Descubriendo mis misteriosas raíces judías en Zimbabwe

11/05/2023

11 min de lectura

El increíble y complejo camino de una mujer hacia el judaísmo, a lo largo de casi un siglo.

Lituania, principios del siglo XX. Ante los letales pogromos que sufrían, un pequeño grupo de judíos lituanos viajó a África en busca de oportunidades comerciales. Ellos se asentaron en la colonia británica de Rodesia (actualmente Zimbabwe), conocida como la “Joya de áfrica” por su oro, diamantes y espectacular vida salvaje.

Uno de esos judíos era Maurice Jacobson, de 25 años de edad, quien abrió una tienda de insumos en el pueblo predominantemente negro de Gwelo (ahora Gweru). El negocio de Maurice creció y su chofer personal le recomendó a su cuñada, Elie Zhetkete, para un trabajo en la tienda. Elie, una mujer de color, fue contratada. Hubo un romance entre Maurice y Elie, y ella quedó embarazada.

En la Rodesia colonial, el amor entre personas de distinto color era estrictamente tabú. Si se llegaba a difundir la paternidad, el escándalo arruinaría reputaciones y sustentos. El asunto se convirtió en un privado secreto familiar.

Elie dio a luz a un niño, Orr. Aunque Orr era negro, sus “características blancas” (ojos azules y cabello ondulado) despertaron sospechas de mezcla de razas. Elie fue rechazada por su comunidad, luego arrestada y encarcelada brevemente.

Elie crió sola a Orr, mientras Maurice discretamente le proveía apoyo económico y emocional. Elie se casó con un hombre de color y formaron la familia Mpavaenda. Elie decidió proteger a Orr para que no dudara de su identidad. Cuando le crecía el cabello, Elie se lo cortaba. De todos modos, las características físicas de Orr despertaron rechazo social y burlas de miembros de la familia extensa. “¡Eres una deshonra y no perteneces aquí!”, le decían.

Mercado matutino en Gwelo, Rodesia, circa 1923

Aunque él tenía indicios de que su padre era blanco, no se podía hablar del tema y nunca le dijeron a Orr la verdad sobre su ascendencia extramatrimonial e interracial.

Elie se mantuvo en contacto con Maurice, quien la alentó a educar a Orr con una mezcla de tradiciones judías. Ella cuidaba kashrut, prohibía que entrara cerdo a la casa y se aseguraba que sacrificaran los pollos cortándoles el cuello y que dejaran drenar la sangre. Como devota cristiana, Elie siempre tenía cerca una Biblia.

Dos de las tías abuelas de Débora, quienes le revelaron el secreto de su ascendencia judía.

Mientras tanto, Maurice Jacobson se casó con Tily (Matilda) Shiff, miembro de la Orden del Imperio Británico. La existencia de Orr seguía siendo un secreto cuidadosamente oculto, porque los antecedentes aristocráticos de Tilly prohibían un escándalo de esa clase. Maurice y Tilly adoptaron dos hijos, a quienes educaron en Gwelo. Ambos llegaron a destacarse en sus respectivas áreas, como abogado y médico.

Maurice tuvo gran éxito como comerciante y líder comunitario. Durante dos períodos fue alcalde de Gwelo. Al fallecer, Maurice fue enterrado en Gwelo, y su “secreto”, aparentemente fue olvidado hace tiempo.

Maurice Jacobson y familia en Gwelo, Rodesia (Zimbabwe) (circa 1940)

El secreto escondido

Orr creció y se convirtió en un respetado juez. Decidido a brindar a sus propios hijos una clara identidad étnica, se casó con Jane, una ciudadana británica de Portugal, cuyo perfil concordaba con la demografía de Zimbabwe: 99% negra y 85% cristiana.

Orr y Jane tenían una familia muy unida, dos hijos y una hija llamada Bárbara Ivy Elie (quien ahora es conocida como Débora) y vivían en un suburbio de la capital de Zimbabwe, Harare (antes Salisbury).

De pequeña, Débora sentía que su linaje era diferente.

De pequeña, Débora sentía que su linaje era diferente. Los maestros comentaban sobre el color de sus ojos y otros niños la molestaban. Sin embargo, siempre parecía que tenía una protección especial, como ocurrió en una ocasión cuando unos niños se acercaron para golpearla y de repente apareció un enjambre de abejas que ahuyentó a los abusadores.

