Sarah Mintz, la famosa actriz colombiana que se convirtió al judaísmo

02/01/2024

9 min de lectura

Sarah Mintz (Maritza Rodriguez), una reconocida actriz de telenovelas, se convirtió al judaísmo y hoy vive en Israel.

Sarah Mintz, más conocida por su anterior nombre, Maritza Rodríguez, es una famosa actriz de telenovelas (retirada) colombiana . Ella era católica, pero hace unos años se convirtió al judaísmo y ahora vive en Israel como una judía ortodoxa junto con su esposo y sus mellizos.

Durante más de dos décadas ella tuvo una carrera exitosa como presentadora de televisión, actriz y modelo, era una figura constante en las alfombras rojas y en las revistas. Pero mientras caminaba sobre las alfombras rojas y sonreía a las cámaras, en su corazón pensaba: "¿Acaso llegué a este mundo sólo para actuar en telenovelas y posar? Ciertamente tiene que haber algo más".

Sarah nació en 1975 en una devota familia católica. Cada domingo iba a la iglesia con su familia y le dijeron que rezara a las estatuas de Jesús que había en el santuario. A menudo ella se preguntaba: "¿Por qué tengo que rezarle a las estatuas? ¿Por qué no puedo tener una relación directa con Dios?".

Sarah también se preguntaba por qué uno sólo puede conectarse con Dios dentro de la iglesia, una vez a la semana. "¿Acaso una relación con Dios no debería ser constante?".

Nunca la reprendieron por su curiosidad. De hecho, su madre la alentó a ser siempre auténtica y a tener el coraje de decir la verdad. Su madre también le enseñó que siempre es posible transformarse. Ella le decía: "Nacemos todos los días y tú puedes transformarte y llegar a ser la mejor versión de ti". La dedicación de sus padres al catolicismo preparó el escenario para su eventual y gran transformación: convertirse en judía.

Como aspirante a actriz, Sarah obtuvo su primer trabajo como maestra de ceremonias, lo cual le permitió acceder a pequeños roles en televisión. Con el tiempo su repertorio fue creciendo y eventualmente se convirtió en una de las más importantes actrices de Colombia. Ella trabajó para Telemundo (parte de NBC Universal), donde tenía un contrato de exclusividad. Hoy es considerada una de las villanas más icónicas de la televisión latina.

Cuando Sarah tenía 26 años, ya había establecido una carrera internacional, lo cual requería intensos viajes. Para el 2001, se sentía abrumada por su trabajo y necesitaba unas vacaciones. Una de sus mejores amigas, Marcela Pezet, otra actriz, actuaba en una telenovela en Los Ángeles e invitó a Sarah a que la acompañara allí mientras ella filmaba.

Cuando ya estaba en Los Ángeles, Marcela la invitó a que fuera con ella al estudio. "¿Quieres que vaya a un estudio? ¡Estoy de vacaciones!", bromeó Sarah. Finalmente aceptó acompañarla, a pesar de que hubiera preferido pasear por la ciudad. Mientras Marcela se preparaba en su camerino, Sarah exploró el estudio. "De repente vi frente a mis ojos a un tipo maravilloso".

La estrella de una popular telenovela.

Él le dijo: "¡Hey, Hola! ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?".

Embelesada, ella le dijo que era amiga de Marcela. Él se presentó como Joshúa Mintz.

Sarah regresó emocionada al camerino de su amiga y le dijo: "Sé que parece una locura, pero creo que acabo de conocer a mi futuro esposo y al padre de mis hijos". En ese momento escucharon que llamaban a la puerta del camerino.

Joshúa estaba allí tartamudeando: "Eh… ¡Hola! Yo… quería estar seguro de que todo está bien". Se quedó un segundo y luego se fue.

Posteriormente Joshúa confesó que llamó a la puerta del camerino de Marcela para averiguar más sobre la bella rubia, Sarah.

Su relación comenzó como una mezcla entre amor a primera vista e intervención Divina. Joshúa trabajaba como productor ejecutivo en México y, por casualidad, acababa de llegar a Los Ángeles. La telenovela en la que actuaba Marcela había despedido al productor original y Joshúa lo reemplazó. Era la primera vez que él estaba en Los Ángeles y sólo estaba allí para ese proyecto específico.

Sarah y Joshúa eran opuestos. Sarah era extrovertida, feroz y seductora, siempre era el centro de la fiesta. Joshúa era reservado, serio y profesional. Sarah era católica y Joshúa era judío, pero eso no les importó. Joshúa estaba muy alejado del judaísmo, a pesar de que siempre fue sionista. El hecho de que ella no fuera judía nunca interfirió ni se convirtió en un problema en su relación.

Hasta que llegó el momento de casarse.

