Cada día preparan 12.000 sándwiches para los soldados israelíes

27/11/2023

5 min de lectura

Voy pasando la guerra, de a un sándwich a la vez.

Escuché las noticias: más soldados cayeron; otro ataque con misiles; la suerte de los rehenes; ataques antisemitas por todo el mundo…

¿Qué hago para mantener la cordura en estos tiempos insanos?

Aromaterapia. Pero no la que conoces. No con aceites esenciales. No aromas relajantes como lavanda y vainilla. El aceite que uso sale de la mayonesa, el aroma que calma es de los pepinillos en salmuera y el atún.

Bienvenidos al Bar Expreso Aroma de Beit Shémesh, el cuartel de los voluntarios que cada día preparan sándwiches para miles de hambrientos soldados israelíes.

Y aquí, los voluntarios

Después del pogromo del 7 de octubre, las instituciones de Israel se vieron en dificultades para mantener a los 300.000 reservistas que fueron llamados a servicio y a los miles de civiles evacuados de comunidades devastadas o amenazadas.

Entonces entraron en acción los voluntarios. De la noche a la mañana se organizaron salas de situación temporales para asistir a las necesidades de los soldados y de los civiles desplazados.

Trabajando duro (crédito de la foto: Karen Feldman)

Siendo una comunidad judía, la comida encabeza la lista. Los israelíes respondieron a la situación enviando comida a cualquiera que pudiera precisar un buen plato o manjares caseros.

Yariv Shefa, el dueño del Bar Expreso Aroma, la mayor cadena de cafeterías de Israel, se unió al ejército de voluntarios.

Aroma Beit Shémesh se convirtió en el centro donde los voluntarios preparan cada día entre 10 y 12.000 nutritivos sándwiches y los envían a bases del ejército por todo el país y a los soldados que sirven en Gaza.

La operación requiere cientos de hogazas de pan recién horneado, 150 kilos de fetas de queso, 200 kilos de mayonesa, baldes de queso crema, palanganas de atún y 7.000 (sí, leíste bien: 7.000) huevos. Cada día.

Pero sobre todo se necesitan voluntarios. Ellos empiezan a llegar a las 7:30 de la mañana. Alrededor de las 11 tienes que esperar que se abra un lugar en el café lleno de gente. La mitad de la barra, donde los clientes solían relajarse tomando un café con leche, está cubierta con cajas de pan recién horneado, todavía caliente después de haber salido de los hornos industriales. Estas cajas se renuevan constantemente. En la otra mitad de la barra se prepara el queso. Dos máquinas cortadoras de pan están constantemente en uso. En la pequeña y estrecha cocina de la parte trasera, los voluntarios preparan incansablemente omelets.

Las mesas se convierten en líneas de montaje de sándwich. Los voluntarios trabajan en sus tareas específicas: untar queso crema o atún, colocar capas de queso o de omelet, agregar pepinillos y tomates, envolver el producto listo en papel y embolsarlo. Cada bolsa lleva un mensaje escrito a mano, diciendo cosas tales como "¡Hashem ishmor otja! - ¡Que Hashem te proteja!", "¡Que Dios cuide de ti!", todos ellos escritos con cariño por otros voluntarios.

En medio del caos controlado del café se escuchan gritos: "¡Más tomates!" "¡Se acabó el pan!" "¡Más atún!" "¡Omelets!" Los voluntarios corren por los pasillos estrechos entre las mesas, refrescando los contenedores de pepinillos y limpiando las puntas del pan. El personal de Aroma supervisa la calidad del producto. Una vez me senté con una profesional de control de calidad de una importante empresa farmacéutica. Un empleado de Aroma rechazó su técnica para untar el atún: se podían ver los bordes del pan, el atún no estaba bien untado. Los voluntarios discuten sobre qué tan espesa se debe untar la mayonesa. Las abuelas insisten en añadir más tomates y pepinillos, a pesar de las súplicas de los empacadores para que no sobrecarguen los sándwiches ni los empapen.

Un equipo de voluntarios prepara 12.000 sándwiches cada día (crédito de la foto: Karen Feldman)

Ocasionalmente llegan soldados a visitar el activo negocio para recibir bebidas gratis y sándwiches, y bendiciones de los voluntarios que dejamos de trabajar un momento para alentar a nuestros héroes. Pero los empleados de Aroma nos recuerdan seguir moviéndonos… los soldados hambrientos esperan su almuerzo por todo Israel.

¿Quiénes son los voluntarios? Personas que hablan hebreo, inglés, francés y español. Estudiantes en su año sabático en Israel. Gente de Beit Shémesh y del exterior. Yo unté atún con una mujer de Baltimore que vino en una misión solidaria de Aish; envolví sándwiches con una voluntaria de Florida que había venido a visitar a sus hijos para Sucot y decidió no irse cuando comenzó la guerra.

Muchos académicos, yo incluida, somos voluntarios porque las universidades todavía no abrieron. Discutí sobre Charles Dickens con una profesora de humanidades que tiene cuatro hijos en el ejército. Una mujer joven llega cada día a organizar las mesas. Yo supuse que era una empleada de Aroma, pero resultó que es una profesora de Administración en una importante universidad.

Aroma terapia 

¿Cuál es la terapia? No sentirse totalmente impotente en un mundo fuera de control. No puedo mantener seguros a los soldados, pero puedo ayudar a mantenerlos bien alimentados y fuertes, sabiendo que en un café de Beit Shémesh cientos de personas piensan en ellos, se preocupan por ellos, trabajan para ellos, rezan por ellos.

En plena terapia

La terapia es compartir la experiencia de la guerra. Una voluntaria, una maestra, está de luto: uno de sus ex estudiantes fue asesinado en Gaza. Ella se seca una lágrima y sigue llenando el sándwich con tomates. Los voluntarios conversan incesantemente sobre hijos y nietos en el ejército, quién se encuentra estacionado en dónde, quién tuvo que entregar su teléfono (lo cual implica que entró a Gaza), quién pudo volver a casa en una licencia.

Pero sobre todo es terapéutico ver una comunidad, un pueblo, una nación, unirse en un pequeño café de Beit Shémesh. Una comunidad trabajando, riendo, llorando y creando sándwiches repletos de esperanza, amor, atún y mayonesa.

Ayer dirigí la línea del atún. Dos horas más tarde, hubo un mensaje de WhatsApp con una foto de mi hijo soldado disfrutando un sándwich de atún enviado desde Beit Shémesh. ¿Acaso había untado el atún (cubriendo los bordes del pan) para mi propio hijo? No es seguro. Pero sin dudas que alguien que se preocupa profundamente por nuestros soldados, por nuestro pueblo, había preparado un buen almuerzo para mi hijo.

Mi hijo disfrutando de algunas delicias

Que Dios cuide de él, de cada soldado y de todo Su pueblo, donde sea que estén.

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