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Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.
El Talmud relata que las diferentes prendas del Kohén Gadol (Sumo Sacerdote) servían como expiación por los pecados del pueblo judío. El meil (bata) expiaba por el lashón hará (habla perniciosa). Una de las características llamativas del meil es que estaba hecho completamente de tejélet (turquesa) el color que se asemeja al Kisé HaKavod o ‘Trono de Gloria’ (1). ¿Cuál es la conexión entre el tejélet del meil con el pecado de lashón hará? El Jafetz Jaim explica citando al Tana deBei Eliahu, que comenta que, el lashón hará se eleva hasta el Trono de Gloria, implicando que quien habla lashón hará tendrá que enfrentar el juicio frente a Dios. El tejélet en el meil del Kohén Gadol servía como recordatorio de que nuestras palabras tienen un gran poder espiritual (2).
Gracias al estudio sobre el lashón hará, hay mucha más conciencia sobre las leyes que resguardan el habla. Sin embargo, el lashón hará continúa siendo uno de los pecados más difíciles de evitar. Una de las razones de esto es el hecho de que hablamos mucho y que hay una fuerte presión social que dificulta mucho cuidar el habla.
Sin embargo, quizás hay una razón aún más profunda en la raíz del pecado de lashón hará. La ley judía reconoce que las personas derivan placer de hablar negativamente sobre los demás, algo que vemos en las leyes de habla positiva: hay ocasiones en que está permitido —y es incluso necesario— hablar lashón hará para evitar daños, pero incluso esto está prohibido si el narrador disfruta en su corazón al poner al perpetrador en una mala posición. Este placer de hablar lashón hará es difícil de entender; hay muchos pecados en los que el deseo es obvio, como el comportamiento inmoral, pero no hay un placer físico evidente derivado de hablar lashón hará. ¿Por qué hay tanta motivación para hablar negativamente sobre los demás?
Pareciera que la raíz del placer de hablar lashón hará es que aumenta, artificialmente, la autoestima de la persona. Si una persona no tiene buena autoestima, tiene dos formas para mejorarla. Una es involucrarse en actividades constructivas y mejorar su carácter, consiguiendo así sentirse más realizada y positiva sobre sí misma. Sin embargo, hay otra opción más fácil: las personas, a menudo, tienden a evaluarse en relación a los demás, haciendo que su autoimagen dependa de su valoración de quienes las rodean. Al criticar a una persona, se la denigra, viéndose el ofensor ahora en una posición comparativa más favorable. Por ejemplo: si una persona siente que no es inteligente, criticar a otra en esa área puede hacerla sentir mejor al respecto.
Esto pareciera ser la explicación de la observación de los rabinos, de que una persona sólo critica a los demás en defectos que ella misma posee. Los rabinos entendieron las necesidades psicológicas de la persona de sentirse bien sobre sí misma, siendo una forma importante para hacerlo denigrar a los demás en las áreas que uno siente debilidad.
Por supuesto, el aumento de autoestima derivado de hablar lashón hará es artificial y dura poco. Poco después, la sensación de ineptitud vuelve a quien habló, generándole la necesidad de criticar nuevamente para poder elevarse. Toda persona que ha intentado evitar lashón hará puede atestiguar que, en las ocasiones en que se contuvo, no sintió ninguna carencia; por el contrario, se sintió mejor consigo misma por haber hecho lo correcto.
Hay dos enseñanzas importantes en este entendimiento de lashón hará. Primero, debemos ser muy cuidadosos de nuestras intenciones al hablar negativamente por un propósito constructivo. Esto es particularmente cierto en la delicada área de criticar a otros grupos o ideologías dentro del judaísmo. De hecho, el Rosh Ieshivá de Manchester, Rav Yehudá Zev Segal, dijo que sólo los hombres grandiosos pueden criticar a otros grupos, ya que su intención al hacerlo es pura. Una razón para esto puede ser que la gente grandiosa se siente segura de sí misma y no tiene una necesidad psicológica de criticar. Sin embargo, todos los demás están expuestos a sentimientos de falta de valor propio y pueden expresar una condena recta a quienes desaprueban, pero por razones que no son leshem Shamáim (por el bien del Cielo). Esto constituye un claro lashón hará y, con seguridad, es sabio escuchar las palabras de Rav Segal y jamás arriesgarse a transgredir un pecado tan serio.
La segunda enseñanza es que, si vemos en nosotros el deseo de desacreditar a otros, debemos hacer jeshbón hanéfesh (introspección) para descubrir la fuente. Muy a menudo, esto puede surgir a causa de una falta de autoestima. Pero, en lugar de denigrar a otros, podemos sentirnos mejor con nosotros mismos al mejorar nuestros rasgos personales y esforzarnos para ser miembros activos y productivos de la sociedad.
Que todos ameritemos purificar nuestra habla y aprender la enseñanza del meil.
Notas:
1. Arajín, 16a.
2. Jafetz Jaim Al HaTorá, parashá Tetzavé.
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