La ambulancia, la serpiente y mi hijo (no es lo que piensas)

22/01/2023

3 min de lectura

Puede que no lo sintamos en el momento, pero en definitiva todo lo que Dios hace es para bien. Intenta decírselo a un niño de 12 años.

Me detuve en un cruce muy transitado, alarmado al ver que había una ambulancia bloqueando la calle, las luces de la sirena encendidas. En la escena también había tres motocicletas del servicio de emergencia de Hatzalá. Los autos eran desviados y yo no podía ver qué ocurría en la calle principal.

Mi mente regresó de inmediato a un ataque suicida en un autobús que ocurrió en esa misma intersección hace algunos años, en medio de la intifada.

"Oy, ¿qué piensas que ocurrió?", le pregunté a mi hijo que estaba conmigo en el auto.

Vi a un vecino cruzar la calle y abrí la ventanilla: "¿Qué pasó?", le pregunté, y respiré profundo preparándome para oír la noticia.

"No es nada grave, no te preocupes. Una sinagoga recibe un nuevo Séfer Torá y cerraron la calle para que la procesión pueda bailar por la calle. ¡Todo está bien!".

Mi hijo y yo nos reímos aliviados. Mi visión de muerte y destrucción instantáneamente fue reemplazada por imágenes de judíos felices bailando con un nuevo rollo de la Torá.

La vara de Moshé

Cuando Dios le ordenó a Moshé que sacara a los judíos de Egipto, Él le dio una señal peculiar que de alguna forma simboliza la fuerza de la redención. Él le dijo a Moshé que arrojara su vara al suelo y esta se convertiría en una serpiente. Entonces Dios le dijo que la levantara por la cola, y volvería a convertirse en una vara.

¿Qué significa esto?

En pocas palabras, Dios le estaba mostrando a Moshé que las cosas malas (representadas por la serpiente, el símbolo del mal), también son herramientas que Dios utiliza al servicio del bien (simbolizado por la vara).

El punto queda capturado en la guematria, el 'valor numérico', de la palabra hebrea para serpiente, najash, que es el mismo número que el de la palabra mashíaj, el mesías que anunciará la redención. Tener el mismo valor numérico implica que las dos palabras están profundamente relacionadas. Desde la perspectiva infinita de Dios, donde todas las piezas de la historia se unen en un único tapiz impresionante, najash/mal y mashíaj/redención son una misma cosa.

La escena de la ambulancia me recordó la historia de la persona que mira por el ojo de la cerradura. El que mira por el ojo de la cerradura ve a una persona a punto de apuñalar a otro hombre en el pecho y asesinarlo. Entonces abre la puerta y grita: "¡Detente!".

Pero entonces se da cuenta que está dentro de un quirófano. La persona que pensó que era un asesino es un cirujano que sostiene un escalpelo, y está a punto de efectuar una cirugía a corazón abierto. El mismo acto que pensó que era un asesinato, en verdad le estaba salvando la vida a la supuesta víctima.

Pensé que mi hijo valoraría esa analogía, y la compartí con él.

"¿Cuál es el punto de la historia?", me preguntó.

"Significa que todo lo que sucede, lo bueno e incluso lo malo, de alguna manera fue orquestado por Dios. Porque Dios es uno, y todo lo que ocurre de alguna forma es para bien. Por supuesto, muchas veces no podemos ver ni entender cómo es posible que sea algo bueno cuando lo que ocurre parece espantoso. Como tener un maestro que no aguantas por ejemplo. ¿Cómo es posible que eso sea para bien? No puedes verlo en este mismo momento, pero al crecer y tener una perspectiva más amplia, es posible que mires hacia atrás y entiendas que ese maestro difícil era exactamente la persona que necesitabas en tu vida para esforzarte y triunfar. En este mundo sólo vemos una pequeña fracción de la imagen. Como si miráramos a través del ojo de una cerradura. Por ejemplo cuando vemos una ambulancia y pensamos que hubo un ataque terrorista. Pero en el Mundo Venidero, todas las piezas se unen, la puerta del quirófano se abre y entonces veremos que no era un ataque terrorista, sino que celebraban un nuevo rollo de la Torá. Puede que no lo sintamos ahora, pero en definitiva todo lo que Dios hace es para bien".

Mi hijo hizo un gesto de exasperación y dijo: "Me parece que exageras, Papá".

Bueno, por lo menos lo intenté.

"Hijo, en algún momento de tu vida vas a recordar esta conversación y dirás: 'De esto hablaba mi padre".

Sembré una semilla. Para mí eso ya es un triunfo.

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