¿Quién es responsable por nuestro dolor y sufrimiento? En la porción de la Torá de esta semana, Moshé les dice a los israelitas que Dios, descripto metafóricamente como una roca, es perfecto y justo. Él no tiene iniquidad, es justo y recto. La destrucción no viene de Él. La deficiencia es de Sus hijos, quienes son una generación perversa y retorcida (Devarim 32:4-5). El Rambam, basado en estos versículos, sostiene que somos responsables de nuestro propio sufrimiento:

Sin embargo, la existencia del hombre es una gran bendición para él, y su distinción y perfección son un don divino. Los numerosos males a los que están expuestas las personas se deben a los defectos que existen en las personas mismas. Nos quejamos y buscamos alivio de nuestras propias faltas: sufrimos los males que nosotros mismos, con nuestro propio libre albedrío, nos infligimos y los atribuimos a Dios, que está lejos de tener alguna conexión con ellos. (Moré Nevujim 3:12)

Es cierto que no podemos llegar a entender por completo los caminos de Dios. A veces ocurren cosas malas a personas buenas y no encontramos una explicación que pueda justificar por qué es así. Pero eso no quita que haya ejemplos donde el sufrimiento es tanto justificable como explicable, incluso ante la ausencia del concepto de castigo Divino. A menudo, estas son las consecuencias negativas naturales de nuestros actos y no podemos culpar a Dios, sino aceptar directamente nuestra responsabilidad.

Rav Dr. Abraham Twerski conecta el concepto de una "generación perversa y retorcida" con el pensamiento perverso y retorcido que a menudo encontró en su trabajo con alcohólicos. Aunque ellos piensan que son lógicos, hay demasiados agujeros y distorsiones en su pensamiento que los llevan a comportamientos dañinos. Por ejemplo, un alcohólico puede negarse a ir a un encuentro de Alcohólicos Anónimos porque teme ser expuesto públicamente como un alcohólico, pero no tienen ningún problema de beber, intoxicarse y actuar de forma muy tonta en público.

Esta clase de pensamiento no es sólo endémica a los alcohólicos. Todos tenemos a veces pensamientos perversos y retorcidos. Los terapeutas cognitivos identificaron muchas distorsiones cognitivas y errores de pensamiento que causan estrés mental y llevan a comportamientos dañinos. Por ejemplo, las falacias de control pueden manifestarse cuando creemos que no tenemos en absoluto control sobre nuestras vidas. Quizás estos versículos aluden al subconjunto de personas que afirman que no tienen control sobre su dolor y colocan la carga directamente en manos de Dios. El mensaje de Moshé es que tenemos más control del que pensamos. Llevamos la carga y la responsabilidad de cambiar nuestro destino.

Otra distorsión cognitiva relacionada con estos versículos es "etiquetar", cuando nos reducimos a nosotros mismos y a los demás a una sola característica o descripción negativa. El Netziv supone que la "generación deformada y retorcida" se refiere a las personas que vivieron en el momento de la detsrucción del Segundo Templo. Ellos eran eruditos y estaban impulsados por causas sagradas, pero sus actos estaban torcidos. Su perversidad surgió del hecho de juzgar a cualquiera que transgrediera como saduceo, traidor o hereje. Esto los llevó a corromperse y a "derramar sangre por amor al Cielo". Ellos etiquetaron a todas las personas sin tener en cuenta al ser humano total y eso condujo a su propia destrucción. Esto contrasta marcadamente con nuestros patriarcas, que eran rectos y justos (no perversos y retorcidos). Ellos pudieron tratar incluso a los idólatras con amor y compasión.

Si bien no podemos entender los caminos de Dios, si reflexionamos y somos honestos con nosotros mismos, reconoceremos que hay cosas que marchan mal en nuestras vidas y en nuestras comunidades y que podemos rastrear su origen en nuestros propios pensamientos y comportamientos. Si identificamos y cambiamos nuestros enfoques perversos y retorcidos, tal vez estaremos camino a lograr una vida más feliz, satisfactoria y espiritual.