¿Acaso las armas nucleares fueron el legado de Oppenheimer al mundo?

17/08/2023

4 min de lectura

La humanidad no debe temer crear ni desarrollar nada. Ni siquiera las bombas atómicas.

"Ahora me he convertido en la muerte, un destructor de mundos", dijo Robert Oppenheimer al ver la primera explosión nuclear. Pero, en realidad, su invento salvó muchas más vidas de las que destruyó.

Lo confieso, es muy posible que yo no existiera de no ser por la bomba atómica. La unidad del ejército británico en la que servía mi padre, la división 51 Highlanders, se estaba preparando para invadir Japón cuando llegaron las noticias de las bombas atómicas y la consecuente rendición japonesa. Dada la fanática resistencia japonesa por cada centímetro de las insignificantes islas del Pacífico, la ahora innecesaria batalla por la patria japonesa hubiera podido ser la más feroz de toda la guerra. El presidente Truman había predicho hasta un millón de bajas aliadas, lo que extrapolando las cifras previas podía implicar hasta 250.000 muertes. Los japoneses hubieran perdido todavía más vidas.

Mi padre fácilmente hubiera podido ser una de esas víctimas si la guerra no hubiera terminado con las bombas atómicas. Por lo tanto, al escribir sobre este tema evidentemente tengo un sesgo existencial…

Robert Oppenheimer estaba obsesionado preguntándose si fue correcto crear un arma con poderes tan destructivos.

Suponiendo que Christopher Nolan, quien basó el guion de su película "Oppenheimer" en la biografía de Kai Bird, está en lo correcto, Robert Oppenheimer estaba obsesionado preguntándose si fue correcto crear un arma con poderes tan destructivos. En una escena particularmente conmovedora, Truman (quien no es presentado de forma muy halagadora) le dice a Oppenheimer en términos muy claros que, como presidente de los Estados Unidos, él y sólo él es responsable de la destrucción provocada en Hiroshima y Nagasaki. Si bien Oppenheimer había creado el potencial, Truman fue quien decidió utilizarlo.

Creo que este argumento es meritorio, e incluso yo lo llevaría aún más lejos.

Creo firmemente en la grandeza de la humanidad. Los seres humanos simplemente son sorprendentes. Mi parte favorita de la historia es la revolución industrial, porque allí hubo una abundancia de ingenio humano, emprendimiento, creatividad y esfuerzo unificado. Considero que no hay un problema que, eventualmente, no podamos resolver, ni un desafío que no podamos superar.

Por ejemplo, recuerdo cuando en la década de 1980 el Mar de la Galilea estaba cada vez más por debajo de la línea roja como principal fuente de agua de Israel. El futuro parecía sombrío. Ahora, 40 años después, Israel produce el 70% de su agua doméstica a través de la desalinización de agua del Mediterráneo. El objetivo es llegar al 100% para el año 2030. La desalinización requiere una cantidad significativa de energía, pero a medida que los científicos mejoran la captación de la energía solar y la capacidad de las baterías para almacenarla durante la noche, y con la carrera por el Santo Grial de la fusión nuclear muy avanzada, confío en que Israel tendrá agua casi gratis y en cantidad ilimitada en las próximas dos décadas. Y eventualmente esto será una realidad para todos los países.

No debemos temer crear ni desarrollar nada en nuestro mundo. Ni siquiera las bombas atómicas. Porque, como dijo Truman, no se trata del invento mismo, sino de cómo es usado. Y si bien es cierto que las bombas atómicas mataron a más de 100.000 personas en Hiroshima y Nagasaki, si se trata sólo de números (y no es así), la bomba atómica en definitiva fue una fuerza que salvó la vida en nuestro planeta. Es cierto que de acuerdo con la ley judía, no podemos quitar activamente una vida para salvar muchas pasivamente (como se aprende del clásico dilema ético del tranvía), pero esto no se aplica en la guerra. Así fue que Truman lanzó dos bombas, matando de forma inmediata a 105.000 personas. Pero al hacerlo salvó la vida de un millón de soldados aliados y japoneses. Y también mostró un arma que, sin duda, ha evitado una tercera guerra mundial entre las superpotencias modernas.

Como socios de Dios en la creación, el mundo es nuestro para desarrollarlo y construirlo.

La inteligencia artificial es otro ejemplo de una increíble fuerza para bien, con un concomitante potencial para ser mal usada. Espero con ansias el día en que la Inteligencia Artificial pueda escribir un artículo mejor que yo. Eso no me volverá obsoleto, sino que me desafiará a encontrar nuevos y más elevados niveles para contribuir. Y, probablemente, me brindará más tiempo para hacer algunas de las cosas que la Inteligencia Artificial nunca podrá hacer. La Inteligencia Artificial nunca podrá reemplazarme como padre, como esposo , como amigo ni para ir a consolar a alguien que perdió a un ser querido. La condena ludita nunca se produjo y nunca ocurrirá.

Es cierto, puede que yo me asemeje al hombre que cae del Empire State y al pasar por el piso 20, cuando le preguntan cómo está, dice: "¡hasta ahora todo bien!". Pero el futuro nunca nos pertenece como para poder predecirlo. Sólo podemos juzgar por lo que vemos ante nuestros ojos. Y hasta ahora, las armas nucleares han sido una fuerza positiva.

Somos socios de Dios en este bello mundo. Es nuestro, para desarrollarlo y construirlo. Y si comparamos el mundo actual con el de mil años atrás, los seres humanos hemos hecho un trabajo sorprendente. Es cierto, no somos en absoluto perfectos. Nos queda un largo camino por delante. En particular en las esferas morales y éticas, pero hemos recorrido un largo camino desde el infanticidio pagano, los sacrificios humanos y los combates de gladiadores. Tenemos mucho de lo que enorgullecernos y tengo mucha fe en los seres humanos, creados a imagen de Dios, para que finalmente podamos triunfar en todos los niveles. Requerirá muchísimo trabajo y todavía queda mucho por hacer, pero con ayuda de Dios, llegaremos allí.

Una vez le pregunté a mi maestro, Rav Nóaj Weinberg, de bendita memoria, por qué la idea del Mesías es uno de los Trece Principios básicos de la fe judía. No parece ser tan fundamental como creer en Dios, o en el castigo y la recompensa.

Él me dijo que es algo que transmite la creencia y el optimismo respecto a que nuestro mundo eventualmente llegará a su destino, que la humanidad llegará allí, que la visión de Dios de un mundo bueno y pacífico un día será realidad. Y este optimismo es fundamental para la creencia judía.

Yo creo, especialmente en épocas pesimistas como la nuestra, que esta perspectiva optimista es esencial para impulsarnos a seguir trabajando para lograr la visión de un mundo de paz y claridad moral. Las guerras y las armas nucleares se convertirán en cosas del pasado y viviremos nuestras vidas en una búsqueda compartida de santidad y felicidad. Que sea muy pronto, en nuestros días.

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