¿Es posible vivir una vida judía con tatuajes?

20/06/2023

9 min de lectura

Un tatuaje es un recuerdo de un momento de tu vida. Pero, ¿qué pasa si ya no eres esa persona?

En 1982, Rosie Bloom (un pseudónimo, no su nombre verdadero), de 12 años, robó un frasco de tinta china de la clase de arte. Con una amiga tomaron una aguja de coser y se tatuaron algo punk alrededor de sus nudillos.

Dos años más tarde Rosie se hizo su primer tatuaje "profesional". Se lo hizo alguien a quien conocían sus amigos. Ella fue a su casa, le dijo lo que quería (una calavera con dos huesos cruzados y su nombre), y él le tatuó el brazo con su herramienta de tatuajes. Hizo el trabajo a mano alzada, No le mostró un diseño ni lo dibujó primero en su piel para ver si le gustaba. Incluso escribió mal su nombre...

"Yo le dije mi nombre. Le dije 'R'. Él repitió 'R' y luego escribió 'R'. Yo dije 'O' y él dijo 'O'. Yo le dije: 'Sí', y escribió 'S'. RS. 'No, no es RS', le dije. 'Está bien, lo que sea', me respondió y lo cambió. Me parece que dibujó una flor encima o algo así".

Como adolescente, a Rosie no se le ocurrió que sus tatuajes serían permanentes, no le preocupó que estuviera mal escrito su nombre ni que una calavera con dos huesos podía llegar a parecerle de mal gusto algunos años más tarde. "Yo era una tonta de 14 años en un medio punk y eso fue lo que obtuve. Lo odiaba. A los 18 años fui a un lugar profesional y le pregunté al artista si podía ocultarlo de alguna manera. Él transformo los huesos en flores".

Puso el ácido sobre mi piel y salió humo. Podías escucharla arder. El ácido derritió mi piel.

Rosie también se quitó los tatuajes de los nudillos. "No eran lindos. Eran una basura (y yo me veía como basura y no lo era). Estaban hechos a mano. Mi hermano mayor tenía una ex novia con quien me sentía muy cercana. Fui a visitarla y ella me llevó a una casa de tatuajes, porque sabía que yo quería liberarme de los tatuajes que la gente podía ver. El tipo echó ácido sobre mi piel. No sé qué clase de ácido era. Puso el ácido sobre mi piel y salió humo. Podías escucharla arder. El ácido derritió mi piel. Pero todavía se podía ver que allí había algo, y la gente aún me pregunta al respecto años más tarde, después de volverme religiosa".

Rosie Bloom ya tiene 50 años y es una respetada educadora y líder comunitaria judía. Ella todavía tiene tatuajes. Nunca dejaron de gustarle los tatuajes en general. Simplemente no le gustan sus tatuajes.

Cubierto en tatuajes

La ley judía prohíbe hacerse un tatuaje. La Torá (Levítico 19:28) dice: "No harán tatuajes en su piel", y el Talmud (Makot 21a) define el concepto de "tatuaje" y el grado en el cual esto se aplica. Pero la prohibición es contra "hacerse" un tatuaje, no contra "tener" uno. Lo que se hizo, hecho está, y no hay ninguna razón judía convincente para eliminarlo.

"Tenía casi 30 años y quería aprender más sobre mi herencia", contó Stephen Safer, el cantante principal de Grum y Vomitus, una banda punk y metal de la década de 1990, que ahora ejerce como trabajador social. "Fui a Israel. Estaba aprendiendo el alfabeto hebreo y recuerdo que fui al Muro de los Lamentos (realmente no sabía la historia, pero había oído hablar antes de él). Yo tenía un montón de piercings y tatuajes en los brazos y en las manos. Recuerdo que un par de personas, israelíes religiosos, me dijeron: 'Eres impuro. No deberías estar aquí'. Eso me dolió, pero la verdad es que también me ayudó a tomar conciencia".

Stephen Safer

Safer considera que sus años en gira como músico y sus experiencias con las comunidades punk y heavy metal le dieron las habilidades para manejar el rechazo. "Cuando la gente dice algo así, me juzgan o me menosprecian, eso sólo me fortalece. Me impulsa a ser todavía más fuerte". Aunque ser parte de ese escenario también lo inspiró a hacerse tatuajes. El primero se lo hizo a los 17 años en un salón de tatuajes que era negligente revisando los documentos de identidad de sus clientes para ver si eran mayores de edad.

Llevó algunos años, y algunos tatuajes más, hasta que sus padres lo descubrieron. "Estábamos grabando un video para una de las bandas en las que estaba en aquel entonces. Era un video en vivo y yo me había sacado la remera. Estábamos viendo el video y mi madre estaba en la habitación. Ella me vio cantando y me preguntó: 'Stephen, ¿quién es ese?'. Sin pensarlo, le dije: 'Soy yo'. '¿¡Qué es lo que tienes en la espalda!?' Y allí fue cuando comenzó la desilusión".