Cuando Joshúa le propuso matrimonio, Sarah dijo: "Me imagino casarme en una iglesia católica, luciendo un bello vestido blanco".

Él le respondió: "Lo siento, no puedo hacer eso porque soy judío".

Sorprendida ante su respuesta, ella le dijo: "Muy bien, entonces… ¿por qué no nos casamos de acuerdo con tu religión en tu sinagoga?".

"No, no podemos casarnos en una sinagoga, porque para eso tú deberías ser judía".

Al final decidieron tener una boda civil porque Sarah no quiso mezclar bajo un mismo techo el judaísmo y el catolicismo. Ella quería ser respetuosa y seguir auténticamente una u otra religión, no una conveniente combinación de ambas. "No quería burlarme ni hacer un circo en mi boda".

Se casaron en el 2005 y vivieron en Miami. Sarah comenzó a tomar clases de inglés por la noche con un profesor. Él notó que ella era muy espiritual y le sugirió que fuera al Centro de Cábala para aprender simultáneamente inglés y espiritualidad. Aunque estaba interesada, Sarah sintió que su inglés no era suficiente para entender los cursos que ofrecían allí y no fue.

Un día, Sarah y Joshúa salieron a caminar después de que un huracán asolara Florida. Vieron en la acera un pedazo de papel. Era un volante que ofrecía clases de Cábala en español. Sarah pensó que era una señal de Dios. Asistió a su primera clase y tuvo sed por escuchar más. Se sentía inquieta, pero no sabía de dónde surgía ese sentimiento. "Algo estaba cambiando dentro de mí, pero no sabía qué".

Sarah y Joshúa Mintz

En ese momento Sarah tenía una carrera próspera y exitosa. Tenía un contrato exclusivo como una de las actrices principales de Telemundo. Su rostro estaba por todas partes, en carteles publicitarios y anuncios. Asistía a entregas de premios y caminaba sobre las alfombras rojas. Amaba su carrera, pero de todos modos sentía que le faltaba algo. El misticismo judío alimentó su parte espiritual. Sin siquiera mencionar la palabra "judaísmo", le presentaron la Torá, el Shabat y el concepto de pureza familiar.

"Cuando me encontré leyendo la Torá, pensé: 'Esto es lo que estaba buscando'. Tenía una vida maravillosa, pero finalmente encontré lo que buscaba. No es que estuviera buscando un gran cambio. El judaísmo simplemente fue el cambio que buscaba mi corazón".

Sarah comenzó a cuidar Shabat y todas las festividades, a pesar de que todavía no era judía. Dejó de filmar los viernes a la tarde y los sábados e inventaba excusas por las que no podía asistir. Antes de firmar nuevos contratos, explicaba que no estaría disponible los sábados. Comenzó a vestirse con más recato y a cumplir parte de las leyes de pureza familiar. El centro de Cábala tenía una clase llamada "Sexo y Cábala" que hablaba sobre la pureza familiar. Sarah dijo que comenzó a vivir de esa manera sin siquiera saber que se trataba de judaísmo.

Estaba efectuando pequeños cambios y disfrutaba del estudio en el Centro de Cábala, pero en cierto punto sintió que necesitaba más. Comenzó a tomar clases con un rabino ortodoxo, pero su esposo sintió que eso era demasiado extremo y le pidió que cambiara de curso.

Como un compromiso, ella comenzó a estudiar con un rabino conservador en el año 2014. En ese momento, estaba embarazada de mellizos, y el rabino le explicó que si quería que los niños nacieran judíos, tenía que convertirse antes de dar a luz. Sarah hizo una rápida conversión, y ella y Joshúa volvieron a casarse en una ceremonia conservadora antes de que nacieran sus mellizos, Akiva y Iehudá.

En ese punto, le ofrecieron a Joshúa un nuevo puesto para una red televisiva en México, TV Azteca. Esta era una oportunidad excepcional, y la familia se mudó a México. Sarah comenzó a buscar escuelas judías para los niños y una vez más llegó a un rabino ortodoxo. Ella se sintió atraída a sus clases y esta vez comenzó a compartir lo que aprendía con Joshúa. Mientras más aprendía, más compartía con su esposo, a quien los conceptos le resultaban intrigantes y significativos. Sarah quiso comenzar a incorporar prácticas judías a su vida y, como actriz, dejó de besar a otros hombres.

Joshúa comprendió cuánta felicidad le brindaba el judaísmo a su esposa, y subió a bordo. Con Sarah dirigiendo el camino, juntos decidieron que Sarah hiciera una conversión ortodoxa. Ella viajó a Jerusalem en el 2016 y ese año completó su conversión. Con una nueva identidad religiosa, Sarah decidió cambiar su nombre de Maritza Rodriguez a Sarah Mintz.

