Eleva tu vida

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Behaalotjá (Números 8-12 )

En esta parashá se le ordena a Aharón encender las velas de la Menorá, pero para ello se utiliza una expresión inusual: behalotjá. El significado literal de behalotjá es "cuando eleves", en lugar de decir lehadlik, la palabra que se usa en relación al encendido de las velas de Shabat y de las festividades.1

Aquí hay una profunda enseñanza. La Menorá simboliza a la Torá y debemos tener siempre presente que el estudio de la Torá no es como cualquier otro estudio. Observar las mitzvot no es sólo otro estilo de vida, sino que es la esencia de nuestra vida, lo más profundo de nuestro ser. A través del cumplimiento de las mitzvot y del estudio de la Torá nos elevamos y comprendemos nuestro propósito en la vida. Por eso se emplea la palabra "elevar" en lugar de "encender".

En la Menorá también encontramos otra enseñanza. El libro de Proverbios declara: “El alma del hombre es una vela de Dios”.2 Enterrada en lo más profundo, en los recovecos de nuestra neshamá, está la luz de Dios: un amor a la Torá y a las mitzvot. Sólo necesitamos encenderla. Por lo tanto, si buscamos elevación, sentido y propósito en la vida, lo único de debemos hacer es encender la luz de la Torá que se encuentra en nuestra alma. Así de fácil

LA PRUEBA DE FUEGO JUDÍA: ¿CUÁNDO TE SIENTES MARGINADO?

Aharón recibió la mitzvá del encendido de la Menorá después de que los príncipes de las tribus llevaran sus contribuciones para la inauguración del Tabernáculo. El Midrash3 enseña que Aharón se angustió porque se les pidió a los líderes de las tribus llevar ofrendas, pero él y su tribu no fueron invitados a hacerlo.

Un minuto. En nuestro mundo, muy pocas personas se sentirían marginadas o angustiadas si estuvieran exentas de hacer una contribución. Estarían más que felices de que las saltearan al buscar donaciones. Cuando se trata de honores, cuando se reparten regalos, eso ya es otra cosa. Pregúntate: ¿Cuándo te sientes marginado?

Aharón nos enseñó las prioridades correctas. Para él, lo importante no era lo que poseía, sino lo que era capaz de dar. Aharón se sintió marginado cuando no se le pidió que dé. Su mensaje trasciende los siglos y llega a nosotros, fuerte y claro. Lo que importa no es lo que tenemos sino lo que damos. Aharón dio de todo corazón y por eso Dios aseguró que su regalo, el encendido de la Menorá, fuera eterno. De hecho, hasta el día de hoy incluso los judíos más alejados encienden la menorá de Janucá, aunque no siempre sepan el significado de ese acto.

¿Cómo te fue con la prueba de fuego? ¿Cuándo te sientes marginado?

¿CÓMO SERÁS RECORDADO?

A Aharón se le ordenó encender las velas y nos enseñan que la forma más efectiva para inculcar en nuestros hijos la importancia del estudio de la Torá y de la observancia de las mitzvot es ser un ejemplo, un modelo adecuado. Lo que importa no es lo que decimos, sino lo que hacemos, porque así es como nuestros hijos nos recordarán. Si ven nuestro compromiso, ellos nos seguirán y continuarán por nuestro camino.

Debido a su dedicación y su amor a la mitzvá de la Menorá, Aharón tuvo el mérito de que el milagro de Janucá ocurriera a través de sus descendientes: Matitiahu, hijo del Gran Sacerdote Iojanán, y toda la familia jashmonea. De aquí aprendemos que el mérito de realizar una mitzvá con amor y devoción no tiene límites, y su impacto trasciende los siglos. Pregúntate: ¿Qué ejemplo les doy a mis hijos? ¿Cómo nos recordarán las generaciones futuras? ¿Qué está escrito en el legado que dejaremos?

MANTENER EL ENTUSIASMO: LA CLAVE PARA UNA VIDA SIGNFICATIVA

Después de las instrucciones del mandamiento de la Menorá, la sección continúa diciendo: “Vaiáas ken Aharón – y así lo hizo Aharón”.4

Rashi afirma que este versículo es una alabanza a Aharón, quien cumplió el mandamiento exactamente como se le había instruido. Esto no se entiende, porque ni siquiera una persona de menor estatura espiritual que Aharón se hubiera desviado del mandamiento de Dios. Obviamente que Aharón iba a hacer lo que Dios dijo, ¿no?

