Julianna Margulies, muchos no judíos sí apoyan al pueblo judío

30/11/2023

4 min de lectura

Y para mí su apoyo marca una gran diferencia en este momento tan difícil.

Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre, al igual que millones de judíos de todo el mundo, estoy viviendo en un mundo diferente al que habitaba el 6 de octubre. Nuestra sensación de seguridad y bienestar nos fue arrancado por la espantosa verdad del furioso antisemitismo que nos rodea.

Para quienes tenemos familiares que viven en Israel —como nuestro hijo recién casado con su flamante esposa—, y aquellos que tenemos parientes y amigos que sirven en las fuerzas de defensa de Israel, nuestra vida cotidiana está repleta de miedo por su seguridad. Cada vez que colgamos el teléfono nos preguntamos cuándo volveremos a escuchar sus voces. "¿Acaso esta fue la última conversación, que Dios no lo permita?". Estos pensamientos invaden mi mente; el miedo se ha convertido en una compañía constante.

Como esposa de un miembro del ejército de los Estados Unidos durante casi 30 años, nuestra familia vivió una guerra y múltiples despliegues. Muchas veces experimentamos esta clase de miedo por la seguridad de mi esposo e innumerables soldados, pero esta vez es diferente. Esta vez, mis mecanismos de defensa previos (como evitar ver las noticias las 24 horas del día los 7 días de la semana), no son suficientes para ayudarme a enfrentar el día en un estado mental calmo. El miedo por la seguridad de nuestros seres queridos se ve agravado por el horror ineludible de estar rodeados de implacables manifestaciones de odio hacia los judíos y hacia Israel, muchas veces en nuestras propias comunidades. Así mismo, muchos de quienes nos rodean justifican el salvaje asesinato, la carnicería y las violaciones a nuestro pueblo. El miedo radica en el hecho de saber que sí, que puede volver a suceder si no nos unimos como pueblo y denunciamos este mal.

En una reciente y excelente columna de opinión en "USA Today", la actriz judía norteamericana Julianna Margulies, llama la atención de la mayoría de sus amigos no judíos por mantenerse callados respecto al ataque de Hamás y las subsecuentes demostraciones antisemitas y antiisraelíes que tuvieron lugar en el país y en el mundo, suplicándoles que entiendan nuestros miedos.

Al leer sus palabras, sentí que la impotencia que se había ido acumulando desde el 7 de octubre comenzaba a abrumarme y que ya no tenía fuerza para resistirme. El odio a los judíos sigue vivo y continúa floreciendo. La gente lo disfruta o permanece indiferente ante él.

Durante los días siguientes, estos pensamientos siguieron atormentándome, incluso cuando me preparaba para un evento al que debía asistir con mi esposo. Mientras caminábamos dentro del edificio, vi a un compañero de trabajo de mi esposo que no es judío, parado con su esposa, a varios metros de distancia. Me sorprendió gratamente ver que él llevaba en la solapa de su chaqueta un pin con la bandera de Estados Unidos y de Israel.

Cuando nos acercamos, su esposa me preguntó cómo estaban nuestros hijos y sostuvo mi mano mientras yo hablaba de ellos. Su amor y su preocupación por nosotros era evidente y en ese momento finalmente comenzaron a disiparse mis sentimientos de impotencia e indefensión. También otras personas nos preguntaron por nuestros hijos y nos dijeron que estaban rezando para que los rehenes regresen muy pronto y a salvo. En el espacio de treinta minutos, comprendí que estaba rodeada de compañeros de trabajo, amigos y vecinos no judíos que se preocupan por lo que está pasando con Israel y el pueblo judío. Y, lo más importante, no se quedan callados al respecto.

Una tarde, al regresar a casa en el auto, pensé cómo a diferencia de la señora Margulies, prácticamente todos mis amigos no judíos se conectaron conmigo desde el 7 de octubre para preguntar por nuestros hijos, expresar su estremecimiento e indignación por el salvaje ataque y decirnos que están rezando por los rehenes y por todos en Israel. Muchos siguen conectándose cada semana. Ellos entienden nuestro miedo y se mantienen a nuestro lado contra todos aquellos que desean destruirnos.

Su expresión de amor, sus plegarias y su apoyo sirven como un recordatorio constante de que si bien vivimos con el doloroso entendimiento de que el odio a los judíos existe y es muy fuerte, también sabemos que no estamos solos. Hay algo mucho más fuerte que el odio: la verdad. Todos debemos luchar contra las mentiras que nuestros enemigos nos lanzan cada día y recordar que hay muchas personas no judías maravillosas en nuestros barrios, comunidades y países que luchan a nuestro lado. Cada día.

Desde el compañero de trabajo de mi esposo que llevaba en la solapa el pin con las banderas de Israel y Estados Unidos, hasta nuestro amigo en Washington que participó en la manifestación en favor a Israel hace unas semanas y nos envió fotos y videos con el tag "Am Israel Jai". Desde mi amiga en Texas que se preocupó cuando hace un par de semanas la entrada de la casa de unos vecinos judíos ya no tenía ninguna señal judía y preguntó por qué (afortunadamente se debió al daño provocado por una tormenta y no a un ataque antisemita), a nuestros amigos y vecinos aquí, en Louisiana, que esperan cada mañana que les mande un mensaje de texto con un Emoji de la estrella judía indicando que nuestros hijos se comunicaron desde Israel y gracias a Dios están a salvo.

Sé que el miedo y la impotencia intentarán volver a levantar sus horribles cabezas cuando veo las noticias (sólo una vez al día) y leo sobre los incesantes ataques y las falsas acusaciones formuladas contra el pueblo judío y el estado judío. Pero seguiré mirando a mi alrededor a las personas buenas que hay en mi vida que me alientan con su amor, su apoyo y sus plegarias. Estamos agradecidos a cada uno de ustedes.

¡Am Israel Jai!

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