Crecer a la sombra del Holocausto

09/01/2024

8 min de lectura

Annette Libeskind Berkovitz nos enseña cómo luchar hoy contra el antisemitismo.

Annette y Daniel Libeskind crecieron experimentando muchos de los horrores, las pruebas, los desafíos y los triunfos de la historia judía en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Ellos nacieron de padres traumatizados, sobrevivientes del Holocausto. Annette y Daniel vivieron en Polonia, donde el antisemitismo seguía latiendo, y en la década de 1950 se mudaron a Israel, donde la misma existencia del estado judío estaba bajo amenaza.

Daniel creció y se convirtió en un arquitecto reconocido, famoso por su emblemático Museo Judío de Berlín y por crear el plan maestro para reconstruir la Zona Cero en Manhattan. Su hermana Annette publicó hace poco más de un año su autobiografía: "Aftermath: Coming of Age on Three Continents", sobre la traumática infancia que tuvieron ella y su hermano Daniel.

En una entrevista exclusiva para AishLatino.com, Annette explicó qué fue lo que la motivó a contar su historia, y cómo los judíos pueden responder hoy al antisemitismo.

Escapar de la Polonia nazi

"Mi padre y mi madre eran sobrevivientes del gulag", explica Annette. Su padre, Najman, creció en la ciudad polaca de Lodz, mientras que su madre Dora provenía de una familia de la jasidut Guer de Varsovia. En setiembre de 1939, sus mundos —y el de cada judío de Europa— se hizo añicos. Al amanecer del 1 de setiembre de 1939, la Alemania nazi lanzó un ataque no provocado a Polonia: sesenta divisiones y casi un millón y medios de soldados nazis invadieron Polonia, que trató de responder con su ejército que no estaba adecuadamente preparado.

Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania dos días más tarde y fueron a ayudar a Polonia, pero Polonia sufrió otro ataque después de dos semanas de lucha cuando la Unión Soviética invadió la frontera oriental de Polonia el 17 de setiembre. Después de 11 días de intensas batallas, Polonia se rindió ante Alemania el 28 de setiembre. Al día siguiente, la Unión Soviética y Alemania dividieron Polonia, con el Río Bug como la frontera.

Anetka a los 6 años, Polonia 1949

A pesar del peligro y del abierto odio antijudío de los nuevos gobernantes nazis, el padre de Annette recordaba que muchos judíos en las zonas ocupadas por los nazis no estaban demasiado decididos a partir. "¿Quién desea dejar su hogar? Ese era un sentimiento muy compartido. ¿Qué haremos con los muebles?". La idea de huir parecía abrumadora.

"Mi padre sintió que no era seguro quedarse", explica Annette. "Él pensó que los alemanes serían diferentes (esta vez) de lo que habían sido en la Primera Guerra Mundial". Independientemente, cada uno de los padres de Annette huyó de sus hogares, cruzando el río Bug hacia el territorio ocupado por la Unión Soviética. "En ese momento, escapar se consideraba una locura: 50.000 personas fueron asesinadas cuando trataban de cruzar el río, era una escena espeluznante". De alguna manera, su padre y su madre lograron cruzarlo.

Una vez en territorio soviético, sus padres estaban salvo de ser deportados a los campos de exterminio nazis, pero la vida seguía siendo muy peligrosa. Al padre de Annette la policía rusa le dijo que fuera "a registrarse. Le dijeron: 'podemos ofrecerte ciudadanía rusa o puedes seguir siendo ciudadano polaco'. La mayoría eligió seguir siendo polacos. Las autoridades soviéticas dijeron que no había problema, podían regresar a su casa, pero luego fueron a sus hogares con perros y armas y arrestaron a todos los que habían elegido mantener la ciudadanía polaca y los enviaron a gulags…".

Los dos padres de Annette fueron deportados. Su padre a un gulag al norte de Moscú y su madre a un gulag en Siberia.

