Nacimiento
Nombres judíos para niños
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7 lecciones que aprendí por las malas.
Con mi esposo celebramos hace poco 30 años de casados. Estoy muy agradecida a Dios por haber llegado a este momento y rezo para no dar nunca a mi esposo ni a mi matrimonio por sentado.
En estos 30 años he aprendido muchas lecciones, algunas veces de la forma más difícil… ¡y otras todavía peor! Aquí hay algunas de las cosas que aprendí.
Aunque las parejas se forman en el Cielo, los matrimonios se hacen aquí mismo, en la tierra, con tus mangas arremangadas. El matrimonio requiere trabajo. Y un buen matrimonio requiere mucho trabajo.
“Aunque no puedes entrar a un matrimonio esperando que tu pareja cambie… ¡debes entrar al matrimonio esperando que tu pareja cambie!”. Mi sabio esposo acuñó esa frase hace algunos años, y es una gran verdad. No puedes casarte con un “potencial” ni con tu ilusión de lo que crees que puede llegar a ser la otra persona. Al mismo tiempo, las personas crecen y cambian (con suerte para bien). Cada vez que comienzo una frase con “Bueno, yo solía ser…” o “Pero siempre ha sido…”, vivo en el pasado en vez de estar en el aquí y ahora.
El matrimonio no es tú+yo=tú y yo. Es tú+yo=NOSOTROS.
Mi tía (que lleva casada 63 años) me contó que conoce una pareja que decidió divorciarse porque tenían “diferencias irreconciliables”. Ella pensó que si cada pareja que tuviera diferencias irreconciliables se divorciara, no quedaría nadie casado. Me parece que a menudo las diferencias se reconcilian en la mente de uno y no entre las dos personas. (Que no se entienda mal. Esto no implica que nunca hay una razón para divorciarse ni tampoco estoy juzgando a quienes se divorcian).
“Debes estar dispuesta a empeñar tu anillo de matrimonio para pagar una buena terapia y una buena ayuda en la limpieza”. Escuché estas sabias palabras de la Rebetzin Zahava Braunstein, de bendita memoria. Buscar apoyo de un profesional no es un acto de debilidad, sino una demostración de compromiso y fuerza.
No tengo una relación con mi esposo. Tengo una relación con la opinión que tengo sobre mi esposo y mi matrimonio. No sé ustedes, pero a veces me despierto y cada cosa que mi esposo hace me molesta. Sin embargo, puedo despertarme al día siguiente y las mismas cosas que me molestaban ayer ya no son importantes… ¡e incluso me parecen adorables! ¿Cómo es posible? ¡La mente es muy poderosa! Vemos y sentimos lo que estamos pensando, no al revés (a pesar de la creencia popular). Nuestros sentimientos no determinan nuestro pensamiento. Nuestro pensamiento es lo que determina nuestros sentimientos y la forma en que vemos el mundo en cualquier momento. El pensar no se limita al pensamiento consciente, aquellos pensamientos cuya existencia reconocemos. El pensamiento también incluye al pensamiento inconsciente y subconsciente, hábitos de pensamiento que ni siquiera sabemos que están. Y nuestro pensamiento simplemente puede cambiar.
Una de las mejores cosas que puedes hacer por tu matrimonio es trabajar para desarrollarte a ti mismo. La mejor forma que yo he encontrado para lograrlo, es sumergirme en la sabiduría del judaísmo con los maestros y mentores adecuados.
Rezo pidiéndole a Dios que nos conceda otros 30 y muchos más años juntos, con buena salud y alegría. (¡Y un "hurra" para mi esposo, Seth, por tolerar todas mis locuras durante los últimos 30 años!).
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