¿Fue justo endurecer el corazón del faraón?

08/04/2023

4 min de lectura

Si Dios obligó al faraón a actuar tal como lo hizo, ¿Cómo se lo puede considerar responsable y castigarlo por esos actos?

Un detalle curioso, incluso problemático, del episodio de las Diez Plagas, es que Dios endureció el corazón del faraón, en esencia obligándolo a negarse a liberar a los israelitas a pesar del sufrimiento al que era sometido.

Si los actos del faraón no fueron libres, sino que Dios lo obligó a actuar de esa manera, ¿cómo se lo puede considerar responsable y castigarlo por esos actos?

Quizás el faraón no es el único a quien le quitaron el libre albedrío. Rav Eliahu Dessler (1892-1953) explica que si bien el libre albedrío es una cualidad humana esencial, existe lo que él llama la "nekudat habejirá", el punto de elección. Usando una analogía de la guerra tradicional, él explica que así como la batalla entre dos combatientes ocurre sólo en el punto de enfrentamiento o en el frente de batalla, mientras que el territorio a ambos lados de ese frente está firmemente en manos de uno u otro bando, así también la libertad de elección de la persona se limita a situaciones en las que hay tensión entre dos intereses contrapuestos con la misma fuerza.

Por ejemplo, si alguien no sabe qué decidir entre dar un donativo generoso a una importante causa de caridad o usar ese dinero para comprar un auto nuevo que había estado planeando comprar, eso involucra un genuino libre albedrío en cualquier decisión que llegue a adoptar. En contraste, los pequeños actos de caridad que involucran poco sacrificio personal no se encuentran dentro del ámbito del libre albedrío de esa persona, porque no dudará en cumplirlos. Similarmente, negarse por completo todos los lujos materiales no está dentro del ámbito de su libre albedrío, porque no es capaz llegar a ese nivel de abnegación extrema.

Las líneas de batalla del libre albedrío no permanecen fijas.

Para otros, el frente de batalla se encuentra en otra parte. El miembro de una pandilla a quien le enseñaron a robar y asesinar, es absolutamente incapaz de dar caridad. Para él, el punto de elección puede estar entre cometer o no un crimen violento.

Rav Dessler también afirma que tal como en la guerra, las líneas de batalla del libre albedrío no permanecen fijas. El individuo para quien el punto de tensión es dar caridad, al tomar la decisión moral conquista nuevo territorio que hará que ahora le resulte más sencillo tomar la misma elección en ocasiones futuras. Eventualmente, después de elegir dar caridad suficiente cantidad de veces, este puede dejar de ser un punto de tensión o un ejercicio de libre albedrío para esa persona. Lo mismo ocurre a la inversa.

Por lo tanto, la realidad es que muchas de lo que se consideran nuestras "elecciones" en la vida, de hecho no son elecciones. Más bien son decisiones condicionadas o resultado del hábito. Podríamos decir que estamos esclavizados a esas elecciones.

El libre albedrío del faraón y las Diez Plagas

Exploremos ahora cómo la definición de libre albedrío de Rav Dessler se aplica en el caso del faraón.

Prestemos atención que durante las cinco primeras plagas fue el faraón mismo quien endureció su corazón. Sin embargo, vemos que hay genuina tensión en sus decisiones a cada paso del camino. De hecho, esa tensión parece intensificarse con la progresión de las plagas. Durante las primeras plagas (sangre y ranas), la elección del faraón de resistirse se vio alentada porque sus magos pudieron duplicar esas plagas. Sin embargo, el desafío del faraón a Dios es puesto a prueba cuando al comenzar la tercera plaga (piojos), los magos son incapaces de duplicar la maravilla Divina, y todavía más cuando Dios comienza a discriminar entre los egipcios y los israelitas al provocar las plagas (desde el comienzo de la cuarta plaga de las bestias salvajes).

De hecho, durante la cuarta plaga el faraón comienza a bajar la cabeza por primera vez, y finalmente está dispuesto a negociar con Moshé el prospecto de que los israelitas obtengan libertad para ir a servir a su Dios (8:21-24). Casi parece que Dios trata de alentar al faraón a tomar la decisión correcta sin quitarle su dignidad ni su libre albedrío.

Pero si bien el faraón se dobla, no se quiebra. De hecho, con cada acto de resistencia sólo da más fuerza a esa resistencia y se esclaviza a sí mismo para desafiar aún más a Dios. Con el inicio de la sexta plaga, (pústulas) por primera vez Dios endurece el corazón del faraón. Y también entonces es cuando Dios le informa a Moshé que ahora comenzará a mostrar Su verdadero poder y gloria al faraón, golpeando a los egipcios con una intensidad no vista hasta ese momento. El granizo, las langostas, la oscuridad y la muerte de los primogénitos son aflicciones que Egipto nunca había experimentado: "para que sepan que la tierra es de Dios" (9:29).

Cuando el faraón, por su propia voluntad, ya no es capaz de elegir someterse ante Dios, ya no hay ningún propósito en tratar de ayudarlo a tomar la decisión correcta. Mas bien, esto se convierte en la oportunidad perfecta para que Dios demuestre Su verdadera grandeza. Por supuesto, bajo condiciones tan extremas, incluso el faraón está dispuesto a subyugarse. Sin embargo, esa sumisión no tiene lugar a través del libre albedrío, sino que sólo es una respuesta refleja al sufrimiento insoportable que es obligado a soportar. De esta manera, que Dios endureciera el corazón del faraón sólo ayudó al faraón a actuar de acuerdo con su verdadera naturaleza y temperamento.

Debido a que el faraón fue quien dictaminó la esclavitud, era quien tenía la responsabilidad por ella.

El faraón no tuvo más ni menos libre albedrío en sus elecciones que la que nosotros tenemos en las nuestras. Como cada uno de nosotros, la mayoría de sus decisiones en la vida eran habituales. En aquellas áreas en las cuales tenía genuina elección, él tomó la elección equivocada, y eso lo llevo a estar más esclavizado de la maldad. Debido a que él fue quien dictaminó la esclavitud, era quien tenía responsabilidad por ella.

La libertad nunca está exenta de limitaciones significativas. De hecho, al buscar la libertad de Su pueblo, Dios le ordenó al faraón: "Deja salir a Mi nación para que pueda servirme - vaiavduni". La traducción más literal de vaiavduni es 'para que sean Mis esclavos'.

También las personas libres son esclavas. La diferencia entre una persona libre y un esclavo es que la persona libre elige a quién sirve. Al elegir a Dios, el pueblo judío eligió una vida de santidad y virtud con la esperanza de habituarse tanto al comportamiento recto hasta que ya no existiera ninguna tención ni lucha para escoger hacer lo que es bueno y correcto.


Imagen: Unsplash.com, Markus Winkler

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