Escapar del Gulag

En 1941, al enfrentar catastróficas pérdidas en el campo de batalla, Josef Stalin comenzó a liberar a los prisioneros del gulag para que lucharan con las fuerzas soviéticas. En total, fueron liberados casi un millón de prisioneros del gulag, del brutal sistema de prisión de la Unión Soviética, entendiendo que la mayoría de ellos llenarían las filas vacías del Ejército Rojo.

Annette con su familia

Los padres de Annette, Najman y Dora, se encontraban entre aquellos que fueron liberados. Sin embargo, en vez de unirse a la lucha, ellos huyeron hacia el sur, eventualmente encontrando refugio en el estado satélite de la Unión Soviética: Kirguistán. Allí nacieron Annette y su hermano menor, Daniel. Era una vida de privaciones, con poca comida y las mínimas condiciones de refugio.

El miedo en la Polonia de postguerra

Después de la guerra, Annette, su hermano y sus padres regresaron a Polonia. Algunos de sus primeros recuerdos son el miedo absoluto al antisemitismo en Lodz y la reluctancia de sus padres de estar fuera de su pequeño departamento por la noche, para no ser atacados. La maestra de Annette en la escuela primaria era abiertamente antisemita, y los pocos judíos que habían retornado seguían cuidando sus rituales y tradiciones judíos de forma oculta. Ella y sus padres hablaban en ídish cuando estaban solos en su hogar, pero siempre conversaban en polaco cuando alguien podía escucharlos.

"Escondidos en nuestro pequeño pero cálido departamento, protegidos de los patoteros de Lodz, Polonia, y cuidados por nuestra niñera, me sentía feliz. Al llegar a edad escolar, noté que a diferencia de la mayoría de mis compañeros, nosotros no teníamos familia: no abuelas ni abuelos, tíos ni tías. Entonces comencé a formular preguntas. Y las respuestas, aunque sorprendentes, no lograron realmente registrar el alcance de la tragedia de la familia, las enormes pérdidas, el profundo dolor de mis padres".

Cuando Annette tenía siete años y su hermano Daniel cinco, la familia comenzó a "pasar muchos fines de semana yendo al cementerio, donde limpiábamos las tumbas de mis abuelos paternos. Mi padre solía decir que fueron muy afortunados por haber muerto antes del Holocausto". Su padre también los llevaba hacia la antigua muralla que solía rodear al gueto de Lodz y recordaba a todos los amigos y miembros de la familia que murieron allí.

Una nueva vida en Israel y en los Estados Unidos

Cuando ella tenía 13 años, la familia de Annette volvió a reubicarse: se fueron a Israel, donde vivían dos hermanos de su madre que milagrosamente habían sobrevivido al Holocausto. "No se trataba simplemente de irse de un lugar a otro", recuerda Annette. "Era más bien un escape…" Obtener visas para partir de la Polonia comunista no era sencillo, e incluso cuando sus padres obtuvieron las valiosas visas para irse a Israel, comprendieron que se las podían revocar en cualquier momento. "Nunca lo olvidaré. De pronto llegó a nuestro departamento una caja enorme, prácticamente del tamaño de nuestro salón, y mis padres comenzaron a poner allí todo lo que se querían llevar". Una vez que recibieron visas para partir, no podían perder ni un instante.

Anat y Ruti se despiden en la parada del autobús cerca de un letrero del kibutz Guevat.

En pocos días, Annete se vio arrojada a una nueva vida. Ella y su hermano fueron llevados con una tía en el kibutz Guevar, una soleada granja colectiva en el norte de Israel. "Éramos como criaturas de Marte. Estábamos vestidos con cálidas prendas polacas y mi cabello estaba arreglado en largas trenzas… no hablábamos el idioma".

