La travesía espiritual y musical de un judío de color

10/09/2023

6 min de lectura

Yosef Oryahh pertenece a una minoría dentro de una minoría de una minoría. Un judío negro que creció como ortodoxo. Los detalles de su historia personal son realmente únicos.

Yosef Oryahh fue adoptado cuando nació por una pareja judía ortodoxa que llevaba muchos años casada sin tener hijos. Siguiendo la ley judía, él fue convertido cuando era un bebé, con la condición de que eligiera ser judío cuando llegara a la edad de Bar Mitzvá. Los padres de Yosef mandaron a su único hijo a una escuela religiosa de Boca Ratón, Florida, donde estudió en hebreo y en inglés. Con sus largos peot y los tzitzit debajo de su camisa, Yosef se veía como todos los otros niños de su clase, salvo por el color de su piel. Él nunca experimentó prejuicios. Era uno de los niños de una comunidad que trabajaba fuertemente para poner énfasis en el alma por sobre el cuerpo.

Yosef, vistiendo su túnica multicolor, con su madre (a la derecha) y su abuela.

Cuando Yosef tenía 13 años, sus padres se divorciaron y su padre desapareció. Sara Jaia, la dedicada madre de Yosef, vendió sus joyas para pagar los estudios de su hijo en una escuela ortodoxa. Cuando Yosef tenía que entrar a la escuela secundaria, a Sara Jaia ya no le quedaba nada que vender. A regañadientes, lo envió a una escuela secundaria pública.

El primer día de Yosef en la escuela pública fue también el primer día que sufrió por prejuicios, no por ser negro (la mitad de la escuela lo era), sino por ser judío. Los otros niños nunca habían visto a una persona con kipá, peot y tzitzit. Se burlaron de él y le preguntaron si tenía cuernos debajo de su kipá.

Al principio, el shock cultural de Yosef fue total. Antes había estudiado en una escuela sólo de varones. Ahora estaba en una clase con niñas y varones, vestidos de una manera que nadie lo hacía en su comunidad, con extraños cortes de cabello y tatuajes. La presión social gradualmente influyó. En el momento en que se graduó de la escuela secundaria, ya no tenía kipá y sus peot le llegaban a los hombros.

Yosef comenzó a trabajar en la industria de la música. Su objetivo era convertirse en un importante artista. Estudió ingeniería de audio y comenzó a producir música para grandes celebridades. Vivía en un mundo repleto de drogas y mucho dinero. Como lo describió Yosef posteriormente: "Dios no aparecía en el radar". Su única conexión con el judaísmo era que seguía asistiendo a la sinagoga en la noche de Shabat, y continuaba viviendo con su madre.

Su mundo se derrumbó

El mundo de Yosef se derrumbó cuando él tenía 22 años. Su amada madre murió de forma repentina. En ese momento, Yosef no sabía cómo enfrentar la vida, pero sí sabía cómo enfrentar la muerte de acuerdo con la ley y las costumbres judías. Rasgó su camisa en señal de duelo, dijo kadish en la tumba de su madre y regresó a la casa que compartían para sentarse en shivá.

Sara Jaia era conocida en la comunidad como una mujer bondadosa y generosa. Aunque ella misma era pobre, organizaba colectas de ropa para los más pobres y distribuía discretamente los fondos que recaudaba para las personas necesitadas. Yosef era el único que estaba sentado en shivá por su madre, porque era el único pariente vivo de Sara Jaia, pero se vio rodeado de masas de personas de la comunidad que llegaban a consolarlo. Día y noche llegaban viejos compañeros de la escuela, vecinos, el rabino ortodoxo local, gente de la comunidad que no había visto desde que había dejado atrás la observancia religiosa. Sin embargo, ninguno de sus amigos de la escuela secundaria ni sus nuevos amigos de la escena musical se acercaron a consolarlo.

La familia Cohen, miembros de la comunidad que no tenían ninguna conexión personal con Yosef, dieron el extraordinario paso de invitarlo a vivir con ellos.