En casa, Orr mantenía algunas tradiciones judías, incluyendo los pollos kasher, y no comían cerdo. Aunque la joven Débora no tenía ninguna conexión con ser “blanca y judía”, una vez soñó que tenía puesto un brazalete en el que estaban grabadas las palabras: “Una verdadera judía, sin engaño”. En el sueño, cuando otros niños le preguntaban sobre el origen del brazalete, Débora les respondía: “Nací con él”.

Débora tenía una relación cercana con su abuela Elie, quien seguía respetando su promesa de no decir ni una palabra sobre la conexión judía de la familia. Sin embargo, con sus acciones, Elie comunicó un mensaje que se repetiría por generaciones. A diferencia de otras mujeres de la ciudad, Elie se vestía con recato, con faldas largas y cuellos altos. Cuando Débora la visitaba de niña y jugaba a disfrazarse con la ropa modesta, Elie se sentía fascinada de ver que su nieta se sintiera atraída en esa dirección.

Calle principal en Gwelo, Rodesia, circa 1923

La siguiente generación

Débora se casó cuando tenía 18 años y Elie (que en ese momento tenía 106 años) la invitó a visitarla junto con su esposo. En la reunión, la firmeza de Elie finalmente se quebró y le dijo a Débora: “Ahora puedo compartir secretos”. Aunque fue cuidadosa de no pronunciar la palabra “judía”, Elie le dijo misteriosamente: “Cuando yo muera, debes ir con mi pueblo. Ellos te dirán qué hacer”.

Débora estaba muy ocupada, criando una hija y tres hijos. La vida en Zimbabwe era difícil. Treinta años de corrupción y tiranía habían destruido al país. La expectativa de vida se había reducido a la mitad y millones de personas murieron por una pandemia de VIH. La hiperinflación era tan extrema que Zimbabwe emitió un billete de 100 billones de dólares.

Los cuatro hijos de Débora

Todo el tiempo, las palabras de Elie resonaban en los oídos de Débora: “Ve con mi pueblo”. Débora quería que sus hijos conocieran su linaje y comenzó a buscar más información sobre el mensaje de despedida de su abuela. Fue a visitar a su tía Minor, de 96 años, y le preguntó: “¿A qué se refería mi abuela cuando dijo: 'Ve con mi pueblo'?”.

Durante casi un siglo, Minor guardó el secreto. Ahora, al ser confrontada por Débora, declaró: “Tu abuelo era un comerciante en la ciudad de Gwelo. Su nombre era Maurice Jacobson y era judío”.

Minor comenzó a llorar. “En vez de que te lo dijera yo, ¿por qué no te lo dijo mi hermana?", exclamó enojada.

La noticia sacudió el mundo de Débora. Ella viajó a Gwelo buscando información. Sin embargo, en ese pequeño pueblo ya no hay una comunidad judía y las pistas se acabaron. Durante la década siguiente, Débora hizo varias indagaciones pero nunca logró acercarse a la verdad.

Frustrada, Débora volvió a visitar a su tía abuela para presionarla por más información.

Débora en la boda de su hijo en Israel, 2022. Atrás, el ex esposo de Débora

“Vé a un lugar en Gwelo llamado Jackson Farms. Allí encontrarás a una mujer llamada Margaret Majuta (Margaret la judía). Ella te contará todo”, le dijo su tía.

Débora viajó a Gwelo y encontró la parada de autobús hacia Jackson Farms. El conductor le dijo: “Este autobús tendría que haber salido hace cinco horas, pero por alguna razón se retrasó. Señora, usted debe estar rezándole al Dios verdadero, porque ahora estamos listos para partir”.

Débora llegó a Jackson Farms a la medianoche, sin saber exactamente a quién tenía que encontrar allí. Esa región de Zimbabwe había sufrido años de conflicto de guerrillas y las personas eran hostiles con los extraños. Débora se encontró con un grupo de hombres que la miraban de forma sospechosa. Llorando, pero con convicción, ella les dijo: “Caballeros, no es fácil para una mujer estar sola en un lugar desconocido a la medianoche. Por favor, ayúdenme a encontrar a mi pueblo”.

Los nietos de Débora, hijos de Mayan

Los hombres dijeron que no conocían a Margaret Majuta y Débora partió con las manos vacías y más frustrada que nunca.

Decidida a descubrir su linaje, Débora regresó a Jackson Farms y tomó una estrategia más agresiva. Mencionó a los locales el nombre de su abuela, Elie Mpavaenda. Algunos hombres se retiraron a hacer una llamada telefónica, luego regresaron y le dijeron a Débora: “Margaret te verá. Ella conoce a tu padre y conoce a las personas que te mandaron”.

