Nacimiento
Tu nombre judío y tu fecha de nacimiento según el calendario hebreo
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Subconscientemente, creemos que los grandes cambios requieren acciones masivas. Pero no es así. ¡Pequeños cambios en nuestro lenguaje corporal y en la forma en la que hablamos con nuestros hijos pueden cambiar las cosas de manera significativa!
Si te sientes insatisfecho/a respecto a tu relación con tus hijos, comienza con estos sencillos consejos que se detallan a continuación. Te sorprenderá cómo un ajuste aparentemente pequeño puede cambiar el ambiente de tu hogar.
Palabras como "pero", "lo único" y "al menos" inyectan negatividad en la conversación sin que nos demos cuenta. Elimínalas de la oración o utiliza una palabra diferente y más positiva en su lugar. Algunos ejemplos:
"Al menos eres honesto..." En cambio, di: Eres honesto. El "al menos" implica que ser honesto no es algo tan valorable. Como todos valoramos la honestidad, no subestimemos su valor.
"¿Lo único que te pido es guardar tus zapatos?" En cambio, di: "Necesito que guardes tus zapatos". El "lo único" implica que no son capaces de hacer otras cosas importantes.
"Llegaste a casa a tiempo, pero también necesitaba que guardaras tu bicicleta en el garaje". En cambio, di: "Llegaste a casa a tiempo y ahora necesito que guardes tu bicicleta en el garaje". El "pero" resta valor al cumplido.
Sin darnos cuenta usamos estas palabras que minimizan todo el tiempo, porque es lo que estamos acostumbrados a hacer. Ellas restan valor al cumplido que realmente queremos dar.
Estamos muy ocupados durante el día. Es natural que nuestra primera interacción sea de recordatorios sobre quitarse los zapatos y colgar las mochilas. Recordemos que conectarnos con nuestros hijos es una prioridad, y solo lleva unos segundos conectarse con ellos de manera positiva cuando llegan a casa. Di su nombre y dale la bienvenida.
"Hola David. ¡Bienvenido a casa! Me alegra mucho verte".
La conexión será aún más profunda si eliminas todas las distracciones (dispositivos electrónicos, etc.) y los miras cuando les hablas. Es una inversión en tu relación con ellos que no cuesta nada.
A la gente le gusta estar cerca de quienes están de buen humor. Tus expresiones faciales hablan más fuerte de lo que te das cuenta. Cuando hablas con tu hijo (o con cualquier persona) y sonríes mientras hablas, incluso si es sobre algo mundano, la otra persona disfruta de la interacción y naturalmente quiere pasar más tiempo en tu presencia.
Estas sutiles diferencias en nuestras palabras y acciones crean una diferencia no tan sutil en nuestro hogar. ¡Pruébalas!
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