Yosef estaba ahora completamente solo en el mundo. La familia Cohen, miembros de la comunidad que no tenían ninguna conexión personal con Yosef, dieron el extraordinario paso de invitarlo a vivir con ellos. En el séptimo día de la shivá, tal como se acostumbra, Yosef fue a decir kadish en la tumba de su madre, acompañado por un minián de hombres. Después, no pudo soportar volver a la casa vacía, ahora desprovista de la única persona en la tierra que lo amaba. Los Cohen lo escoltaron a la casa, lo ayudaron a empacar sus cosas y se lo llevaron a vivir con ellos.

Yosef cuando era un niño pequeño.

"Ellos me compraron pantalones y camisas. Me enseñaron cómo cocinar. Pagaron mi seguro médico y el seguro del auto", recuerda Yosef.

No sólo una familia, sino toda la comunidad salió en ayuda del judío que había quedado huérfano. "El sistema de apoyo en el mundo judío es incomparable", declara Yosef. "Yo pude ver cuán grande era el sistema de apoyo para mí, incluyendo al rabino de la comunidad, Rav Efrem Goldberg, quien siempre está dispuesto a hablar conmigo. Muchísimos judíos de la comunidad se preocuparon por mí. Me llamaban demasiadas veces al día para ver cómo estaba. Eso no existe en ninguna otra parte".

Rav Efrem Goldberg y Yosef

Desde que entró a la escuela secundaria, Yosef se vio alejado de la observancia del judaísmo debido a la atracción del mundo secular y el glamour de la industria de la música. Ahora, observó profundamente a la comunidad observante de la Torá y a sus valores. "Quería entender por qué algunas de esas personas que apenas me conocían estaban dispuestas a hacer tanto por mí con absoluta generosidad". Decidió volver a buscar sus raíces judías. "Simplemente no podía aceptar todo eso y decir: 'Gracias, adiós'. Su preocupación realmente llegó a lo más profundo de mi alma".

Yosef comenzó nuevamente a estudiar los textos judíos. Tres veces por día iba a la sinagoga para decir kadish por su madre. Dios volvió a convertirse en una prioridad en su vida.

Canciones que surgen desde lo más profundo de su alma

En medio de su dolor, Yosef comenzó a componer canciones, un género diferente de canciones. Antes de la muerte de su madre, Yosef se dedicaba al hip-hop. Componía canciones sobre dinero y romances. Ahora, mirando hacia atrás, considera esas canciones "repletas de vacío". Sus nuevas canciones hablan de aceptar lo que nos ocurre en la vida. Él observa su propia vida y trata de crear un profundo nivel de conciencia en los demás.

"Puede que esta no sea la mejor situación en términos de mis emociones, pero Dios me puso aquí, así que esta es la mejor situación. Ahora las canciones que hago son más que una simple canción. Las canciones hablan de superar todo, transformar un desafío en un regalo. Algunas personas me escribieron que mis canciones han cambiado sus vidas".

Nissim Black, el famoso rapero ortodoxo, se hizo amigo de Yosef. Juntos estudiaron Torá e hicieron giras.

Yosef en la terraza de Aish HaTorá, en Jerusalem.

En octubre del 2022, por sugerencia de la familia Cohen, Yosef viajo a Aish HaTorá en Jerusalem para profundizar sus estudios judaicos. La comunidad de Boca Ratón se unió para ayudarlo económicamente y permitirle dar este importante paso en su travesía espiritual. Vivir frente al Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo, la fuente de toda la inspiración del mundo, abrió una nueva veta creativa en la música de Yosef. Durante los primeros seis meses en Aish HaTorá, Yosef compuso 30 canciones, en hebreo e inglés.

Esta semana, en preparación para la época de las Altas Fiestas (Rosh Hashaná y Iom Kipur), Yosef presentó su primer video musical "Yah, Shema". Se trata de una sincera y conmovedora súplica a Dios, en hebreo, para que nos escuche y nos responda.

"Hago esto por mi madre, por mí mismo y por el pueblo judío", declara Yosef. "Tengo algo que compartir con el mundo".

 

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