Una vez más la Torá nos enseña una importante lección. Es fácil tener entusiasmo al comenzar un nuevo proyecto; pero mantener ese entusiasmo cuando se acaba la novedad es una verdadera prueba de carácter. Todos tenemos visiones y sueños al enfrentar nuevos desafíos. Entramos a la jupá seguros de que seremos los mejores esposos. Cuando nos convertimos en padres, estamos seguros de que seremos los mejores padres. Al comenzar un nuevo negocio, estamos dispuestos a invertir toda nuestra energía. Sin embargo muy pronto nuestros sueños se desvanecen, el entusiasmo mengua, se nos vuelve habitual e incluso sentimos apatía y asumimos que todo es obvio. Pero Aharón fue diferente. Durante sus 39 años de servicio conservó el mismo entusiasmo que tuvo el primer día, cuando recibió el mandamiento. Realmente, así lo hizo Aharón…

La complacencia perjudica la posibilidad de tener una vida significativa. No sólo agota nuestra energía, sino que también nos lleva a descuidar nuestras responsabilidades. Esto es cierto en todas las áreas. Cuando damos por sentada la relación con nuestra pareja o con nuestros hijos o cuando nos volvemos complacientes en los negocios, aseguramos la pérdida de nuestros logros, ya sea con el derrumbe de nuestra familia o la erosión de nuestra empresa. Esta misma verdad se aplica a la relación con Dios. Cuando somos negligentes en el estudio de la Torá, en nuestras plegarias o en nuestra observancia, caemos en un espiral descendente que, demasiado a menudo, lleva al alejamiento de nuestra fe y a una vida solitaria sin Dios. ¿Cómo podemos mantener el entusiasmo inicial?

Cada vez que comenzamos a estudiar, debemos esforzarnos por vernos como si estuviéramos al pie del Monte Sinaí, cuando declaramos naasé venishmá, lo que puede interpretarse como “cumpliremos la Torá y la estudiaremos”. Si adoptamos esta actitud, descubriremos que no existe absolutamente nada que pueda desanimar nuestro espíritu ni limitar nuestro crecimiento espiritual.

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

La idea de sentirse marginado por la incapacidad de dar está reforzada en la parashá, cuando un grupo de hombres se acercó a Moshé y declaró que se sentían disminuidos por no haber podido llevar la ofrenda de Pésaj.5 Aquí vemos la grandeza del alma de nuestros antepasados. Ellos sufrían por no poder participar en una mitzvá. Se acercaron a Moshé y pidieron una segunda oportunidad para llevar la ofrenda de Pésaj. Moshé les dijo que tenía que consultarlo con Hashem. Moshé no podía responderles porque esa declaración debía venir de Dios Mismo, para que sepamos para toda la eternidad que si lo deseamos, Dios nos da una segunda oportunidad y podemos comenzar de nuevo.

La festividad de Pésaj shení no fue decretada como el resto de nuestras festividades porque Dios no podía legislarla hasta que el pueblo lo deseara. Una segunda oportunidad debe originarse en el anhelo sincero de quienes la piden. Nuestra parashá nos enseña que si nos sentimos disminuidos por no haber participado en el servicio de Dios, si agonizamos por ello y le pedimos a Dios que nos dé esa segunda oportunidad, Él nos la dará.

LECCIONES DE PÉSAJ SHENÍ QUE TRANSFORMAN LA VIDA

Tenemos la obligación de emular a Dios. Tal como Dios es misericordioso, también nosotros debemos ser misericordiosos. Tal como Dios es compasivo, también nosotros debemos ser compasivos. Por lo tanto, si Dios está dispuesto a darnos una segunda oportunidad, e incluso crear una festividad para celebrar este concepto, ¿no deberíamos darnos a nosotros y a nuestros hermanos esa misma oportunidad? Si examinamos nuestras relaciones, seguramente encontraremos a algunas personas que dejamos de lado pero que deberían recibir una segunda oportunidad. Y si observamos nuestra vida personal, reconoceremos situaciones en las que nos dimos por vencidos, en las que estamos convencidos que hemos perdido y que es demasiado tarde para cambiar. Pero la realidad de la Torá enseña que siempre es posible tener una segunda oportunidad. Entonces, ¿por qué negarnos una oportunidad? ¿Por qué negar el milagroso regalo curador de Dios de una segunda oportunidad?

Pésaj shení da testimonio de que sin importar cuánto nos hayamos desviado ni lo lejos que estemos, Dios siempre nos aceptará si manifestamos nuestro anhelo de volver a casa. Esta es nuestra elección: podemos reinventarnos, o podemos continuar atascados en nuestros fracasos. Todo depende sólo de nosotros.


NOTAS

1. Números 8:2.
2. Proverbios 20:27.
3. Rashi, Números 8:2.
4. Números 8:3.
5. Ibíd. 9:6.

 

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