Los agricultores israelíes cerca de Gaza

24/12/2023

5 min de lectura

Los granjeros tuvieron la fortuna de que los terroristas no lograran penetrar a su asentamiento y todos sobrevivieron al ataque, pero perdieron más del 97% de su producción.

La granja Ieshuot Jalutzá, ubicada a unos 500 metros de la frontera con Egipto y a unos 9 kilómetros al sur de la Franja de Gaza, se vio gravemente afectada por el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre. La granja es la proveedora oficial de verduras para los almuerzos escolares en todo el sur de Israel, cultivando tomates, pepinos, pimientos, tomates cherry y otros vegetales en sus invernaderos que abarcan unas 16 hectáreas.

Si bien los granjeros fueron afortunados y los terroristas no lograron penetrar a su asentamiento, por lo que todos sobrevivieron al ataque, de todos modos perdieron más del 97% de su producción. Algunos invernaderos sufrieron impactos directos de los misiles, y otros se vieron dañados por las esquirlas. Además, los invernaderos no recibieron agua ni electricidad durante los primeros días de la guerra, y los granjeros no pudieron entrar a los invernaderos durante diez días por cuestiones de seguridad.

Fragmento de un misil.

"Los vegetales son extremadamente delicados", dice Eli Feinsilver, uno de los fundadores de la granja. "Un día o dos sin agua y se mueren".

Incluso cuando pudieron acceder a los invernaderos, los granjeros no contaban con suficiente personal. Los trabajadores extranjeros que empleaba la granja partieron del país debido a la guerra. Justo cuando es necesario efectuar muchos trabajos de reparación, hay muy pocas personas que puedan hacerlos.

Sin embargo, los granjeros de Ieshuot Jalutzá son optimistas. El Sr. Feinsilver dice: "¡En el instante en que concluya la guerra todo será reconstruido no como era, sino por lo menos dos o tres veces más grande, más lindo y más productivo".

¿Qué es lo que les da a estos agricultores la fuerza para reconstruir después de tanta destrucción? Su profunda fe y su experiencia del pasado. Ellos fundaron Ieshuot Jalutza cuando fueron expulsados de Gush Katif durante la retirada de Israel en el año 2005.

Trabajando la tierra

Antes de la retirada de Israel, los cuatro fundadores de la granja Ieshuot Jalutzá, Sharon Cohen, Yair Ziv, Rav Itzjak Sofer y Eli Feinsilver, vivían en Netzarim, un asentamiento agrícola que se encontraba en Gush Katif, en la Franja de Gaza. Era una bella comunidad, donde los adultos estudiaban Torá, trabajaban la tierra y se ayudaban mutuamente, y los niños disfrutaban del aire libre, de las plaza arenosas y el clima soleado.

Después de la dolorosa expulsión, el gobierno israelí les ofreció a los ex residentes de Netzarim una opción: podían mudarse a los asentamientos existentes e integrarse a ellos, o podían dar comienzo a nuevos asentamientos en medio del desierto.

El Sr. Feinsilver recuerda: "La expulsión se debió a que abandonamos nuestras raíces, nuestra conexión con la Tierra de Israel. Por eso nuestros Rabinos nos alentaron a ir al sur, a Jalutzá. Necesitábamos asumir la responsabilidad por el carácter del estado de Israel. No se trata simplemente de que vivamos aquí. Para nosotros es importante contribuir con la dirección en la que se dirige el estado".

Durante varias décadas antes del 2005, el estado de Israel desarrolló los pueblos y asentamientos existentes, pero no estableció ninguno nuevo. Cuando decidieron crear tres nuevos asentamientos en el sur y les ofrecieron a las familias de Gush Katif mudarse allí, ellas aprovecharon de inmediato la oportunidad.

