Heroísmo y el ejército fantasma de la Segunda Guerra Mundial

31/10/2022

4 min de lectura

La ilusión de la presencia de un gran ejército que facilitó las operaciones de los Aliados.

El teniente Gilbert Seltzer, un celebrado arquitecto judío y veterano condecorado de la Segunda Guerra Mundial, falleció en el año 2021 a los 106 años. Durante la guerra, Seltzer sirvió en una unidad militar ultrasecreta, cuyos secretos fueron cuidadosamente guardados durante 50 años después del final de la guerra.

Él fue el último sobreviviente del “ejercito fantasma”, un grupo de 1.100 soldados estadounidenses que crearon una elaborada ilusión respecto a que había un gran batallón militar norteamericano en una posición en la cual no había nadie.

El “ejercito fantasma”

El ejército fantasma comenzó en 1944, durante los días previos a la Invasión de Normandía. En ese momento, reunieron a un grupo de soldados estadounidenses con antecedentes artísticos y les ofrecieron una peligrosa misión: crear señuelos para atraer el ataque nazi mientras que los batallones reales operaban en otro lugar.

Esta fue la idea del sargento Ralph Ingersoll. Antes de que comenzara la guerra, Ingersoll era un celebrado escritor y el fundador de una revista de izquierda de Nueva York llamada PM, que operaba bajo el principio básico de estar “en contra de las personas que mandonean a otras personas”. En 1944, Ingersoll trabajaba en “planes especiales”, ideando formas para utilizar fuerzas no tradicionales. Inspirado por la Operación Bertram, en la cual las fuerzas británicas utilizaron armas y tanques ficticios para lograr su victoria contra los nazis en El Alamein en Egipto en 1942, el Sargento Ingersoll pensó en la posibilidad de crear algo similar dentro del ejército de los Estados Unidos al entrar en Europa tras el desembarco en Normandía.

“Mi prescripción era de un batallón que pudiera imitar a todo un cuerpo militar blindado o de infantería”, declaró posteriormente el Sargento Ingersoll, “un batallón súper secreto de especialistas en el arte de manipular las decisiones de nuestros antagonistas”. Él pensó que era un poco descabellado, pero las autoridades militares creyeron que la idea podía funcionar y comenzaron a formar la unidad ultrasecreta al mismo tiempo que se preparaban para el desembarco Aliado en Normandía.

Ir a la guerra contra las fuerzas nazis creando bases militares falsas, tanques ficticios y armas de juguete, era increíblemente arriesgado. “Llegamos a la conclusión de que se trataba de un disfraz suicida”, recordó el teniente Seltzer. A pesar del peligro, él se inscribió para la unidad, junto con otros 1.100 soldados.

Llegaron a Francia con camiones de carga repletos de equipos de sonido, discos, tanques inflables y otros objetos de utilería. “Avanzábamos hacia el bosque en medio de la noche, pasando por Francia, Bélgica y Alemania, y encendíamos las grabaciones, por lo que sonaba como si hubiera tanques moviéndose por los caminos. Los habitantes del lugar se decían unos a otros: '¿Viste anoche pasar los tanques?'. Estaban convencidos de haberlos visto… La imaginación es increíble”.

Los soldados del ejército fantasma construyeron réplicas de aviones, tanques y camiones y los cubrieron con red de camuflaje, haciendo a propósito un mal trabajo para que las unidades de reconocimiento nazi pudieran ver el equipo falso. Grabaron a las verdaderas tropas y convoyes estadounidenses y lo reproducían a máximo volumen desde parlantes especiales, para engañar a los nazis y a los habitantes locales. Los soldados del ejército fantasma también se exponían a plena luz del día, frecuentando cafeterías locales y esparciendo rumores sobre una gran presencia militar estadounidense en el área en la cual estaban creando las meticulosas ilusiones.

Una imagen del documental “El ejército fantasma" del 2013, en el que se ve a un soldado parado junto a un tanque Sherman inflable. Inflar un tanque llevaba alrededor de 30 minutos.

El ejército fantasma eventualmente tomó parte en 20 grandes operaciones. Una de las más peligrosas tuvo lugar en marzo de 1944. Las fuerzas Aliadas habían cruzado Francia. El siguiente objetivo era entrar a Alemania, pero el rio Rin constituía una enorme barrera. Sin cruzar el Rin, las fuerzas Aliadas no podían llegar a dominar a Alemania, pero los puentes del río estaban ferozmente protegidos por tropas nazis. Para esto convocaron a las tropas especiales del cuartel general 23.

Ellos se posicionaron diez millas al sur del lugar donde la novena división del ejército planeaba cruzar el Rin, y se dedicaron a crear una gran distracción. Inflaron sus tanques y crearon aviones, cañones, camiones y armas muy realistas. Reprodujeron a todo volumen el sonido de tropas estadounidenses construyendo botes pontón y enviaron mensajes de radio indicando una gran reunión de tropas estadounidenses en el área.

El truco funcionó: las tropas nazis dispararon hacia los soldados del ejército fantasma, mientras cuatro divisiones del ejército de los Estados Unidos cruzaron el Rin en la mayor operación anfibia desde el Día D. “Se nos atribuye haber salvado alrededor de 30.000 hombres (en la operación del Rin), lo que yo pienso que es una exageración”, declaró el sargento Seltzer. “Pero si salvamos una sola vida, todo valió la pena”.

Gilbert Seltzer, 2010

Después de la guerra, el Sargento Seltzer, originario de Toronto, regresó a Nueva York, en donde había trabajado como arquitecto, y retomó su carrera. Otros veteranos destacados que sirvieron con el Sargento Seltzer en el ejército fantasma son Bill Blass, el diseñador de moda, el artista Ellsworth Kelly y el fotógrafo Art Kane.

Al recordar su tiempo con el ejército fantasma, el sargento Seltzer declaró: “Fue una época de mi vida de la que me siento orgulloso… me alegra haberlo vivido, pero no lo volvería a hacer por nada en el mundo”.

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