El enojo: su uso y abuso

25/02/2024

5 min de lectura

Ki Tisá (Éxodo 30:11-34:35 )

Comparando dos de los eventos más famosos en la Torá, enfrentamos lo que parece ser una clara contradicción. En la parashá de esta semana, Moshé está en la cima de la montaña y Dios le dice que baje al pueblo. Han hecho un becerro de oro. Moshé desciende, sosteniendo en sus manos el objeto más sagrado de todos los tiempos, las dos Tablas grabadas e inscriptas por Dios mismo.

Al llegar al pie de la montaña, ve al pueblo bailando alrededor del becerro. Enojado, arroja al suelo las Tablas que se quiebran en pedazos (Éxodo 32:19). Esta fue una expresión pública de enojo. Sin embargo, Moshé no es criticado por este acto, llevado a cabo por su propia decisión.(1) Resh Lakish, al comentar sobre el versículo en el cual Dios le ordena a Moshé grabar nuevas tablas para reemplazar las que "tú rompiste" (Éxodo 34:1), dice que, en efecto, Dios dio Su aprobación al acto de Moshé.(2)

Los Sabios van todavía más lejos. Los versículos finales de la Torá declaran: "Y no se levantó nunca más un profeta en Israel como Moshé, que conoció a Dios cara a cara… y en toda la mano poderosa y en todo ese gran pavor que Moshé realizó ante los ojos de todo Israel" (Deuteronomio 34:10-12). Sobre la frase "mano poderosa", los Sabios dicen que esto se refiere al quiebre de las Tablas.(3) En otras palabras, esto se considera como uno de sus grandes actos de valentía y liderazgo.

Muchos años más tarde, Moshé enfrentó otra crisis. El pueblo había llegado a Kadesh. Allí no había agua. El pueblo se quejó. Una vez más, Moshé manifestó su enojo. Dios le dijo que le hablara a la roca, pero él la golpeó dos veces, y salió agua. Sin embargo, esta vez en vez de elogiarlo por lo que había hecho, Dios le dijo: "Porque no confiaron en Mí para santificarme a los ojos de los israelitas, por ello no llevarán a esta congregación a la Tierra que Yo les he entregado" (Números 20:12).

Las dificultades de este pasaje son conocidas. ¿Cuál fue el pecado de Moshé? ¿Acaso el castigo no fue desproporcionado? Sin embargo, ahora sólo quiero comparar estos dos eventos. En ambos casos, el pueblo estaba saliéndose de control. En ambos casos, Moshé expresó un gesto de enojo. ¿Por qué uno fue elogiado y el otro condenado? ¿Por qué una expresión de enojo fue adecuada en un caso pero no en el otro? ¿Acaso siempre está mal que un líder manifieste enojo, o a veces es necesario?

La respuesta la brinda Maimónides en su código de la ley, Mishné Torá. En sus Leyes del Carácter, Maimónides nos dice que en general, en la vida emocional debemos seguir el camino medio. Pero hay dos emociones sobre las cuales Maimónides dice que no se debe seguir el camino medio, sino que hay que esforzarse por eliminarlas por completo de nuestra vida emocional: el orgullo y el enojo. Sobre el enojo, dice:

El enojo es una tributo extremadamente malo, y uno debe distanciarse de él yendo hasta el otro extremo. Uno debe acostumbrarse a no enojarse, ni siquiera por algo en lo cual el enojo sería la respuesta apropiada… Los antiguos sabios dijeron: "Quien cede al enojo es como si hiciera idolatría". También dijeron: "Quien cede al enojo, si es sabio, la sabiduría lo abandona, y si es un profeta, la profecía lo abandona". Y "La vida de una persona irascible no es vida". Por lo tanto, nos han instruido que debemos mantenernos muy lejos del enojo, acostumbrándonos a mantener la calma incluso ante las provocaciones. Este es el camino correcto.(4)

 Sin embargo, Maimónides agrega algo importante:

Si alguien quiere inculcar reverencia en sus hijos y su familia, o en público si es el director de la comunidad, y su deseo es demostrarles su enojo para ayudarlos a regresar a lo correcto, debe mostrarse ante ellos como si estuviera enojado para reprenderlos, pero por dentro debe mantener la calma como si estuviera actuando el personaje de un hombre enojado, pero en realidad no está en absoluto enojado.(5)

De acuerdo con Maimónides, la emoción del enojo siempre es la respuesta incorrecta. Puede que no seamos capaces de evitar sentirlo, pero debemos tener consciencia de que mientras dura estamos en manos de una emoción que no podemos controlar. Eso es lo que hace tan peligroso al enojo. Usando la terminología de Daniel Kahneman, se trata de pensar rápido cuando deberíamos pensar lentamente.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Maimónides, aquí y en alguna otra parte, adopta una postura que ha sido reivindicada por los descubrimientos de los neurocientíficos sobre la plasticidad cerebral. Un entrenamiento intensivo durante un período prolongado establece nuevas conexiones en nuestros circuitos neuronales. Podemos desarrollar nuevos patrones de respuesta, inicialmente a través de un intenso autocontrol, pero eventualmente a través del hábito. Esto es particularmente difícil de hacer en el caso del enojo, por lo que tenemos que trabajar muy duro para eliminarlo de nuestro repertorio emocional.