La tierra que recibieron estas familias era completamente desierta. "Sólo había dunas de arena hasta donde llegaba la vista", recuerda el Sr. Feinsilver. Nadie había vivido allí, ni nadie en la historia conocida había tratado de cultivar la tierra. Sin embargo, las cuatro familias fundadoras de Ieshuot Jalutzá estuvieron fascinadas de mudarse y establecer allí una granja.

Los motivaba una visión. El Sr. Feinsilver explica: "Queríamos crear un modelo para el estado de Israel, donde la agricultura es económicamente viable, próspera y basada en nuestra conexión con la Torá y la fe. La percepción general es que si eres rico eres menos espiritual. La idea era mostrar cómo el estado de Israel podía ser grande, próspero y también espiritualmente rico. Todavía tenemos un largo camino por delante, pero estamos pavimentando el camino".

Llevó seis años hasta que pudieron comenzar a ver concretarse su visión. Al comienzo, las familias vivieron en casas temporarias en un asentamiento vecino, Yevul, mientras que el estado de Israel construyó la infraestructura necesaria: rutas, electricidad, agua corriente. Finalmente, comenzaron a construir sus casas, así como los invernaderos.

Cuando los fundadores de la granja contrataron empleados beduinos para ayudarlos a construir sus invernaderos, los trabajadores se rieron de ellos. "¡Esto es un desierto! ¡No va a crecer nada!", les dijeron. Les cobraron la mitad de lo que pedían generalmente, esperando que al año siguiente volvieran a contratarlos para desmantelar los invernaderos sin uso. Pero en cambio, al año siguiente volvieron a contratarlos para construir más invernaderos.

"Fue muy emocionante", recuerda el Sr. Feinsilver. "Estábamos haciendo algo nuevo y pavimentando el camino para quienes vinieran después".

¿Cómo sabían estoos granjeros que eventualmente tendrían éxito? Habían visto algo similar en Gush Katif. También allí era un desierto, pero los granjeros judíos comenzaron a trabajar la tierra y esta floreció. Los granjeros creen que la Tierra de Israel responde a los judíos y que el trabajo que ellos están haciendo en la tierra tiene un valor eterno. Aunque todo lo que habían construido en Gush Katif fue destruido, ellos creen que incluso ese trabajo tuvo significado.

"Como enseñó Einstein, la energía siempre se conserva", dice el Sr. Feinsilver. "Puede cambiar la forma en que se manifiesta, pero nunca se pierde. La misma energía que impulsó a Gush Katif ahora está acá. En verdad nada ha cambiado. Simplemente es mejor, más grande y más profundo".

Además de fe, la granja requiere mucho trabajo duro. En los primeros años, hubo mucho de ensayo y error. "Cada invernadero tiene su propia personalidad", explica el Sr. Feinsilver. "Cada uno necesita otra cantidad de agua, una clase diferente de compostaje. Aprendimos a los golpes. Nuestro agrónomo, Sharon Cohen, es como un psicólogo de las plantas. Él alienta a cada planta a dar lo mejor que puede producir".

Los granjeros experimentaron con diferentes clases de regadores, con diferentes proporciones de sol y sombra, y colocando colmenas en los invernaderos para facilitar la polinización. "Ser un granjero implica vivir atento. Cualquier pequeña mancha en una hoja, cualquier amenaza potencial puede llegar a ser crítica. Cualquier cosa que se aleje de las normas exige nuestra atención inmediata.

Los granjeros por naturaleza son humildes, porque ven que el resultado de todo su duro trabajo no depende de ellos. La plegaria es una parte natural de su día.

Y gracias a Dios, están teniendo éxito. Cada año, la cantidad de la producción se incrementa. Lo que solía ser un desierto interminable de arena ahora es un área verde y floreciente. Los beduinos ahora llevan a sus ovejas a pastar en el área.

El ataque del 7 de octubre implicó un retroceso para la granja. Los granjeros de Ieshuot Jalutzá están ocupados salvando lo que pueden y reparando sus invernaderos. Ellos nos invitan a todos a acercarnos y visitarlos.

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