La razón por la cual un 'cese al fuego' me parece peligroso

En todo el mundo, muchas personas claman por un 'cese al fuego' en Gaza. La ONU lo ha pedido. El Papa pidió poner fin al derramamiento de sangre en Gaza. También China, Francia, Rusia y el Reino Unido pidieron un alto al fuego. De hecho, prácticamente toda la Unión Europea lo pide. Suena absolutamente justo: detener el espantoso derramamiento de sangre. ¿Cómo podría alguien en su sano juicio oponerse a ello? ¿Quién podría NO anhelar un 'cese al fuego'?

Entonces, ¿por qué yo no pido lo mismo? Nunca he agredido a nadie como adulta, y nunca lo haré. No disfruto en absoluto viendo gente herida, y mucho menos mutilada o muerta. Cualquiera que me conozca puede decir que deseo lo mejor para todas las personas, sincon palabras y acciones.

¿Por qué entonces no me conmueven los pedidos de 'cese el fuego'?

No veo un fin al derramamiento de sangre, sino un incremento exponencial.

El problema es que yo veo algo diferente que otras personas. No veo un fin al derramamiento de sangre sino un incremento exponencial. Hamás, una entidad política que asesina a otros y asesina a su propio pueblo, juró que volverá a atacar una y otra vez, causando otra ronda de violencia todavía más feroz que la actual. Israel no es una sinagoga o una iglesia. Es un país que debe proteger a sus ciudadanos de lo que fue llamado "el ataque terrorista más sádico en la historia moderna".

Si México disparara misiles contra San Diego, el gobierno estadounidense se enfurecería, sobre todo si siguiera lanzando sin parar estos cohetes contra ciudadanos norteamericanos durante décadas. México nunca volvería a ser lo mismo después de algo así. Ningún país del mundo toleraría a Hamás en sus fronteras.

Así que el tema real no es Israel, que se comporta como lo haría cualquier otro país normal, sino aquellos que insisten y exigen un alto al fuego. Ellos, no Israel, tienen mucho que explicar.

Y, sin embargo, el grito de 'cese al fuego' sigue resonando por todo el mundo, ganando intensidad y pasión.

Es el grito del pacifista contra el derramamiento de sangre dondequiera que lo encuentre, lo vea o lo huela, que suena noble, sin dudas, pero que no tiene en cuenta los ríos y océanos de sangre que serán derramados si no se toman ahora las medidas necesarias. (Piensa en Neville Chamberlain y los millones de vidas que se podrían haber salvado en la Segunda Guerra Mundial). Lo que escucho en el actual pedido de 'cese al fuego' es un conjuro, una invocación sagrada: No más guerra, no más combates. Oigo un narcótico de simplicidad., de certeza absoluta sobre lo que se debe hacer. El pensamiento rígido absolutista me asusta.

Pero al menos el pacifista es coherente. No es selectivo en las batallas que emprende. Le preocupan todos los seres humanos.

Los que claman por un 'cese al fuego' y me dejan helada son los que eligen cuáles injusticias permiten que los afecten, cuáles son las guerras que los hacen salir a protestar en las calles o a gritar a Joe Biden que tiene las manos manchadas de sangre. La muerte de un niño en Gaza a manos del ejército de Israel los hace llorar y se les eriza la piel de vergüenza moral, pero la muerte de 80.000 niños en Siria a manos de otros árabes los hace encogerse de hombros. Quizás deberían preguntarse por qué.

Creo que podemos decir con seguridad que muchas de estas personas que piden un cese al fuego no desean lo mejor para Israel, ni para mí como judía en la diáspora. ¿Cómo lo sé? Porque puedo sentirlo. De hecho, la burla y la falta de cuidado con la que prescinden del destino de Israel, me lleva a creer que muchos estarían felices si Israel despareciera por completo, desde el río hasta el mar. Pero tampoco estoy segura de que los que claman por un 'cese al fuego' deseen lo mejor para los palestinos o para los habitantes de Gaza. Puede que crean que les importa, pero en realidad no tiene mucho sentido. Lo que están haciendo es garantizar que un régimen fundamentalista, sádico y opresivo siga en pie. Y lo saben.

Así que el mensaje en sí mismo, "detener la lucha", por muy irreprochable que sea, se vuelve insustancial e incluso caricaturesco.

Lo que oigo por debajo del pedido de alto al fuego es: Israel, tu existencia siempre fue condicional. Tienes una correa muy corta. Así que por favor, cállate y haz lo que te digan. Si eso significa que tienen que suicidarse como nación, que así sea.

Lograr la paz

Veo una falta de imaginación por parte de quienes piden el 'cese al fuego'. En sus cómodos condominios a miles de kilómetros de Israel, no tienen la menor idea de lo que es tener a un enemigo salvaje literalmente en la puerta de tu casa. No les importa lo suficiente como para entender lo que realmente está en juego para Israel; entender sus temores legítimos, ni les importa entender lo que está en juego para los habitantes de Gaza que viven bajo un gobierno que prefiere ver a su propio pueblo con hambre y muerto. En el mejor de los casos, saben corear un eslogan sin sentido. En el peor de los casos, un eslogan que provocaría la desaparición de Israel. Pero esto hace que los que piden el alto al fuego se sientan mejor. Al menos están haciendo algo, se dicen a sí mismos. Hablan para sí mismos.

Un pedido de 'cese al fuego' que viniera de un verdadero deseo de salvar vidas y de una disposición a sacrificarse, sonaría muy diferente.

¿Qué pasaría si el presidente Biden o el rey Abdula de Jordania declararan: "Quiero la paz, y no voy a quedarme callado hasta que esto suceda. Esto es lo que vamos a hacer: protestar en las calles y frente a las embajadas del gobierno, exigiendo que Hamás libere a los rehenes israelíes y que permita que sus propios ciudadanos de Gaza evacúen el lugar y reciban ayuda humanitaria. Pedimos al gobierno británico y a todos los países, que dejen de dar refugio a los multimillonarios de Hamás que nadan en los dólares humanitarios de la ONU. Expúlsenlos, acósenlos, encarcélenlos. Ese es el primer paso. Hasta entonces, ¿cómo nos atrevemos a hablar de un 'cese al fuego', cuando el fuego de Hamás no se ha apagado? Hamás es un problema de todos, no sólo de Israel".

Este sería un llamado a la acción que tiene sentido. Y lo mejor de todo es que no habría ninguna señal de odio por debajo de este llamado a la acción. A diferencia de los llamados a un 'cese al fuego' actuales.