Cuando la gente me menosprecia, eso sólo me fortalece. Me anima a ser todavía más fuerte.

Él se ríe ante lo absurdo de la situación. "Ella dijo: '¿Qué hice para merecer esto?'. Además, mi padre era un psiquiatra. Parecía una comedia trágica. En ese momento ella estaba regando las plantas y comenzó a correr detrás de mí con la regadera. Salí corriendo por la puerta delantera y ella corrió detrás de mí gritando y tratando de arrojarme agua. '¿Qué fue lo que te hicimos? ¡HIJO!'".

Al llegar a Israel a comienzos del 2000, Safer estaba cubierto en tatuajes. Tenía tatuajes en la mayor parte de su cuerpo, así como en las manos y en el cuello, y también en el cráneo, para cuando se rapaba la cabeza. Él estudió en una ieshivá en Jerusalem, y luego estudió algunos años en una ieshivá en Nueva York. Alrededor del año 2003 decidió quitarse los tatuajes más visibles.

"Simplemente siempre se volvía el tema de conversación. Constantemente, cada vez que me llamaban a la Torá y en cualquier lugar a donde iba. No me molestaba contar mi historia, pero era algo tan repetitivo y yo sólo quería tener un poco de espacio. Pensé que al quitarlos no llamaría tanto la atención. Y funcionó. Ahora nadie sabe realmente que tengo tatuajes, a menos que vean algo por debajo de mi camisa".

Los tatuajes en la cultura popular

Los tatuajes han existido durante milenios. El salón de tatuajes más antiguo del mundo es Razzouk Tattoo en la Ciudad Vieja de Jerusalem. Wassim Razzouk, el propietario actual, es la 27 generación de tatuadores de su familia, quienes han estado tatuando cruces en cristianos coptos desde el siglo XIII. Ellos comenzaron su comercio en Egipto, y en algún momento, posiblemente en el 1500, se reasentaron en Jerusalem y continuaron tatuando a los peregrinos cristianos que visitaban la ciudad santa.

Will Wolfowich

Los tatuajes modernos comenzaron en 1891 con la invención de la máquina eléctrica para tatuar, aunque durante la mayor parte del siglo XX los tatuajes fueron considerados tabú y principalmente los usaban los marineros, los criminales y quienes trabajaban en circos. Eso cambió en los años 70, cuando comenzaron a usarlos las estrellas de rock (la cantante Janis Joplin se hizo tatuar en la muñeca un diseño inspirado en un brazalete sudamericano poco antes de su muerte, en 1970), pero no se generalizó hasta 1990 cuando las celebridades comenzaron a tatuarse, en particular Pamela Anderson, la estrella de "Baywatch".

Las encuestas varían, pero hoy alrededor del 41% de la Generación Y o "Millennials" (quienes nacieron entre 1981 y 1996) tienen por lo menos un tatuaje, y ese es el mayor grupo. En la Generación X (1965-1980) el porcentaje es de 32%, y en sus hijos, la Generación Z (1997-2012) es de 23%, aunque ese porcentaje probablemente crecerá cuando cumplan 18 años. Los tatuajes en un momento fueron un símbolo de rebelión, pero ya no lo son.

"La mayoría de las personas se tatúan porque está de moda", aseguró Will Wolfowich, un estudiante de Aish HaTorá en Jerusalem. Él también tiene tatuajes cubriendo significantes porciones de su cuerpo. "La gente ya no se revela al hacerse tatuajes. Me parece que los que piensan que se están rebelando, son los que se tatúan el rostro o las manos, y terminan arrepintiéndose. ¿Pero una mariposa en el hombro? Nadie te va a mirar y va pensar que asustas".

Tatuajes significativos

Muchas veces, la gente tiene razones significativas para hacerse un tatuaje. "Una vez tuve un paciente que abrió Stingray Body Art en Allston, Massachusetts", contó el Dr. Allan Rockoff, quien fue dermatólogo en el área de Boston durante 44 años antes de mudarse a Israel, y se dedicó a quitar tatuajes con la tecnología láser cuando esto fue posible a mediados de los años 90. "Me impresionó mucho. Me pidió que fuera a ver el lugar. Durante mi visita, vi a una pareja en un pequeño cubículo. Me acerqué y vi que cada uno estaba tatuando un anillo en el dedo del otro. Fue muy interesante. Lo hacían de forma secuencial, primero él y luego ella. Se iban a casar y eso era parte de su deseo de manifestar su unión".

