la gente revela cada vez más sobre sus vidas personales, sus pensamientos y sentimientos más íntimos y sus experiencias más privadas.

En teoría, el movimiento hacia compartir más debería dar como resultado mejores relaciones, conexiones más cercanas, y mejorar la capacidad de intimidad emocional. A fin de cuentas, ser abiertos con una persona es una parte fundamental para poder conectarse con esa persona. Sin embargo, cada vez más investigaciones confirman que está ocurriendo exactamente lo contrario. Compartir de más en verdad daña las relaciones, lastima la autoestima, incrementa la ansiedad, disminuye el autocontrol y alimenta el narcisismo.

Mientras más accesible, revelado y expuesto, más barato.

En el judaísmo, lo más valioso y atesorado es lo que más mantenemos en privado y protegido. Mientras más accesible, revelado y expuesto, más barato.

La perspectiva del judaísmo es que la intimidad genuina se logra cuando algo es privado, exclusivo e inaccesible a los demás. Esto es verdad tanto física como emocional y espiritualmente. Mientras menos practicamos la privacidad y el recato en cada una de estas áreas, mayor es el desafío que tenemos para lograr auténtica intimidad en ellas.

Un artículo del "New York Times" sobre la privacidad y el compartir en Internet comenzó diciendo: "Imagina un mundo que de repente queda sin puertas. No hay puertas en tu casa, en los vestidores, en la entrada del pub local, ni siquiera en los baños de las salas de conciertos. Las autoridades dicen que si no haces nada malo, entonces eso no debería molestarte. Bueno, ese es en esencia el estado de las cosas en Internet. No hay privacidad".

El artículo cita investigaciones que confirman la perspectiva judía:

El problema es que si revelas todo sobre ti mismo (o si lo puedes llegar a encontrar con una búsqueda en Google), puedes ver disminuida tu capacidad para la intimidad. Esto se remonta a la teoría de la penetración social, una de las más citadas y experimentalmente validadas explicaciones sobre la conexión humana. Desarrollada por Irwin Altman y Dalmas A. Taylos en la década de 1970, la teoría sostiene que las relaciones se desarrollan a través de la divulgación gradual y mutua de información personal cada vez más privada y sensible.

"Construir y mantener una relación íntima perdurable es un proceso de regulación de la privacidad", dijo el Dr. Altman, ahora un profesor emérito de psicología en la Universidad de Utah. "Se trata de abrir y cerrar los límites para mantener la identidad individual, pero también mostrar unidad con el otro, y si hay violaciones entonces la relación se ve amenazada".

En el Tabernáculo, el predecesor del Templo en Jerusalem, el santuario más interno era el Santo Sanctorum (Kódesh HaKodahsim). Allí estaba el Arca y sólo podía entrar el Cohen Gadol, el Sumo Sacerdote, en Iom Kipur. Las dos tablas sagradas y el Rollo original de la Torá estaban en el Arca, en el lugar más privado e inaccesible del Tabernáculo.

Rav Soloveitchik sugiere que debemos modelar nuestras vidas personales siguiendo la estructura y la disposición del Tabernáculo:

Desde que era pequeño, aprendí a contener mis sentimientos y no demostrar lo que ocurría dentro de mi mundo emocional. Mi padre decía que mientras más sagrado e íntimo era el sentimiento, más se lo debía mantener oculto. Hay una cortina oculta que separa entre nuestro interior y nuestro exterior: "y la cortina divisoria debe separar entre el Kódesh y el Kódesh HaKodashim". ¿Qué lugar es más santificado que el Santo Sanctorum de nuestra vida emocional?

En este mundo "sin puertas", necesitamos estar mucho más conscientes y atentos para mantener cerrada nuestra cortina y proteger el Santo Sanctorum de nuestra vida. Esto no viene a sugerir que no compartamos en absoluto nuestras emociones y sentimientos y que los mantengamos embotellados. Obviamente eso no es sano y puede ser potencialmente peligroso. Pero el Santo Sanctorum sólo podía ser visto por una audiencia selectiva: sólo por el Cohen HaGadol.

Comparte tus sentimientos, tus pensamientos más íntimos y tus emociones personales con tu cónyuge, con un miembro de tu familia en quien confíes, o con un amigo o confidente. No cada pensamiento y sentimiento debe hacerse público. No cada experiencia personal ni cada evento tiene el mérito de ser compartido. No cada momento de frustración o cada punto de orgullo con tu trabajo, con tus hijos o tus experiencias en un restaurante deben alimentar tu cuenta de Instagram.

Cuando no logramos ser juiciosos y pensar bien qué y cómo compartimos, podemos profanar nuestras vidas y dificultar la posibilidad de lograr relaciones íntimas. Preservar nuestras barreras, mantener la capacidad de privacidad y misterio, en definitiva protege nuestro Santo Sanctorum y eleva todas las relaciones de nuestra vida.

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