No te vuelvas loca, escoge ver lo bueno en tu hijo

Cuando nos vemos enfrentados a una situación con nuestros hijos (o cualquier persona en realidad), somos rápidos para calificarla como “positiva” o “negativa”. Usualmente hacemos esto de manera inconsciente, así que ni siquiera nos damos cuenta de que está ocurriendo.

Para poder cambiar las cosas, primero tenemos que darnos cuenta de lo que está ocurriendo. Por ejemplo, cuando un niño mira hacia el suelo mientras una figura de autoridad lo está regañando, la reacción típica del adulto es enojarse aún más y reprender al niño mucho más. “¡Tienes que mirar a un adulto cuando te está hablando!” Reacciona el adulto, pensando que el niño es grosero e irrespetuoso y necesita darle una lección.

Ahora volteemos la situación, para que podamos crear un lazo entre nosotros y nuestros hijos para que ellos quieran ser respetuosos, en vez de que nosotros los tengamos que obligar a serlo.

Para ilustrar, aquí hay un ejemplo de un desafío real de vida que yo experimenté:

Para celebrar el cumpleaños número 17 de mi hija, sus amigas decidieron organizarle una sorpresa. Ellas llegaron a la casa con sombreros de cumpleaños, caras pintadas, cornetas de fiesta, comida y muchos carteles escritos a mano con todas sus bromas internas. Ellas hicieron MUCHO ruido. Eran las 10:30 de la noche y yo había estado afuera por gran parte de la noche en una orientación para maestras. Así es que la casa estaba (más que) desordenada. Ya estaba atrasada acostando a los pequeños. Mis nervios estaban tensos. Era imposible siquiera intentar acostar a alguien con las ruidosas y chillonas adolescentes haciendo retumbar las paredes de la casa hasta la medianoche.

¿Cómo ves esta situación? Muchas personas la hubieran etiquetado como mala. Que grosero que las amigas lleguen a esa hora y sean tan desconsideradas con la familia.

Pero yo tuve esto en mente: ninguna situación es en realidad mala o buena. Es simplemente de la forma en que la vemos. ¡Nuestra percepción es el factor decisivo!

Estuve muy agradecida de que mi hija tenga amigas que la adoran tanto, que se esforzaron tanto para que su cumpleaños fuera significativo. Me di cuenta que dado los horarios que ellas tienen y necesitando tiempo para preparar todo, no podían hacerlo más temprano. Y también sabía que los recuerdos de un momento tan divertido juntas durarían años. En dos días más, el inconveniente de una noche ruidosa no le haría diferencia a nadie.

Con este cambio de mentalidad, me mantuve en calma y no herí los sentimientos de mi hija adolescente o nuestra relación. No hubo palabras feas, no hubo tensión, ni distanciamiento.

Entonces, con el niño que está mirando al suelo, ¿Es cierto que un niño debe mirar a un adulto que le está hablando cuando están en medio de ser regañados? Eso es lo que es considerado apropiado socialmente, pero ¿les está ayudando a ser personas seguras de sí mismas? Ellos ya están en una situación incómoda ¡y mirar al suelo es su mecanismo para lidiar con la situación en vez de escaparse!

Aunque no apoyo la idea de darle sermones a nadie sobre lo que hicieron mal, si ya estás haciendo eso, hazlo con sensibilidad. Hazle saber al niño de que ves cuán fuerte es por haber escuchado algo que probablemente no quería escuchar. Por la madurez que se necesita para hacer eso.

La próxima vez que te encuentres con algo que te haga enojar, respira profundo y pregúntate, “¿Por qué parte de esto puedo estar agradecida? Incluso si no es lo que quería, ¿Hay algo que pueda apreciar en esta situación y enfocarme en eso?”.

Veamos a nuestros seres queridos en una luz positiva, incluso cuando no estén actuando perfectamente de la forma que queremos, y entonces podremos pedirle a Dios con confianza: “Incluso aunque no siempre actúo perfectamente de la forma que Tú quieres, por favor júzgame para bien”.