Wolfowich llegó a cuestionar cuán significativo es realmente hacerse un tatuaje. "Pienso en esto en un sentido profundo. Mi hermano falleció, y muchos de mis tatuajes los hice cuando él murió. Pero entonces empecé a pensar: '¿Necesito tener un tatuaje en el brazo para mirarlo en el espejo y recordar que él existió o para recordar quien fue? No vale la pena. Mi amor por él no es algo superficial. Al principio se trató de honrar la memoria de mi hermano, pero el recuerdo de mi hermano es mucho más profundo que sólo querer mostrarle a la gente que estoy honrando su memoria".

Vivir con nuestras opciones

De acuerdo con el erudito del siglo XII, Rabí Moshé Maimónides, la razón por la cual la ley judía prohíbe hacerse un tatuaje tiene que ver con las antiguas prácticas paganas, y que la gente se tatuaba para demostrar que "eran esclavos, vendidos a ese dios, y marcados para su servicio" (Yad, Leyes de idolatría 12:11). Para Maimónides, hacerse un tatuaje es una declaración, un compromiso permanente con una ideología. ¿Pero qué ocurre si ya no sientes lo mismo, o si descubres algo que consideras más profundo o más significativo?

Will y Rav Dov Ber Cohen en Aish HaTorá

"Una de las razones por las que no tengo tatuajes en mi cuerpo es porque no hay nada que valore tanto en un nivel mental, corporal o espiritual como para querer que quede indeleblemente grabado en mi piel", le dijo Neil deGrasse Tyson, un astrofísico, escritor y a veces comentarista social a Joe Rogan, en una entrevista en abril del 2023, en un clip que se volvió viral. "Quiero dejar espacio para poder tener más adelante un pensamiento más esclarecedor que anule cualquier decisión que haya tomado en ese momento. Y dado que me encuentro entre los aprendices de por vida, todo el tiempo estoy aprendiendo cosas".

Rosie Bloom no es tan generosa. "Pienso que las razones por las cuales la gente se hace tatuajes son las mismas por las que yo me los hice. La gente no se siente validada. No están realmente felices consigo mismos. Siento que hay en esto un nivel de automutilación que no es sano. Es como cortarse. Para mí, era la idea de tener el control, de poder hacerlo. Recuerdo haber sentido que "hice algo". Pienso que tiene que ver con el trauma (experimenté cierto nivel de abuso en mi niñez), y de ser capaz de hacerme eso a mí misma, porque yo misma me lo hice. Yo tenía el control".

Will en la actualidad

Quitar los tatuajes se volvió mucho más sencillo con la tecnología láser, aunque sigue siendo un procedimiento largo, costoso y doloroso. Will Wolfowich está en medio de un proceso de muchos años para liberarse de sus tatuajes. Él dice que después de aplicar una anestesia local, el médico quema su piel durante 15 o 20 minutos con un láser. Incluso se siente el olor a quemado, y luego espera hasta seis meses para que la piel sane antes de volver a hacerlo.

Seguir adelante y aceptar el pasado

Pero mayor que el problema físico de eliminar los tatuajes es el cambio de actitud, entender que a pesar de las marcas que quedaron en tu cuerpo, el verdadero crecimiento es un estado mental, sin importar la destrucción que aquel crecimiento haya dejado a su paso.

"Después de estudiar e integrarme a un estilo de vida judío observante, comprendí que los tatuajes tenían un propósito", dijo Stephen Safer. "Debido a mis tatuajes, yo tenía, por así decir, acceso a lugares y a personas que otros judíos religiosos no siempre tienen. Los tatuajes lo dejaban en claro. Algunas personas sienten que se pueden conectar mejor con alguien que vivió algo y que tuvo esa experiencia. Yo tengo acceso a esa "oscuridad" y, con ayuda de Dios, puede acercar a otras personas a la "luz". Me he quitado algunos y no me haré otro tatuaje, así que ahí está el arrepentimiento. Pero no se trata de '¡Ay, pobre de mí!'. Entiendo que hay un propósito y una razón para esto".

La capacidad de creer forma parte de este proceso, pero también hay aceptación, lo que para algunos significa aceptar el pasado, incluyendo sus defectos.

"A medida que mis hijos fueron convirtiéndose en adultos y encontrándose a sí mismos, mi relación con ellos ha cambiado y ya no me importa que lo sepan", dice Rosie Bloom. "Sigo pensando que los tatuajes son hermosos. Los tatuajes y la contracultura me atraen, pero gran parte de mí ya no tiene nada que ver con eso. Cuando comencé a cuidar las mitzvot, especialmente como una joven madre en una nueva comunidad, quería encajar. Pero a medida que mi confianza fue creciendo como judía, eso ya no es lo que deseo. Soy judía. Todas somos mujeres, casadas, lo que sea, pero yo vengo de otro lugar, tengo un pasado diferente a todos los que conozco. Y estoy bien y en paz con eso".

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