Cómo reconocer tus miedos y tomar buenas decisiones

22/01/2024

6 min de lectura

Operar desde un lugar de confianza te permite sentirte bien con tus elecciones.

¿Acepto la oferta de trabajo con un mejor sueldo y oportunidades más estimulantes o el que tiene mejor horario y un trabajo más significativo?

¿Debo seguir saliendo con esta persona que tiene excelentes cualidades, con quien disfruto pasar mi tiempo, o debo terminar la relación porque no me siento particularmente cautivada ni emocionada?

¿Debo usar estas pocas horas libres que tengo para leer, hacer ejercicio y tomarme un muy necesitado descanso, o para ponerme al día con una amiga cercana a quien extraño?

¿Me interesa gastar más dinero para quedarme en un hotel de lujo o prefiero irme por más tiempo y encontrar un alojamiento que sea menos caro?

Las cambiantes tendencias en nuestra sociedad afectan ahora más que nunca nuestra habilidad para confiar en nosotros mismos y en nuestras elecciones. A menudo nos quedamos paralizados al contemplar cómo avanzar. Aunque desarrollar confianza en uno mismo nunca fue sencillo, el desafío ha aumentado por la abundancia de opciones y un énfasis en el pluralismo.

Manejar estas decisiones puede ser una significativa fuente de estrés, preocupación y arrepentimiento, desde las grandes decisiones que determinan la trayectoria de la vida (carrera, matrimonio, comunidad, hijos, observancia religiosa), a las innumerables elecciones aparentemente intrascendentes de la vida cotidiana que determinan cómo usamos nuestro tiempo y nuestro dinero.

¿Cómo podemos sentirnos bien con nuestras elecciones y evitar caer en el abismo de pensar obsesivamente, haciendo un análisis innecesario y un doloroso arrepentimiento?

Confundidos respecto a lo que queremos, encuestamos a nuestros amigos, hacemos listas de “pros y contras” e intentamos determinar qué decisión es correcta y cuál es incorrecta. Pero la mayoría de nuestras decisiones en la vida están entre “bueno y bueno”, dos opciones maravillosas pero distintas que nos atraen en formas diferentes.

Es difícil dejar atrás una opción atractiva para avanzar con otra.

Hay toda clase de tensiones reales e irresolubles que podemos tener que enfrentar, por ejemplo: sentimientos encontrados respecto a nuestra carrera o dónde establecernos, tensiones sobre asuntos ideológicos o religiosos, reflexiones sobre diferentes elementos de una relación e intereses que chocan con los objetivos de nuestra vida.

¿Cómo podemos sentirnos bien con nuestras decisiones y evitar caer en el abismo de pensar obsesivamente, haciendo un análisis innecesario y un doloroso arrepentimiento?

¿Qué quieres realmente?

A menudo, todo se reduce a nuestra habilidad de superar nuestros miedos y creer profundamente que cada uno está en la mejor ubicación para trazar su propio camino. Somos quienes mejor pueden saber qué es lo que realmente queremos. “Querer”, como lo defino aquí, no se refiere a tomar decisiones impulsivas basadas en fuertes e incontenibles sentimientos y deseos, sino a prestar especial atención a un profundo sentimiento intuitivo que surge en nuestro interior conforme pasa el tiempo y nos empuja en cierta dirección, a pesar de que eso pueda sorprendernos a nosotros o a los demás.

Muchas veces, podemos sentir miedo de admitir lo que realmente queremos debido a toda clase de miedos que pueden interponerse, y puede requerir bastante tiempo y paciencia acceder y estar completamente conscientes de nuestros deseos subyacentes. Pero una vez que tenemos éxito y superamos nuestros miedos, esos deseos más profundos a menudo quedan a plena vista.

Tomemos el caso de Bella, una residente de medicina que rechazó varias veces invitaciones para salir de Joey, un inteligente, agradable e idealista maestro de 5to grado por quien se siente atraída e interesada. Esto se debe a cómo Bella se percibe a si misma y lo que piensa que merece. O David, quien está entusiasmado con la mujer que está saliendo y con quien ha trabajado duro para construir una relación sólida y significativa, pero le preocupa que no vaya a gustarle a su madre.

Brian es miserable en la escuela de leyes, pero tiene miedo de cambiarse de carrera por todos los recursos desperdiciados (tiempo, dinero y energía e inversión personal) y un rechazo a admitir que las leyes no son para él y que debe trazar un nuevo camino vocacional desde cero.

No es fácil dejar atrás todos los pasos que tomamos para avanzar en la trayectoria en la que hemos estado. Pero las decisiones que tomamos en el pasado no deberían estorbarnos para tomar las mejores decisiones que podamos en el presente y para el futuro (date permiso de levantarte y salir en medio de esa película que no estás disfrutando, incluso si temes que desperdiciaste dinero en la entrada. ¡Ese dinero se perdió de todos modos! ¿Por qué no disfrutar y maximizar la siguiente hora y media?).

