El 7 de octubre cambió mi relación con el judaísmo

31/03/2024

4 min de lectura

Pensé que vivía en un mundo donde no existía el antisemitismo. Entonces llegó el 7 de octubre.

Para Susy (40), ser judía siempre fue una opción. Creció en una familia de fe mixta y sus padres trataron de exponer a sus hijos a una variedad de festividades y tradiciones religiosas. Ellos nunca los "empujaron" hacia el judaísmo, sino que más bien permitieron que sus hijos se identificaran con las prácticas que les parecían más correctas. Susy dice que el judaísmo "simplemente me hablaba".

A medida que fue creciendo, Susy desarrolló una "fuerte creencia reformista" basada en los valores compartidos entre el judaísmo moderno y sus propias filosofías personales. El enfoque del movimiento reformista hacia cosas como la dieta, la vestimenta, las festividades y, en particular, el trato a las mujeres, resonaba con el estilo de vida que ella quería vivir.

Fue como volver al 11 de setiembre.

Después de casarse, Susy se unió a un templo reformista vibrante e inclusivo en el oeste de Nueva York, donde desarrolló una relación significativa con el rabino. Tener una conexión especial la motivó a involucrarse más con la vida judía. Durante este período más observante de su vida, ella asistía a la sinagoga todas las semanas y observó el Shabat regularmente durante unos 4 o 5 años. Eventualmente, eso terminó.

Cuando el rabino de Susy se jubiló en el 2014, fue reemplazado por otro con quien ella no estableció una conexión significativa, y su compromiso fue disminuyendo. Las visitas semanales a la sinagoga se redujeron a apariciones esporádicas para los días de las Altas Fiestas. Susy dejó de encender las velas de Shabat. Cuando cancelaron un viaje que tenían planeado a Israel porque había una escalada de tensiones en la región, ella no volvió a programarlo. Ir a Israel parecía "un objetivo inalcanzable" si lo comparaba con otras prioridades personales y profesionales. Durante ese tiempo siguió apoyando a Israel y conectada con los valores judíos, pero su observancia disminuyó considerablemente. Entonces ocurrió el 7 de octubre.

"Fue como volver al 11 de septiembre", dice respecto a ese día. Le llevó algunos días captar el alcance y la severidad del ataque, pero cuando lo hizo, se vio profundamente impactada. "Estaba en reuniones de trabajo y sólo podía pensar en los rehenes. No puedo expresar cuánta angustia sentí por las víctimas". Ahora está asistiendo a la sinagoga regularmente, enciende velas cada Shabat y sigue rezando todos los días por los rehenes.

Los ataques del 7 de octubre fueron para ella "devastadores" y "una masiva llamada de atención" sobre el estado del antisemitismo. "Vivo en esta próspera comunidad judía y realmente no sabía que existía el antisemitismo. Aquí y allí había pequeños focos, pero yo vivía en este mundo donde el antisemitismo no existía". Ahora ve la magnitud del problema: el doble estándar que muchos gobiernos y organizaciones aplican a Israel, el fracaso de las instituciones educativas y la disonancia cognitiva de muchos de los que apoyan a Palestina que acusan a Israel de cometer genocidio, especialmente a las generaciones más jóvenes.

Hablar con gente de menos de 40 años "es como hablar con la oscuridad", asegura. "Estos jóvenes no entienden los Acuerdos de Oslo, no entienden que a Arafat le ofrecieron una y otra vez y siempre se negó a aceptar. Ellos no entienden la historia de los palestinos en Kuwait, en el Líbano y en Jordania…". Entre sus muchas frustraciones, Susy se siente "indignada" por la miopía de muchos partidarios pro-palestinos que no ven a Hamás como una amenaza para Occidente… y para los Estados Unidos.

Ver la brutalidad de Hamás contra mujeres y niños fue estremecedor y espantoso, pero lo que más la sorprendió fue la reacción global al 7 de octubre.

Ver la brutalidad de Hamás contra mujeres y niños fue estremecedor y espantoso (ella no fue capaz de ver las filmaciones de los ataques), pero lo que más la sorprendió fue la reacción global al 7 de octubre. Las imágenes de la gente vitoreando la masacre de judíos "me quebró el corazón en mil pedazos". "Pensé que podría recomponerlo, pero desde entonces, cada día mi corazón ha estado quebrado. Decidí que no voy a volver a armarlo, voy a luchar".

A pesar de los muchos riesgos, se siente obligada a hablar sobre el creciente antisemitismo por un sentido de autopreservación. "Hace noventa años, cuando los nazis gradualmente fueron convirtiendo a los judíos en chivos expiatorios, nadie dijo nada, y mira a dónde nos llevó eso. Nunca más es ahora. Eso significa algo para mí".

Para Susy, luchar implica escribir cada semana cartas a los legisladores de los Estados Unidos instándolos a apoyar a Israel, llamar por teléfono a políticos y redactar e-mails. Ella considera que es importante denunciar a quienes "tambalean" con respecto a Israel o hacen declaraciones "ridículas", e igualmente importante es agradecer a los famosos y a los políticos que han apoyado públicamente a Israel a costa de su reputación. Susy opera de forma muy organizada: lleva una hoja de cálculo para hacer un seguimiento de todas sus actividades de divulgación y aplica un enfoque estratégico. "Sé que Joe Biden está sentado leyendo mis cartas, pero también sé que cada comunicación entra a un marcador. Cuanto más marcas haya aquí versus aquí, eso influirá en la política. Quiero ser un peso a favor de Israel".

Susy también lucha con su billetera. En la última estación de fiestas, compró regalos exclusivamente de compañías israelíes y reemplazó un donativo habitual al programa UNICEF de la ONU con un donativo a los Amigos Norteamericanos de Maguen David Adom. A partir de ahora, sus contribuciones de caridad serán sólo para organizaciones proisraelíes.

De una forma más sutil, el 7 de octubre también influyó sobre su comportamiento como madre de una niña de cinco años y en su comunidad local. Ahora ella hace un esfuerzo consciente por llevar a su hija a los programas infantiles de la sinagoga, incluyendo las plegarias semanales del Shabat, algo a lo cual su hija a prestado atención. "Hago las bendiciones con mi hija. El último Shabat me olvidé y ella preguntó: '¿Dónde está mi plegaria?'".

Susy se preocupa profundamente por apoyar a su comunidad local en medio del creciente antisemitismo y está trabajando para mejorar las relaciones entre la comunidad laica y la ortodoxa, a lo que ella caracteriza como "un poco incómoda". Ahora se esfuerza por hablar con sus vecinos ortodoxos e incluso planea algunas de sus caminatas en Shabat para poder vigilar su seguridad. "Quiero que sepan que siempre estaré aquí para ellos, y que estamos juntos en esto".

Por ahora, Susy sigue "luchando con uñas y dientes". Todavía no ha estado nunca en Israel, pero planea ir en cuanto sea factible. Los sucesos del 7 de octubre han cambiado para siempre su relación con el judaísmo.

"Para mí siempre fue importante, pero ahora es críticamente importante: por mí, por mi identidad y por mi hija".

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Darky
Darky
27 días hace

No entiendo como la humanidad se parcializa con el bandolerismo y todo lo que de él se deriva. El grupo Hamas es despiadado, cruel y sanguinario. Un grupo asesino. Se metió en Israel, secuestró ,mató, violó e hizo mil barbaries y ahora que Israel de manera justa se defiende y rescata a sus rehenes la humanidad protesta. Por favor esto lo comenzó hamas y pienso que cuanto ha ocurrido es por culpa de Hamas.

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