¿Filosofía o profecía?

23/07/2023

6 min de lectura

Vaetjanán (Deuteronomio 3:23-7:11 )

¿Cuál fue el primer mandamiento? Sobre esto, en el judaísmo hay dos desacuerdos fascinantes. Uno fue entre Moshé Maimónides (1135-1204) y el autor de "Halajot Guedolot", escrito en el período de los Gueonim, probablemente por Rav Shimon Kayyara (siglo VIII), que por primera vez enumeró de forma sistemática los 613 mandamientos. El otro desacuerdo es entre Maimónides y el poeta y pensador Iehudá HaLevi (circa 1080-circa 1145). Estos fueron dos argumentos diferentes y, como veremos, se refirieron a las bases de la fe.

El primero es simplemente este. Maimónides(1) cuenta la primera línea de los Diez Mandamientos, "Yo soy Hashem, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la tierra de esclavitud", como un mandamiento positivo: creer en Dios. El "Halajot Guedolot" no lo cuenta en absoluto como un mandamiento. ¿Por qué no?

Najmánides (1194-1270) en defensa del "Halajot Guedolot"(2), especula que su autor contó entre los 613 mandamientos sólo las leyes especificas que nos ordenan hacer algo o evitar hacer algo. Los mandamientos son reglas de comportamiento, no ítems de fe. La fe en la existencia de Dios, o aceptar el reinado de Dios, no son en sí mismo un mandamiento sino un preludio y un presupuesto a los mandamientos. Él cita un pasaje de la Mejilta:

"No tendrás otros dioses fuera de Mi". ¿Por qué dice esto? Porque dice: Yo soy Hashem tu Dios". Para explicar esto a través de una parábola: un rey de carne y hueso entra a una provincia. Sus siervos le dicen: "Emita decretos para el pueblo". Sin embargo, el rey les responde: "No. Cuando ellos acepten mi soberanía, yo emitiré decretos. Porque si no aceptan mi soberanía, ¿cómo van a cumplir mis decretos?".

De acuerdo con Najmánides, el "Halajot Guedolot" debe haber creído que el versículo "Yo soy Hashem tu Dios, quien te sacó de Egipto de la tierra de esclavitud", no es en sí mismo un mandamiento, sino una declaración respecto a por qué los israelitas deben someterse a la voluntad de Dios. Él los había rescatado, liberado y llevado a un lugar a salvo. El primer versículo en el Decálogo no es una ley sino la declaración de un hecho, una razón por la cual los israelitas debían aceptar la soberanía de Dios.

Gracias a los descubrimientos arqueológicos, ahora sabemos que el pacto bíblico tiene la misma estructura literaria que antiguos tratados políticos del cercano oriente. Estos tratados por lo general seguían un patrón de seis partes, en las cuales los tres primeros elementos eran: (1) el preámbulo, identificando quién daba inicio al tratado, (2) una revisión histórica, resumiendo las relaciones pasadas entre las dos partes, y (3) las estipulaciones, es decir los términos y las condiciones del pacto.

Visto en este contexto, el primer versículo de los Diez Mandamientos es una forma resumida de (1) y (2). "Yo soy Hashem tu Dios" es el preámbulo. "Quien te sacó de Egipto, de la tierra de esclavitud" es la revisión histórica. Los versículos siguientes son las estipulaciones, o como nosotros diríamos, los mandamientos. Si es así, entonces el "Halajot Guedolot", tal como lo entiende Najmánides, estuvo en lo correcto al ver el versículo como una introducción a los mandamientos y no un mandamiento por propio derecho. Este es el primer desacuerdo.

El segundo es entre Maimónides y Rav Iehudá HaLevi. Para Maimónides, el primer mandamiento es creer en Dios, el creador del cielo y la tierra:

El principio básico de todos los fundamentos y el pilar de todas las ciencias es comprender que hay un Ser Primigenio que dio existencia a todo lo existente… Si se pudiera llegar a suponer que Él no existió, resultaría que ninguna otra cosa sería posible. Sin embargo, si se supone que los otros seres no existían, sólo Él seguiría existiendo… Reconocer esta verdad es un mandamiento positivo, como está escrito: "Yo soy Hashem tu Dios" (Éxodo 20:2, Deuteronomio 5:7)(3)

Iehudá HaLevi no está de acuerdo. Halevi no fue sólo uno de los más grandes poetas medievales, sino que él también escribió una de las obras maestras teológicas del judaísmo, "El Kuzari". Esta obra se presenta como un diálogo entre un rabino y el rey de los jázaros. Históricamente, los jázaros eran un pueblo turco que entre el siglo VII y el XI gobernó sobre un área considerable entre el Mar Negro y el Mar Caspio, incluyendo el sur de Rusia, el norte del Cáucaso, el oriente de Ucrania, el occidente de Kazajistán, y el noroeste de Uzbekistán.