También está Adam, quien duda de aceptar un significativo ascenso laboral con el que ha soñado y esperado durante mucho tiempo, por su preocupación de no tener lo necesario para ser exitoso. Las ansiedades parecen irracionales, pero él considera rechazar la oferta sólo para hacerlas desaparecer y no tener que enfrentar el posible fracaso.

En cada uno de estos ejemplos, hay una profunda consciencia interna de lo que la persona realmente quiere. Ellos lo saben, lo sienten, sólo tienen que confiar en ello.

Y podemos hacerlo.

Confía en tu habilidad para elegir

Dios creo a cada persona con la habilidad de tomar sus propias decisiones. Por lo tanto, necesariamente Él cree en nuestra capacidad de hacerlo. Dios quiere que tomemos buenas decisiones y confía que podemos hacerlo. Si Él nos creó como seres independientes y autónomos, debe habernos dado las herramientas que necesitamos para pensar qué es lo que tiene más sentido.

Si hemos investigado y recolectado información en cuanto a nuestras opciones, si somos capaces de ser extremadamente honestos sobre las consecuencias y miedos de ambos lados, si podemos enfocarnos sólo en la mejor decisión que hay que tomar sin dejar que se interponga el futuro desconocido y si podemos asegurar que nuestra decisión no está basada en miedos, entonces podemos estar tranquilos y confiar en lo que queremos.

Cuando tomamos responsabilidad por nuestras decisiones y comprendemos que nosotros mismos tomamos las decisiones que nos llevaron a donde estamos hoy en día, también podemos entender mejor que si no estamos contentos con el lugar en el que estamos, de nosotros depende hacer un cambio.

Asume la responsabilidad por tus decisiones

Rav Jonathan Sacks z”l a menudo contaba la historia de una conversación que tuvo en sus años formativos con el Rebe de Lubavitch. Cuando Rav Sacks comenzó diciendo: “En la situación en la que me encuentro”, el Rebe lo interrumpió y le dijo: “Tú no te encuentras en una situación. Tú te pones en una situación; y si te pusiste a ti mismo allí, puedes ponerte en otra situación” (Jonathan Sacks, The Great Partnership: God, Science and the Search for Meaning, 91).

Tú no te encuentras en una situación. Tú te pones en una situación; y si te pusiste a ti mismo allí, puedes ponerte en otra situación.

Similarmente, a veces nos decimos que tenemos que hacer algo. Pero por lo general, escogemos hacer algo por múltiples factores. Cuando usamos la expresión “tenemos”, eso puede ser señal de que tenemos miedo de asumir la responsabilidad por una mala decisión. Pero esa renuncia de responsabilidad nos dificulta admitir nuestros errores y considerar cambiar de dirección.

Sin embargo, si estamos dispuestos a asumir la responsabilidad por nuestras propias decisiones, entonces siempre podemos preguntarnos si escogemos por confianza o por miedo, si estamos felices con los resultados y si queremos cambiar de rumbo. Si sentimos que tomamos una decisión por miedo y estamos molestos por eso, podemos admitir nuestro error y reexaminar la decisión. Si nos arrepentimos de una decisión que tomamos porque tenemos nueva información, sentimientos o perspectiva con respecto a la situación, entonces podemos reconocer que las circunstancias han cambiado y tomar la mejor decisión para seguir adelante.

Una vez que somos sensibles a la dicotomía “miedo vs confianza”, nos daremos cuenta que esta aparece en diferentes áreas de la vida:

¿Debo pedir mi café favorito de Starbucks, incluso si de esa manera pierdo la oportunidad de su oferta especial de cumpleaños?

Cuando vaya a la entrevista, ¿debo ponerme el vestido con el que me siento bien a pesar de que me preocupe que no sea suficientemente sofisticado?

¿Debo comprar en el supermercado local y ahorrarme un tiempo valioso, aunque allí los productos sean más caros y no quiero sentir que se aprovechan de mí?

Este entendimiento nos da una mayor conciencia de lo que impulsa nuestra conducta y nuestras decisiones. Podemos revisar si estamos motivados por miedo o por confianza, incluso cuando se trata de pequeñas decisiones. Podemos pensar proactivamente sobre las consecuencias, beneficios y costos. Y podemos aprender a escuchar a nuestra voz interna más claramente y confiar que en lo más profundo ya sabemos la respuesta.


Basado en el libro “What Do You Really Want? Trust and Fear in Decision Making at Life’s Crossroads and in Everyday Living” (Maggid, 2021) que argumenta que un profundo autoconocimiento y una actitud de confianza son las mejores herramientas para tomar decisiones fuertes de las que nos podemos sentir confiados. Si aprendemos a reconocer nuestros miedos, explorarlos, evaluar sus potenciales consecuencias y contemplar que queremos hacer más adelante, será más fácil reconocer y tomar responsabilidad por nuestras decisiones. 

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.