Entrevista con un miembro del equipo israelí de rescate en Turquía

15/02/2023

5 min de lectura

La semana pasada, Dvir Dimri sacó gente entre los escombros y trató a 3.000 pacientes.

Cuando el 6 de febrero del 2023 un terremoto de magnitud 7,8 sacudió el sudeste de Turquía, Dvir Dimri estaba trabajando cerca de Jerusalem. Dimri, de 39 años y lleno de energía, trabajó como maestro de estudios judaicos en Chicago y fue director ejecutivo de Karta Investments, una compañía israelí de inversiones inmobiliarias. Dimri también es un soldado, capacitado como médico y rescatista, y ha ayudado a personas en catástrofes en todo el mundo.

En el 2021, formó parte del equipo de rescate israelí que SSF (Rescatistas Sin Fronteras), una organización internacional de rescate y primeros auxilios con base en Francia, envió a Sursfide, Florida, tras el desastre de las Torres Champlain.

Horas después del terremoto, sus colegas de SSF enviaron un mensaje urgente: "deja todo y preséntate a trabajar". SSF estaba movilizando a su contingente israelí altamente capacitado para viajar de inmediato a Turquía para ayudar a buscar sobrevivientes y brindar primeros auxilios a los heridos. Apenas tuvo tiempo de despedirse de su esposa e hijos. "A las 5 de la tarde ya estábamos en el aeropuerto con medicamentos y nuestro equipamiento de rescate", contó Dimri en una entrevista exclusiva con AishLatino. El grupo, compuesto por judíos y árabes israelíes, se dirigió al corazón del área devastada por el terremoto al sur de Turquía, pero no pudo volar a las áreas más afectadas debido a los extensos daños. "Todos los aeropuertos estaban cerrados".

En cambio, Dimri y sus colegas volaron a Estambul, donde fueron recibidos por los oficiales turcos. La policía local dirigió al grupo a la ciudad de Adiyaman, en el sudeste de Turquía. Una ciudad en su mayoría kurda, de poco más de un cuarto millón de habitantes, Adiyaman estuvo en el centro del mortal terremoto y sufrió terribles daños. La policía turca le prestó al grupo israelí camionetas, y los acompañó una delegación de soldados turcos para brindarles protección y recursos locales.

Cuando llegaron a Adiyaman, encontraron una escena de devastación. "En el pueblo, puedes ver calle tras calle donde no hay más edificios", recordó Dimri. "Incluso los edificios que todavía existen tienen grietas y obviamente nadie puede vivir allí". Afortunadamente, el gran y nuevo hospital de Adiyaman fue uno de los pocos edificios de la zona que no sufrió daños. Quedaron muy pocas estructuras habitables.

Dimri buscó donde establecer una base de operaciones y encontró una pequeña choza de madera abandonada que seguía en pie. Esta se convirtió en la base de operaciones médicas. Los rescatistas armaron tiendas de campaña en medio del terrible frío invernal en Adiyaman para que pudieran dormir los miembros del equipo de rescate.

"Comenzamos a cavar", explica Dimri, usando el equipamiento especial que llevaron desde Israel. "De inmediato encontramos a tres personas que seguían vivas".

Pocas horas más tarde, los oficiales locales le pidieron al grupo israelí (que cuenta con médicos y otros profesionales médicos), que trasladaran sus operaciones al hospital local, que estaba sobresaturado. La escena era de una emergencia y un sufrimiento terrible. "Hay cientos de personas heridas", describe Dimri. "A cada minuto llega más gente, personas con graves heridas". Dimri trabajó poniendo vías intravenosas y brindando primeros auxilios.

"Muchas personas murieron en mis brazos", recuerda Dimri. "Cuando los llevé a la morgue, encontré que allí había literalmente miles de personas muertas".

Muchas de las personas que fueron rescatadas tenían heridas muy graves. "Algunas llegaron después de 70, 80 horas de estar enterrados bajo los escombros. Incluso una semana después del terremoto llegó al hospital un niño de seis años". Vivo pero con terribles problemas médicos.

Dimri vio a algunos pacientes agobiados por el sufrimiento. Él recuerda a un paciente que cuando recobró la conciencia le informaron que toda su familia había fallecido. El paciente comenzó a gritar y a tratar de luchar con los médicos que le dieron la terrible noticia, hasta que finalmente se desmayó. "La gente esperaba 24 horas para escuchar noticias sobre sus seres queridos y al final del día finalmente les decían que habían encontrado sus cadáveres. Entonces colapsaban. Todas sus esperanzas se desvanecían en un instante".

Fue una semana agobiante. Dimri y sus colegas dormían como máximo un par de horas y luego volvían al hospital. "Incluso con todo lo que experimenté en el ejército y tratando a las víctimas de los ataques terroristas en Israel, nunca había experimentado algo como esto", explicó.

Mientras Dimri y sus colegas trabajaban, lucían con orgullo la bandera israelí cosida en sus uniformes de rescate. Sus pacientes y colegas turcos estaban increíblemente agradecidos. Los pacientes los abrazaban y les agradecían. Una mujer embarazada a quien Dimri trató, le dijo que ya no tenía una casa ni ningún lugar a donde ir. Horrorizado, Dimri recolectó dinero entre sus colegas israelíes para comprarle una tienda de campaña temporal. Poco después ella tuvo un bebé y lo llamó "Rescate" en turco, en honor a la delegación israelí.

Cuando concluyó la semana, un médico turco que trabajó muy cerca del equipo israelí le escribió a Dimri un mensaje que él compartió con AishLatino:

"Quiero agradecerte en nombre de la nación turca. Ustedes no nos dejaron solos. Desde ahora te recordaré siempre que mencionen a Israel. Por ti, ahora amo más a Israel y a los israelíes. La nación turca nunca olvidará este noble acto. Hermano, tienes un gran corazón".

Dimri estima que trató a unos 3.000 pacientes gravemente heridos. Él está orgulloso de haber representado a Israel. De todos los países del mundo, Dimri dice que Israel envió el segundo equipo más grande de rescatistas a Turquía.

"Es muy especial ser parte de este Kidush Hashem", dice utilizando el término hebreo para algo que representa un comportamiento judío noble. Todavía quedan rescatistas israelíes en Turquía, aunque algunos comenzaron a ser evacuados el 12 de febrero debido a las amenazas en su contra. Ellos dejaron atrás una nación tambaleante por las pérdidas incalculables del terremoto, y profundamente agradecida con los rescatistas israelíes y de otros países que estuvieron con ellos y los ayudaron en su momento de mayor necesidad.

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