Allí vivían muchos comerciantes y refugiados judíos, y en el año 838 el rey Bulan de los jázaros se convirtió al judaísmo, después de haber sostenido, supuestamente, un debate con representantes de la fe judía, cristiana y musulmana. El escritor árabe Dimashqi escribe que los jázaros, al encontrar la fe judía "la hallaron mejor que la propia y la aceptaron". Entonces Jazaria se convirtió tanto espiritual como geográficamente, en una tercera fuerza independiente entre el califato musulmán y el imperio cristiano bizantino Después de su conversión, el pueblo jázaro usó nombres judíos, habló y escribió en hebreo, fueron circuncidados, tuvieron sinagogas y rabinos, estudiaron la Torá y el Talmud, y observaron las festividades judías.

El Kuzari es el relato de esta historia por parte de Iehuá HaLevi, presentado en la forma de una conversación imaginaria entre el rey y un rabino que condujo a su conversión. HaLevi presenta un retrato diametralmente opuesto al relato de Maimónides. Para él, el judaísmo no es filosófico sino contra-filosófico. No se trata de conceptos abstractos sino de experiencias concretas: el sabor de la esclavitud, la sensación de liberación, la comprensión por parte del pueblo de que Dios había escuchado su clamor y lo había liberado. El Dios de Abraham no es el Dios de Aristóteles. Los profetas no eran filósofos. Los filósofos encontraron a Dios en la física y en la metafísica, pero los profetas encontraron a Dios en la historia. Así es como el Rabino de HaLevi explica su fe al rey de los jázaros:

Yo creo en el Dios de Abraham, Itzjak e Israel, quien sacó a los hijos de Israel de Egipto con señales y maravillas: quien los alimentó en el desierto y les dio la tierra, después de haberlos hecho cruzar el mar y el Jordán de una forma milagrosa… (Kuzari I:11)

Él enfatiza que las primeras palabras de Dios en la revelación en el Monte Sinaí no fueron "Yo soy Hashem tu Dios, creador del cielo y de la tierra", sino: "Yo soy Hashem tu Dios, quien te sacó de Egipto, de la tierra de esclavitud" (Kuzari I:25). El pacto que Dios hizo con los israelitas en el Monte Sinaí no tenía sus raíces en el antiguo pasado de la creación, sino en el pasado reciente del éxodo.

¿Por qué es importante esta diferencia de opinión entre Maimónides y HaLevi? En la base del judaísmo se encuentra el entendimiento de la naturaleza de Dios y Su relación con el universo. Por un lado, Dios es el creador del universo y quien hizo al ser humano "a Su imagen". Este aspecto de Dios es universal, está al acceso de todos, judíos o gentiles. Aristóteles llegó a esto a través de la lógica y la metafísica. Para él, Dios era el "primer motor" que puso en acción el universo. Hoy, muchas personas llegan a la misma conclusión a través de la ciencia: el universo está demasiado sintonizado para que pueda emerger la vida como para que se creara al azar. Algunos llegan a esto no a través de la lógica o la ciencia, sino a través de un simple sentido de asombro y maravilla. ("Lo místico no cómo es el mundo, sino que exista", dijo Wittgenstein). Este aspecto de Dios es llamado por la Torá Elokim.

Pero hay un aspecto diferente de Dios que predomina en la mayor parte del Tanaj. Este es Dios tal como Él está involucrado en el destino de una familia, de una nación: los hijos de Israel. Él intervino en su historia. Él hizo con ellos un pacto sumamente específico en el Sinaí, diferente del pacto más general que había hecho con Nóaj y con toda la humanidad después del Diluvio. El pacto noájida es simple y básico: involucra sólo siete mandamientos. El pacto del Sinaí, en contraste, es sumamente articulado, cubriendo prácticamente todos los aspectos de la vida. Este aspecto de Dios es señalado por el uso del nombre de cuatro letras que tradicionalmente substituimos con la palabra Hashem.(4)

Maimónides, el filósofo, enfatizó lo universal, el aspecto metafísico del judaísmo y la existencia eterna e incambiable de Dios. Iehudá HaLevi, el poeta, más sintonizado con lo particular y la dimensión profética del judaísmo, enfatizó el rol de Dios en el drama histórico del pueblo judío.

Maimónides fue el mayor filósofo y experto en halajá de la Edad Media, pero es difícil evitar la conclusión de que, por lo menos aquí, el "Halajot Guedolot" y Iehudá HaLevi estuvieron más cerca del sentido llano del texto. Incluso el más grande pensador no tiene razón todo el tiempo, por eso el judaísmo sigue siendo una conversación compuesta de muchas voces, cada una con su propio entendimiento sobre las inflexiones infinitas de la palabra Divina.


NOTAS:

  1. Maimónides, Séfer HaMitzvot, mandamiento positivo 1
  2. Najmánides, Hasagot sobre el Séfer HaMitzvot, ad loc. Esta no es la postura personal de Najmánides. En su Comentario a la Torá (sobre Éxodo 20:2), él cuenta el primer versículo del Decálogo como un mandamiento por propio derecho, adoptando una postura similar a la de Maimónides.
  3. Mishné Torá, Iesodei HaTorá,1:-5
  4. Sobre los dos aspectos y nombres, ver Kuzari IV:1-3, y Rambán sobre Éxodo 3:13
Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.