Cuando se encontraron, Margaret le reveló que ella era la sobrina de Elie, por lo tanto prima segunda de Débora. Margaret confirmó la historia de Maurice Jacobson y la joven mujer de color que contrató en su tienda. “Tu abuelo era judío”, le confirmó.

Débora en el Muro de los Lamentos

Pasos en el camino

Con esta información, Débora se vio inspirada a buscar su camino espiritual. Comenzó a asistir a la sinagoga en Zimbabwe, en donde un congregante le dijo: "Veo que no estás saturada con los rituales africanos, sino conectada a Dios”. Débora anunció su deseo de aprender hebreo, pero fue rechazada. “Sólo le enseñamos a niños judíos”, le dijo el rabino.

Débora se inscribió en una escuela bíblica, en donde entre los maestros había una mujer israelí. “El pueblo judío es conocido como los hijos de Iaakov”, explicó la maestra. Débora sintió que su abuelo la estaba guiando y comenzó a referirse a sí misma como “Jacob-son” (el hijo de Jacob). Débora también descubrió que, increíblemente, el nombre de su padre “Orr”, en hebreo significaba “luz”.

Un día, cuando la mujer israelí estaba enseñando sobre Dios, Débora tuvo una epifanía espiritual y decidió que su destino era comer, rezar y vivir como judía.

Usando la Biblia cristiana, Débora comenzó a aprender sola. Leyó en el Shemá: "Enséñales a tus hijos, al salir y al entrar" y les enseñó a sus hijos a decir el Shemá cada día antes de ir a la escuela. “Dios es uno”, les dijo. “Eso es lo que creemos”.

En un primer momento, el esposo de Débora apoyó y alentó su interés por el judaísmo y estudiaban juntos Torá. Pero él se resistió cuando el presupuesto incluía comida kasher especial y un nuevo vestuario recatado. Para mantener la paz, Débora secretamente usaba su propio dinero para cubrir los gastos extras. Eventualmente se divorciaron.

Gabriel, el hijo de Débora en Israel

En el 2009, Débora y su hija Mayan viajaron a Israel. Mayan quedó cautivada con las personas y la Tierra de Israel. Ella se convirtió al judaísmo y se comprometió con Oren, un israelí. Luego de una boda judía tradicional en Jerusalem, la pareja viajó a Zimbabwe para una celebración al estilo africano.

La pareja se instaló en un kibutz y cuando Mayan dio a luz a su hija, Débora se sorprendió de que se viera completamente blanca.

Esto revivió el deseo de Débora de reconectarse con su perdida tradición familiar y resolvió seguir el camino judío. Sin embargo, en Zimbabwe, sin un rabino y con una comunidad de 120 judíos, en su mayoría ancianos, le costaba mucho avanzar en su camino al judaísmo.

Johannesburgo

Pasaron los años y Débora se sintió más establecida, lista para comprometerse a una vida como judía. Pero al no tener ninguna opción adecuada de conversión en Zimbabwe, Rav Moshé Silberhaft, el rabino de la comunidad africana, le aconsejó ir a convertirse a Sudáfrica.

En el 2017, después de mucha introspección, Débora dejó su cómoda vida en Harare y se mudó a la xenófoba Sudáfrica. Fue muy difícil. El inglés no era su lengua materna y Débora daba esos pasos sola, sin familia, amigos y ni siquiera conocidos en Sudáfrica.

Débora, Mayan y el libro que abrió una ventana a su herencia judía.

Con coraje y dignidad, Débora llegó a Johannesburgo con una maleta, un poco de dinero y mucho valor y determinación para sacar el mejor provecho de cualquier obstáculo que encontrara. Alquiló una habitación en el corazón infestado de crimen de Johannesburgo. A diferencia de lo que habían publicado, la habitación era pequeña y sucia, con un baño y cocina comunitarios. Sin embargo, cumplía con su máxima prioridad: había una distancia caminable para llegar a una sinagoga ortodoxa. A diferencia de otros Zimbabwenses, Débora no era una emigrante económica. Ella estaba allí con el propósito de convertirse en judía.

Ese viernes por la noche, Débora caminó a la sinagoga Ninth Street Orange Grove, en donde se destacó por ser la única mujer en una congregación totalmente masculina, blanca y ashkenazí. En la sinagoga, Débora conoció a Craig Snoyman, un abogado de Johannesburgo, que la invitó a la cena de Shabat. Entre jalá y gefilte fish, Craig mencionó a su amigo Brian Brom, que vivía en Johannesburgo y regularmente hacía negocios en Zimbabwe.

