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¿Cuán a menudo sientes sorpresa, admiración y elevación al observar la belleza y la excelencia?
La capacidad de valorar es una de las 24 virtudes y cualidades de carácter que los psicólogos Cristofer Peterson y Martin Seligman enumeran entre aquellas que impulsan el bienestar. Ellos definen la valoración como "la capacidad de encontrar, reconocer y sentir placer a partir de la existencia de lo bueno en el mundo físico y social".
Peterson y Seligman establecen una importante distinción entre tres clases diferentes de "bien" por el que podemos llegar a sentir y manifestar valoración: 1) la belleza física, 2) una habilidad o un talento, 3) una virtud o bien moral. María Luisa Martínez Martí y sus colegas publicaron un estudio que reveló que los individuos con elevados porcentajes en la escala de Valoración de la Belleza y la Excelencia (que incluye las tres clases de valoración), por lo general reportan mayores niveles de bienestar, satisfacción en la vida, propósito y esperanzas. Ellos también reportan tener más experiencias espirituales con impacto en sus vidas, y son más empáticos, simpáticos y se preocupan más por el bienestar de otras personas.
A partir de la gran cantidad de versículos relacionados con la construcción del Mishkán, el Tabernáculo, sus utensilios y la ropa de los cohanim, queda claro que la Torá está profundamente interesada en transmitir una teología de la belleza. Al comienzo de la parashá de esta semana, se le ordena a Moshé preparar prendas sagradas para su hermano Aharón "lekavod uletiferet" – "para honor y para belleza" (Shemot 28:2). Los comentaristas difieren respecto a cuál es el significado exacto del versículo. Los elementos que se encuentran en disputa se deben a una ambigüedad textual, lo que tal vez también refleja un mensaje espiritual más profundo.
Textualmente, no queda claro a cuál sustantivo modifican "para honor y belleza". Algunos entienden que la ropa misma debe ser honorable y bella, por lo que si llega a rasgarse o a gastarse, debe quedar invalidada (Ralbag). Otros argumentan que es el Cohen Gadol, el Gran Sacerdote, quien es honrado y embellecido con la ropa, porque las prendas descriptas también las usaba la realeza (Rambán).
Sin embargo, hay otros que consideran que no es la ropa ni el Cohen Gadol quienes son honrados, sino que Dios (Sforno) o el Mishkán (Rambam) son embellecidos con las prendas especiales. Sin importar cuál enfoque adoptemos, es evidente que aquí hay un valor inherente en magnificar y glorificar la belleza física en relación a rituales profundamente sagrados. La experiencia espiritual se ve realzada por la belleza física que la rodea.
Sin embargo, la sensación de asombro y valoración no se limita sólo al reino de la belleza física. El hecho de experimentar la presencia del Cohen Gadol inherentemente implicaba valorar talento y habilidades. Como queda en evidencia a partir de los versículos que describen la ejecución de los rituales de los sacrificios, especialmente en el contexto de Iom Kipur, el trabajo del Cohen Gadol era complicado y requería práctica, precisión y determinación. Sin dudas, los espectadores que observaban al Cohen Gadol (e incluso los lectores modernos que imaginan la escena) sienten una sensación de asombro y valoración de las habilidades y el talento necesario para ejecutar con éxito los rituales.
En su comentario Aderet Eliahu, Rav Iosej Jaim de Bagdad, más conocido como el Ben Ish Jai, agrega la dimensión final de apreciación de la virtud y el bien moral. Él considera que la ropa no puede ser un símbolo inherente de carácter. Si alguien que se sabe que demuestra baja fortaleza moral se viste con prendas reales, el contraste entre sus defectos internos y la pretensión externa provoca que quien lo usa sea visto todavía más bajo ante los ojos de los demás. Sólo si los espectadores saben con certeza que quien usa las prendas tiene un carácter prístino, entonces la ropa puede dar realce a su nivel.
La tradición talmúdica asegura que el Cohen Gadol sólo podía emerger del Kodesh HaKodashim en Iom Kipur si tenía un elevado carácter moral. Por lo tanto, cuando el Cohen Gadol emergía en Iom Kipur, todos tenían consciencia de sus virtudes. La belleza de las prendas sacerdotales estaba integrada con la belleza de sus virtudes, de su carácter y de su nivel moral.
El Mishkán, y en particular el rol del Cohen Gadol dentro de él, provee un paradigma para nutrir nuestro sentido de valoración. Si podemos aprender cómo cultivar esta cualidad dentro de un paradigma espiritual, combinando nuestra valoración por la belleza, el talento y la virtud, entonces podemos realzar y profundizar nuestra relación con nosotros mismos, con los demás y con Dios.
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