Incluso Dios "falló" cuando creó el mundo y lo volvió a intentar

06/02/2024

3 min de lectura

La clave para alcanzar la grandeza está en cómo percibes el fracaso.

Al describir el meticuloso proceso de ensayo y error que eventualmente llevó a la creación del foco incandescente, el prolífico inventor Thomas Edison dijo: “No he fallado. Simplemente encontré 10.000 formas que no funcionan”.

El empresario británico James Dyson reportó que construyó 5.127 prototipos de su aspiradora ciclónica antes de llegar a la que fue un éxito comercial.

John Maxwell, autor de 24 libros sobre maximizar el potencial, afirma en su libro El lado positivo del fracaso que “la diferencia entre las personas promedio y las personas exitosas es su percepción y su respuesta al fracaso”. No faltan historias sobre personas sumamente exitosas que superaron fracasos previos.

Abraham Lincoln perdió ocho elecciones, falló en los negocios varias veces y sufrió un colapso nervioso. Los Beatles fueron rechazados para un contrato de grabación porque les dijeron que su sonido no era atractivo. Michael Jordan lloró cuando lo sacaron del equipo de básquetbol de la escuela. Estos individuos usaron sus fracasos para llegar al éxito. No se paralizaron ni fueron autocomplacientes, sino que se reorganizaron y siguieron adelante.

No sólo las personas grandiosas tienen la tenacidad y la resolución para superar el fracaso. Cada uno puede ver el lado positivo del fracaso.

El Midrash dice algo fascinante sobre la descripción de la Torá del primer día de la creación:

Rabí Abahu dijo: “…Dios creó y destruyó mundos hasta que creó este y declaró: ‘Este me agrada; esos no me gustaban’”. Rabí Pinjas dijo: “Esta es la razón de Rabí Abahu: ‘Y Dios vio todo lo que había creado y he aquí que era muy bueno’ (Genesis 1:31). Este me agrada, pero esos no me gustaban".

¿Debemos tomar esto literalmente? ¿Acaso Rabí Abahu afirma como un hecho histórico la existencia de mundos anteriores que fueron destruidos? Y si no ocurrió, ¿cómo debemos entender la metáfora de que Dios creó y destruyó mundos? Dios es infinito, omnipotente, perfecto. Entonces, ¿qué significa que Dios creó y destruyó hasta que le resultó “correcto” o hasta que se sintió satisfecho? ¿Es que Dios no podía visualizar y crear un mundo correcto desde el principio?

Si Dios puede "fallar" y comenzar de nuevo, entonces también nosotros podemos hacerlo.

Rav Soloveitchik explica que por supuesto que Dios es perfecto y podría haber creado el mundo correcto desde el principio. Pero Él escogió no hacerlo para dar un ejemplo, un modelo y un precedente para nosotros. Si Dios puede “necesitar” empezar de nuevo, si Él puede "fallar" y comenzar de nuevo, entonces también nosotros podemos hacerlo.

De hecho, el Talmud (Pesajim 54b) nos cuenta que siete cosas fueron creadas antes de crear el mundo, y una de ellas es la teshuvá, el arrepentimiento. Antes de que existiera el hombre con la capacidad de cometer errores, ya se había preparado el proceso de reparar, redefinir y retornar. Si anticipamos completa perfección en nuestras vidas, nuestras expectativas inevitable e invariablemente se verán destrozadas. El perfeccionismo es contraproducente y, en última instancia, dañino.

Si bien no debemos esforzamos para llegar al fracaso, cuando fracasamos, lo aceptamos y aprendemos de él. Winston Churchill lo dijo sucintamente: “El éxito es pasar de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.

En su libro Mindset: La actitud del éxito, Carol Dweck contrasta la mentalidad de crecimiento con la mentalidad fija. “En la mentalidad fija, todo gira alrededor del resultado. Si fallas —o si no eres el mejor— todo está perdido. La mentalidad de crecimiento les permite a las personas evaluar lo que están haciendo sin importar el resultado”. Ella nos recuerda que “convertirse es mejor que ser”.

Rav Soloveitchik compartió este pensamiento en 1957 al reflexionar sobre el mundo después del Holocausto. Como ocurrió con Dios en la creación, muchos mundos habían sido destruidos, pero Rav Soloveitchik nos alentó a imitar y emular a Dios, reagruparnos y crear nuevamente.

Hay personas que vieron aspectos de su realidad destruirse en diferentes momentos de sus vidas. Para algunos, desapareció la seguridad económica, sus ahorros e inversiones. Para otros, pareció perderse el tiempo, la energía y el esfuerzo invertido en las relaciones. No podemos ni debemos desesperarnos o desalentarnos. No podemos mirar al “mundo destruido” y verlo como el último paso del proceso en vez de considerarlo el siguiente paso para crear otro mundo. Debemos seguir las huellas Divinas y seguir adelante.

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