Esta conexión terminaría transformando la vida de Débora para siempre.

De regreso a Gwelo

Una mañana de Shabat, le presentaron a Débora a Brian y comenzaron a conversar en shona, el idioma nativo de Zimbabwe. La conversación rápidamente se enfocó en el camino judío de Débora. “Mi abuelo era un judío que vivía en Gwelo”, le dijo ella.

Probablemente conozco a todos los judíos que vivieron en Gwelo durante el siglo XX. ¿Cuál era el nombre de tu abuelo?”

Brian no lo pudo creer. “¡Mi familia es de Gwelo! Mi padre llegó allí en 1936 desde Lituania, cuando en la ciudad había sólo unas pocas docenas de familias judías. Mi padre fue un líder judío comunitario en Gwelo durante más de 40 años. ¡Yo nací y crecí ahí!”.

Débora inspiró profundo, un torrente de emociones se acumulaba en su interior.

Brian continuó diciendo: “Probablemente conozco a todos los judíos que vivieron en Gwelo durante el siglo XX. ¿Cuál era el nombre de tu abuelo?”.

Brian y Audrey Brom

Abrumada por lo que podía llegar a ocurrir, Débora murmuró: “Maurice Jacobson”.

Brian aplaudió emocionado. “¡Sé todo sobre Maurice Jacobson! Él era un respetado hombre de negocios, copropietario de un almacén, Shiff & Jacobson. Fue alcalde de Gwelo y también líder nacional de la comunidad judía”.

Ante estas palabras, Débora comenzó a llorar de forma descontrolada.

Brian siguió describiendo la ciudad, la calle y la tienda de su abuelo.

Después de años de llegar a callejones sin salida, en una diminuta sinagoga en Sudáfrica, Débora finalmente descubrió a su abuelo perdido. ¿Cuáles eran las probabilidades de que ella conociera a un judío del mismo pequeño pueblo en Zimbabwe?

Al día siguiente, Débora visitó la casa de Brian y él le mostró un libro titulado: Majuta – A History of the Jewish Comunnity in Zaimbabwe (Majuta – la historia de la comunidad judía en Zimbabwe). Abrió el libro y le mostró un artículo sobre Maurice Jacobson, con fotografía incluida.

Débora con una amiga, el día de su conversión

Este encuentro dejó a Débora llorando y temblando. Su chispa judía, arrastrada a lo largo de un siglo, ahora estallaba en llamas. Poco después, viajó a Israel para realizar intensivos estudios judíos en el Majón Ora, en Jerusalem.

La búsqueda de Débora para conectarse con su abuelo cerró su ciclo en el 2019, cuando acompañó a Brian a visitar Gwelo. Allí, en el cementerio judío, Débora se paró junto a la tumba de Maurice Jacobson emocionada, llorando, recitando salmos y rezando. Su alegría estaba entremezclada con sentimientos de enojo por el hecho de que, durante tantos años, le negaran la verdad.

En el cementerio, Débora tenía un mensaje para Maurice Jacobson. “Gracias por ser mi abuelo. Gracias por darme vida. Y gracias por conectarme con el Dios verdadero”.

Débora partió con una sensación renovada de completitud y paz.

Generaciones futuras

Débora se conduce con majestuosa humildad y algunos admiradores de la comunidad judía de Johannesburgo la han tomado bajo sus alas. Su increíble camino concluyó en el 2021 con la conversión al judaísmo bajo el auspicio de la Unión de sinagogas ortodoxas de Sudáfrica. En una celebración restringida por el Covid, ella adoptó un nuevo apellido: “Jacobson”.

Del tronco de la judería de Zimbabwe, la familia de Débora germinó como una rama que contiene nuevos frutos: su hija Mayan sigue viviendo en Israel con su esposo y dos hermosos hijos. Su hijo Gabriel también se mudó a Israel y se convirtió al judaísmo. En febrero del 2022, toda la familia de Débora participó en su boda con una mujer de Nueva Jersey.

Gabriel bajo la jupá

Hoy en día, Débora pasa incontables horas estudiando textos rabínicos antiguos, incluyendo la página Daf Yomi del Talmud. Ella espera hacer aliá pronto, “para volver a casa en Jerusalem”.

“¿No es maravilloso cómo Dios revela las piezas y luego nos deja a nosotros juntarlas para completar el rompecabezas?”, se pregunta Débora.


Nuestro agradecimiento a Craig Snoyman y layoftheland.online

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