Sociedad
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No permitas que la frase 'Nunca más' sea un mero eslogan. Conviértelo en un llamado a la acción.
El famoso "Nunca más" fue utilizado por políticos, escritores, activistas y sobrevivientes del Holocausto para despertar conciencia sobre las señales de advertencia de genocidio, y para enfatizar que los judíos nunca volverían a ser víctimas. Pero con las atrocidades cometidas por Hamás, la frase ha adoptado un significado crudo y espantoso.
El hashtag #NeverAgainIsNow (NuncaMásEsAhora), está ganando popularidad. La brutalidad y la masacre de Hamás se han revelado en cuerpos ensangrentados, hogares diezmados, cunas vacías y juguetes rotos esparcidos al azar alrededor de lo que una vez fueron idílicos kibutzim. Pero cuando Israel se prepara para la guerra terrestre, ¿marcarán alguna diferencia las descripciones gráficas de los espantosos actos de Hamás?
Cuando el general Dwight D. Eisenhower, supremo comandante de las fuerzas aliadas en Europa, vio por primera vez los increíbles horrores en Ohrdruf, un subcampo de Buchenwald y el primer campo de exterminio nazi liberado por las fuerzas de Estados Unidos en abril de 1945, dijo: "Las cosas que vi son difíciles de describir… La evidencia visual y el testimonio verbal de hambre, crueldad y bestialidad fueron tan abrumadores que me dejaron un poco enfermo… Pero hice la visita deliberadamente para estar en condiciones de dar información de primera mano, evidencia de estas cosas por si alguna vez, en el futuro, se desarrolla una tendencia de decir que estas alegaciones son mera 'propaganda'".
El general Eisenhower invitó a miembros del congreso y periodistas para que fueran e insistió que los residentes locales fueran obligados a ver los indescriptibles horrores con sus propios ojos. ¿Acaso eso cambió algo? Tal vez. Pero no lo suficiente como para evitar actos de antisemitismo e incluso pogromos a raíz de la Segunda Guerra Mundial.
En julio de 1946 en Kielce, Polonia, más de un año después de que terminara la Segunda Guerra, desapareció un niño de ocho años. Cuando regresó a su hogar dos días más tarde, les dijo a sus padres que lo había secuestrado un hombre judío con una gorra verde. Pero era una mentira. El niño había viajado haciendo autostop hasta su antiguo barrio porque quería conseguir las cerezas que cultivaba allí uno de sus vecinos. Cuando llegó a su casa, su padre borracho lo llevó a la comisaría para hacer una denuncia. El niño inventó la historia de un hombre judío con una gorra verde que lo había secuestrado y que lo mantuvo como rehén en el Centro Comunitario Judío local. Allí vivían 180 sobrevivientes del Holocausto porque no tenían otro lugar adonde ir.
El rumor se propagó y una muchedumbre violenta se reunió para vengarse de los judíos. Llamaron a la policía y al ejército, pero en vez de calmar la situación comenzaron a disparar y a arrastrar a los judíos fuera del edificio, hacia el patio, donde los polacos los atacaron brutalmente. La policía y los soldados se unieron atacando a los judíos con piedras, garrotes y cañerías. Cuarenta y dos judíos fueron asesinados y otros 40 resultaron heridos por la multitud enfurecida, mientras algunas personas se mantuvieron al margen, observando. Un año después de la guerra, la mayoría de las personas fueron espectadores, ya fuera alentando a los perpetradores o permaneciendo de brazos cruzados.
¿Cómo es posible que hubiera un pogromo un año después de que Europa fuera liberada? ¿Cómo pudo suceder eso después de que tres millones de judíos polacos hubieran sido asesinados? ¿Acaso los habitantes de Kielce no lo recordaban, o no les importó?
Hasta esta semana, yo creía que el "Nunca más" era una advertencia para la actualidad. Pensaba que si seguíamos hablando y escribiendo sobre el Holocausto, enfatizando no sólo sus deplorables e impactantes resultados inmediatos, sino también su devastador impacto a largo plazo, haríamos una diferencia. También pensé que si durante y después de la guerra hubieran existido medios de comunicación las 24 horas del día, los 7 días de la semana, quizás se hubieran evitado algunos de los horrores del Holocausto.
Ahora no estoy tan segura. Las preguntas esenciales que seguimos formulando sobre el Holocausto hace ocho décadas cobraron nueva vida con las atrocidades de Hamás: ¿Cómo ocurrió esto? ¿Cuál es nuestra responsabilidad hacia nuestros semejantes, hacia otros seres humanos? ¿Qué hacemos cuando vemos el mal en el mundo? ¿Cómo tratamos a aquellos que son diferentes? ¿Acaso nuestra cobertura 24/7 marca alguna diferencia? ¿La respuesta de Israel dará lugar a una nueva ola de entendimiento o de antisemitismo?
En el 2012, Ellie Wiersel escribió: "'Nunca más' se convierte en algo más que un eslogan. Es una plegaria, una promesa, un juramento. Nunca más la glorificación de la violencia más baja, espantosa y oscura".
#NeverAgainIsNow implica que no podemos quedarnos callados. Mientras continuamos rezando por las víctimas, los rehenes y sus familias, debemos preguntarnos cómo elevar esas palabras de un eslogan a un juramento.
Nos conmueve la preocupación de nuestros amigos y aliados no judíos en los Estados Unidos y en todo el mundo. Pero necesitamos su compromiso sostenido a largo plazo. Así como Rav Abraham Joshua Heschel y otros clérigos marcharon con el reverendo Martin Luther King Jr. en apoyo a los derechos civiles en los años 60, debemos alentar y aplaudir a clérigos, celebridades, políticos y ciudadanos comunes no judíos que apoyan a Israel.
Como judíos, sabemos que somos responsables los unos por los otros. Vivimos en un mundo interconectado. Nadie puede dar vuelta la cabeza y fingir que no lo sabía. Debemos continuar manifestándonos, hablando, escribiendo, publicando y apoyando económicamente a nuestra familia judía en todo el mundo. Como demostró dolorosamente Hamás, un ataque contra un judío es un ataque contra todos. Aprovechemos nuestras voces, nuestros corazones y nuestros pies mientras el mundo entero observa y toma nota. Am Israel Jai.
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