Annette y su hermano eventualmente adoptaron la vida de kibutz. Annette se convirtió en Anat y llegó a amar la comida fresca y el sol cálido de su nueva vida. Pero siguieron más disrupciones: la familia se volvió a mudar, esta vez a la vida de ciudad en Tel Aviv. Cuando Annette tenía 16 años, su padre viajó a los Estados Unidos, y le dijo a su familia que cuando pudiera los mandaría a buscar. Ocho meses más tarde, Annete volvió a mudarse, esta vez para convertirse en una jovencita norteamericana en la ciudad de Nueva York. "Yo era como una planta a la que habían arrancado de raíz", recuerda.

"Creo que eso me enseño a ser resiliente. La gente me dice que soy fuerte. Si eso es cierto, se debe a que tuve que pasar muchos momentos difíciles en mi vida, tanto de niña como de adulta".

Con el atemorizante resurgimiento del antisemitismo en todo el mundo, y con niveles sin precedentes de inmigración, Annette entendió que era crucial escribir sobre sus experiencias. Ella también quiso ayudar a otros a aprender de sus experiencias respecto a sentirse conectada a su judaísmo y sus esfuerzos por transmitir su herencia judía.

Annette alienta a la gente a conocer su historia familiar

Después de trabajar más de tres décadas con la sociedad de conservación de la vida silvestre en Nueva York, Annette entendió que había llegado el momento de relatar su historia. "Mi esposo siempre me decía que tenía que jubilarme porque siempre quise tener tiempo para escribir".

Annette y su madre Dora a bordo del SS Constitution. Daniel está a la izquierda de su madre.

"Mi padre siempre sintió que era una obligación contar su historia". Annette siente que ella sigue llevando adelante la antorcha. Ella quiere que el mundo recuerde a sus parientes, como su primo Isser que era un artista de 15 años cuando comenzó la guerra en Polonia. El padre de Annette trató de llevarlo con él a la Unión Soviética, pero el padre de Isser se negó a dejarlo ir. Isser murió en el Holocausto. "Siento que lo conocí a pesar de que él murió antes de que yo naciera", explica Annette. "Yo lo recuerdo. Mi libro es una forma de mantener vivo su recuerdo".

Annette (a los 16 años) con sus padres en un banco cerca de la Reserva Jerome en el Bronx, 1959.

Un tema que recorre todo el libro de Annette es su compleja relación con la tradición judía. La familia de su madre es religiosamente observante, mientras que los padres de Annette eran rígidamente seculares. Ella explica que ahora uno de sus primos jasídicos que vive en Israel siempre pasa a visitarla por su hogar cuando visita Nueva York. "Cada vez que viene a visitarme a mi departamento recibe un gleisel of schnapps (un vaso de licor)". Para Annette es importante mostrar que todas las clases diferentes de judíos en definitiva conforman una misma familia.

Otro valor crucial que Annette quiere transmitir es la centralidad de Israel para la vida judía. Cuando ella tenía 16 años y la obligaron a irse de Israel a Nueva York, Annette comenzó a vivir como una norteamericana. En su libro, ella describe sentir que su conexión con Israel se debilitaba. "Ahora mi corazón está más conectado con Israel que con cualquier otro lugar". Annette es intensamente sionista y quiere que otros judíos comprendan que Israel es la patria de todos los judíos. "Incluso mi padre, un judío más secular de lo que puedes llegar a imaginar, se siente intensamente conectado con Israel": Cuando Annette le pidió que nombrara un lugar especial para celebrar su 90° cumpleaños, ante su sorpresa él dijo Israel. Fue una emotiva visita de cumpleaños, y eso le recordó a Annette cuán fundamental es Israel para su vida judía.

"Es importante que los lectores conozcan sus raíces", explica Annette. Su hija investigó su historia familiar hasta llegar a sus ancestros en España y Portugal en los siglos XIV y XV. "Tienes que conocer la historia. Incluso las familias, o tal vez especialmente las familias de matrimonios mixtos. Yo soy judía y somos menos que otros pueblos. Pienso que es muy importante, más allá de la tradición religiosa. La gente debe conocer sus raíces judías".

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