Sin embargo, Maimónides nos dice que hay una diferencia fundamental entre sentir enojo y expresarlo. A veces es necesario que un padre, un maestro o un líder demuestren enojo, que se vean enojados a pesar de no estarlo. Esto tiene el efecto de sorprender e impactar. Cuando alguien con autoridad expresa enojo, la persona o el grupo hacia quien se dirige ese enojo se encuentra en peligro, y lo sabe. Es casi como administrar un shock eléctrico, y a menudo esto es efectivo para volver a encauzar a una persona o a un grupo. Sin embargo, es una estrategia muy peligrosa. Existe el peligro de provocar una respuesta de ira, empeorando la situación en vez de mejorarla.(6) Es un arma que debe usarse en pocas ocasiones, pero a veces es la única salida.

La pregunta clave es: ¿este es un momento en el que es necesario mostrarse enojado o no? Esto requiere un minucioso análisis. Cuando el pueblo bailaba alrededor de un ídolo, el enojo fue la respuesta correcta. Pero cuando no había agua y el pueblo lloraba de sed, fue una respuesta equivocada.(7) Su necesidad era real, incluso si no la expresaron de la forma adecuada.

Para resumir: nunca debemos sentir enojo, pero hay veces en las que debemos mostrarlo. Estas son raras ocasiones y muy alejadas, pero existen. Esto lo digo debido a una experiencia que tuve y que cambió mi vida.

En una época, yo fumaba en pipa. No era correcto y lo sabía. Hay una mitzvá de cuidar tu salud, y fumar te daña en múltiples aspectos. Sin embargo es una adicción, y puede resultar muy difícil curarse incluso cuando tienes plena consciencia de cuánto te daña a ti y a los demás. Durante años traté de dejar de fumar, pero una y otra vez fracasaba. Entonces alguien que respeto mucho se enojó conmigo. Fue un enojo frío, pero sentí como si me hubiera dado una bofetada.

Eso me curó. El shock fue tan grande que dejé de fumar y nunca volví a hacerlo. La experiencia de recibir el enojo de alguien cambió mi vida. De hecho, puede que me haya salvado la vida.

Fue un descubrimiento difícil. Como líder, a menudo recibes el enojo de la gente. Aprendes a vivir con eso y no dejas que te deprima ni te afecte. Pero cuando alguien que claramente se preocupa por ti se enoja contigo, no porque no está de acuerdo contigo, sino sólo porque ve que te estás haciendo daño, eso puede cambiar tu vida como pocas cosas pueden hacerlo.

Entonces también llegas al punto de la distinción de Maimónides. El enojo terapéutico, si podemos llamarlo así, no surge de la emoción sino de un juicio cuidadoso y deliberado respecto a que eso es lo que hace falta en ese momento en esa situación. La persona que provoca el shock no siente tanto el enojo sino que lo manifiesta. Eso es lo que hace que sea mucho más impresionante.

Hay familias y culturas en las que el enojo se usa demasiado a menudo. Esto es abusivo y dañino. El enojo es malo para la persona que lo siente y a menudo también para aquél que lo recibe. Pero a veces hay situaciones que lo exigen, cuando dejar pasar el mal comportamiento del otro es dañino, y excusarlo se transforma en una forma de codependencia. Los amigos y la familia, al intentar ser bondadosos y tolerantes, de hecho facilitan que la persona siga adicta a los malos hábitos, poniendo en riesgo su propia felicidad y la de los demás.

Maimónides nos enseña que debemos tratar de conquistar nuestros sentimientos de enojo. Pero cuando vemos a alguien o a un grupo actuar erróneamente, puede que sea necesario manifestar enojo incluso si no lo sentimos. La gente a veces necesita un sacudón que la ayude a cambiar su vida.


NOTAS

  1. Shabat 87ª
  2. Shabat, Ibid.
  3. Ierushalmi Taanit 4:5
  4. Hiljot Seot 2:3
  5. Ibid.
  6. Para un ejemplo de esto, ver Mishné Torá, Hiljot Mamrim 6:9
  7. Ver Rambam, Shemoná Prakim, capítulo 4
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