No pueden robarnos nuestra alegría

14/12/2023

4 min de lectura

A unos pocos metros de la frontera con Siria, mi hijo y su prometida se casaron y sellaron su pacto, con su unidad del ejército acompañándolos en la celebración.

La semana previa al 7 de octubre, mi hijo recién comprometido y su novia disfrutaron de la festividad de Sucot en Israel. Jake y Morgan tenían pasajes para regresar a St. Louis la semana siguiente, cuando comenzarían a planear su boda.

Pero Hamás tenía otros planes para ellos. En vez de viajar juntos a casa por Delta, Morgan regresó sola por Aerolíneas Etíopes  y Jake se unió con su unidad de combate en la frontera norte de Israel.

Todos sabemos lo que pasó los días y las semanas siguientes. Esperamos que el ejército de Israel lanzara su ofensiva para aplastar a Hamás y recuperar a los rehenes. Esperamos para ver si Estados Unidos apoyaría a Israel contra las atrocidades terroristas… lo cual afortunadamente ocurrió. Esperamos para ver si Hezbolá, Siria e Irán abrirían un segundo frente en el norte… lo cual, por el momento, no ha ocurrido de forma seria (obviamente han habido incidentes, pero no una guerra en el norte).

Y ahora esperamos la victoria sobre el mal desenfrenado, el regreso de los rehenes restantes, la paz en nuestra tierra, que los estudiantes judíos en los campos universitarios de la diáspora se sientan seguros y que la comunidad mundial opte por la cordura y denuncie al unísono la violencia malévola de Hamás.

Pero mi hijo Jake y su novia Morgan decidieron no esperar más. Si no pueden estar juntos, por lo menos pueden santificar su compromiso mutuo. Y así, con sólo dos semanas de preaviso, decidieron casarse en Israel.

Ellos pensaron celebrar una ceremonia pequeña y simple. Pero el ejército tuvo otra idea. La unidad de Jake no estaba dispuesta a ser excluida de la celebración. Así que casi cien participantes, la mayoría de ellos luciendo los uniformes verdes del ejército, se reunieron la semana pasada para cantar y bailar cuando la feliz pareja entró bajo la jupá. Durante unas breves horas, a unos pocos metros de la frontera con Siria, los espantos del terrorismo y la amenaza del salvaje derramamiento de sangre quedaron ocultos detrás de una cortina de hermandad, esperanza y amor.

Debajo de la jupá, Morgan compartió estos pensamientos:

"Mi camino de vuelta al judaísmo comenzó hace más de 15 años, pero honestamente puedo decir que fue a través de esta guerra, de esta boda, que finalmente vi la increíble unidad, la increíble bondad de los israelíes. Un pueblo increíble, no hay otro igual. La forma en que se unieron durante la tragedia… la forma en que ayudaron a hacer realidad esta boda increíble para nosotros. No podría sentirme más feliz de ser parte del pueblo judío…

"Pero incluso en la felicidad, hay tristeza. Y pienso que eso está bien. Mientras celebramos aquí esta noche, muchos de los amigos de Jake no pueden estar con nosotros porque están ocupados defendiendo a nuestro país. Sabemos que ahora, mientras nosotros celebramos, muchos están sentados en shivá. Muchos más guardan luto… Más de cien personas siguen en cautividad en un infierno que ni siquiera puedo llegar a imaginar. Nada de esto es correcto. Nada de esto tiene sentido Pero sigo diciendo que ellos no pueden robarnos nuestra alegría. No les dejaremos llevarse nuestra alegría".

No podría haber una descripción más conmovedora de la experiencia judía: apreciamos los momentos de felicidad incluso en medio de tragedias. Aceptamos nuestra lucha eterna contra la oscuridad de la anarquía moral, luego cambiamos la perspectiva y vemos el patrón de nuestras vidas como desvíos llenos de pruebas y lágrimas a lo largo de nuestro viaje colectivo de alegría eterna e inquebrantable. Así logramos sobrevivir como pueblo durante 33 siglos, y así seguimos prosperando hasta la actualidad.

Porque por muy amarga que sea la oscuridad, siempre hay esperanza.

Algunos días después de la boda, la joven pareja recibió la noticia de que la unidad de Jake había recibido la baja del servicio, al menos hasta nuevo aviso. Como la pequeña vasija de aceite que duró ocho días para alejar la oscuridad espiritual de la opresión griega, el breve respiro para celebrar una boda se extendió hacia un futuro brillante. El camino perturbado de dos jóvenes almas judías ansiosas por construir una vida juntos ha vuelto a su cauce con su propio milagro de Janucá.

Pero el mayor desafío les espera al enfrentar el futuro desconocido que tienen por delante. Y el mayor desafío también nos espera a nosotros, al pueblo judío.

Con la ayuda del cielo, las armas que se usan en esta guerra pronto serán depuestas y nuestros soldados regresarán a casa, a sus padres y a sus familias. Allí es cuando empezará el verdadero trabajo, preservar nuestro amor, lealtad y compromiso mutuo en la paz, tal como lo hicimos en la guerra, recordando que somos una nación con una misma alma. Aferrarnos a la unidad que se encendió entre nosotros en estos días oscuros es la única garantía que tenemos para asegurar que nuestros enemigos no vuelvan a levantarse una y otra vez en nuestra contra.

Que los sonidos de los misiles pronto sean reemplazados por música alegre, que las lágrimas de luto den lugar a lágrimas de alegría y júbilo, que los hijos vuelvan a reunirse con sus padres y los padres con sus hijos.

Y, sobre todo, que siempre recordemos que somos un pueblo, unido por una herencia común, un legado eterno, y un propósito superior. Si lo hacemos, realmente cumpliremos nuestra misión divina de convertirnos en una luz para las naciones y dar lugar a una era de paz y armonía eterna.


Rav Yonatan Goldon es orador de TEDx y anfitrión de un podcast premiado. Su libro más reciente es "The Spiral of Time: Discovering new insights and inspiration in the Jewish Calendar".

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