"Desde que era una niña, nunca me gustó el nombre Maritza que me dio mi madre". Ella le pidió a Dios que la ayudara a encontrar el nombre judío adecuado.

Al visitar Israel, se conectó con el nombre Sarah al ir a rezar en la cueva de la matriarca Sarah en la Cueva de los patriarcas en Jevrón, pero no quería tener una vida tan difícil como la de la matriarca, que tuvo dificultades para tener hijos, entre otros desafíos. Así que ignoró el hecho de sentirse atraída hacia el nombre.

Cuando regresó a trabajar en el estudio de Telemundo, recibió varios mensajes de texto de alguien que quería hablar con Sarah. Ella llamó a esta persona y le dijo que tenía un número equivocado. "Me parece que estás escribiendo a la persona equivocada. Yo soy Maritza".

"¿Estás segura de que no eres Sarah?", le respondió.

En ese momento se le puso la piel de gallina y supo que su nombre debía ser Sarah.

Al volver a casarse en Israel tras la conversión ortodoxa de Sarah

La primera persona que comenzó a usar su nuevo nombre fue su madre, Eva, quien aceptó y apoyó por completo su conversión.

Aunque ahora Sarah vive feliz como judía en Jerusalem, no siempre es fácil equilibrar su carrera, su vida familiar y su compromiso con el judaísmo. "Es más fácil tomar una decisión que mantenerla".

Sarah sigue actuando, pero es selectiva en lo que acepta filmar. En este momento forma parte de un exitoso reality show que retrata a las seis villanas más icónicas de la televisión latinoamericana, en un programa llamado "Secretos de villanas". Las seis "villanas" pasan juntas una semana sin niños ni familia en diversas mansiones alrededor del globo. En el show pueden ser ellas mismas y ya no tienen que actuar como villanas. Ellas comparten sus secretos y revelan cosas que les ocurrieron en sus vidas. Todo es auténtico, no hay guiones. A Sarah le permiten ser ella misma y mostrarle al mundo quién es ahora y todos los bellos aspectos del judaísmo.

Bárbara Hidalgo, directora de producción, dijo: "Sarah me ha inspirado e inspiró a muchas otras personas. Ni siquiera somos judíos, pero ella me enseña cosas sobre respetar a los demás, a tu esposo, a Dios. Hay muchas cosas que tienen muchísimo sentido y que nunca antes había pensado. Debemos respetar su Shabat. Cuando Sarah va a cualquier parte, es como una luz que camina. Siempre es muy sabia y dulce, y puede conectarse con la gente. Realmente llega a tu corazón. Incluso las personas que no la conocen la aman y la respetan mucho".

Sarah es la única actriz del show que sigue casada. La mayoría de las actrices en la industria están divorciadas o son solteras. Es muy difícil tener una familia sana con esta carrera. Su prioridad siempre fue su familia. Ella sabía que quería tener una carrera exitosa, pero cuando se casó supo que su esposo y sus hijos serían su prioridad.

Además de actuar, Sarah es una influencer de moda y estilo de vida, contando con dos millones de seguidores en las redes sociales. Ella aprovecha su plataforma para enseñar a los demás sobre judaísmo, y también es una coach espiritual.

Sarah logró integrar exitosamente todas las partes de su ser y lleva una vida plena e inspiradora. "Estoy trabajando con un canal jasídico. Trabajamos sobre historias jasídicas, presentando una narrativa que alimenta el alma con historias judías. También soy profesora en un seminario judío en español, donde las mujeres estudian Torá y también estudian para convertirse. También soy coach de vida y trabajo mucho con el ministerio de la diáspora para conectar el judaísmo con diferentes comunidades. Me encanta estudiar y aprender, inspirar a mi familia, incluyendo a mi esposo, que ha crecido mucho. Estoy muy feliz de haber completado mi sueño y tener un impacto sobre la sociedad, no sólo para los judíos sino también para el público no judío, para inspirar a la gente a tener una conexión genuina con Dios. Ser un influencer es ser un modelo positivo".

Cuando le preguntaron qué siente respecto a vivir en Israel en la actual guerra entre Israel y Hamás, Sarah dijo: "No tuve miedo. Lo primero que me dije a mí misma fue: 'Este es el mejor lugar donde puedo estar. Estoy en las manos de Dios'. Y eso es lo que siento desde el momento que puse un pie en Israel".

Sarah tiene algunas palabras de aliento para las personas de todo el mundo que temen por su seguridad por haber nacido judíos. "Debemos reconocer las joyas que somos. Dios nos ama mucho y nos dio la tarea de hacer bien en este mundo. Debemos saber que a pesar de ser un pueblo tan pequeño estamos protegidos por el Dios infinito. Con fe y confianza, podemos construir una vida bella con cualquier cosa que Dios ponga en nuestro camino. Nuestra mayor arma es nuestra conexión con Dios".

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