Matrimonio
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También los maestros son humanos. Con un poco de esfuerzo, puedes ayudar a tu hijo en el aula.
Tengo que contarles un secreto: los maestros son humanos. Incluso los directores son humanos.
Cada día, ellos cuidan la vida de tu hijo y le dan forma a su futuro. ¿Cuándo fue la última vez que se los agradeciste?
Durante más de diez años enseñé en una escuela primaria. Incluso fui el director. Durante ese período, el padre de uno de mis alumnos me enseñó cómo ser un padre.
Él solía acercarse cada viernes y me preguntaba cómo estaba su hijo. Yo tenía certeza de que a lo largo del Shabat, cuando se sentara con sus niños para ver qué habían estudiado durante la semana, descubriría si yo sabía o no lo que le decía. En mi clase había 25 niños, pero pueden estar seguros de que los viernes yo sabía exactamente qué pasaba con su hijo.
Debido a que él dedicaba ese esfuerzo extra conmigo, yo dedicaba un esfuerzo adicional con su hijo.
Yo aprendí de su ejemplo. Cuando mis hijos estaban en la escuela, adopté el hábito de pasar a saludar a sus maestros cada tantas semanas. Ellos llegaron a conocerme y vieron que estaba comprometido con la educación de mis hijos.
Mientras estaba allí, siempre me aseguré de elogiarlos. Cada domingo a la mañana o después de Shabat (cuando me enteraba de lo que habían hecho en la escuela esa semana), les escribía una nota diciéndoles que era evidente cuánto habían trabajado y cuánto valoraba el esfuerzo que invertían en mi hijo.
No es sencillo pensar cada semana en una forma diferente de decir lo mismo, pero yo lo hacía. Y valió la pena.
Si inviertes tiempo a priori, entonces puedes ir y decirle al maestro de tu hijo: "Por favor, dele a mi hijo un poco más de aliento. Sonríale. Muéstrele que está feliz con su trabajo, con sus esfuerzos".
Entonces puedes pedirles un esfuerzo adicional. Incluso si el maestro no lo hace por todos, puede hacerlo por tu hijo, porque tú te tomaste el tiempo para construir una relación y reconocer su duro trabajo.
Los directores son más complicados. Por lo general, la mejor descripción de su trabajo es la de ser un "bombero". Ellos corren apagando incendios, ocupándose de las millones de crisis diferentes que surgen cada día.
Es un trabajo tan difícil que de hecho cada mañana digo una plegaria especial: "¡Gracias por no hacerme un director de escuela!" (es broma).
Yo he ocupado aquel puesto en la escuela primaria y secundaria. Es un trabajo difícil. Sé paciente con tu director y toma conciencia de que tú eres uno más de los cientos de padres con quien él debe relacionarse.
Elógialo sinceramente cada vez que puedas, agradécele de corazón, y entonces podrás usar tu crédito y pedirle que le dé a tu hijo la atención especial que necesita.
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